Comunión de los
santosLa comunión de los santos, significa que ellos participan activamente
en la vida de la Iglesia, por el testimonio de
sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por
su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan
de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra.
La intercesión de los santos significa que ellos, al estar
íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el
Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.
Su intercesión
es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos
y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el
mundo entero.
Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de
los santos, es muy fácil que el ajetreo de la
vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir
todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la
Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos
especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión.
Este día es el 1ro. de noviembre.
Este día es una
oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios
nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser
santo no es tener una aureola en la cabeza y
hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien,
con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar
todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van
a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo;
el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las
omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para
alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:
¿Como alcanzar
la santidad?- Detectando el defecto dominante y planteando metas para
combatirlo a corto y largo plazo.
- Orando humildemente, reconociendo que
sin Dios no podemos hacer nada.
- Acercándonos a los sacramentos.
Un
poco de historiaLa primera noticia que se tiene del culto
a los mártires es una carta que la comunidad de
Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte
de su
santo obispo Policarpo, en el año156.
Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires
en general. Del contenido de este documento, se puede deducir
que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban
su memoria el día del martirio con una celebración de
la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus
tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio
de Cristo y el de los mártires
La veneración a
los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las
tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San
Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo,
la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos
en Roma.
Las historias de los mártires se escribieron en
unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar
el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la
información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.
Cuando cesaron
las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires
el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de
Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es
decir, los santos confesores. En el año 258,
San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de
los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero
sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron
condenas de cárcel por Cristo.
Más adelante, aumentaron el santoral con
los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida
virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre
estos, están
san Antonio (356) en Egipto y
san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después,
se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a
Cristo.
Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba
la autenticidad del santo y su culto público. Luego se
hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron
estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a
cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar
errores y exageraciones.
El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario
del santoral:Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron
a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos
no porque no fueran santos sino por la carencia de
datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia
(no por su grado de santidad, sino por el modelo
de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se
recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el
día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir);
se dio al calendario un carácter más universal (santos de
todos los continentes y no sólo de algunos).
Categorías de
culto católicoLos católicos distinguimos tres categorías de culto:
- Latría o
Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir
servicio a un amo, al señor soberano. El culto de
adoración es el culto interno y externo que se rinde
sólo a Dios.
- Dulía o Veneración: Dulía viene del griego
doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa
a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados,
por razón de la gracia eminente que han recibido de
Dios. Este es el culto que se tributa a los
santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión
y en la intercesión de los santos, pero jamás los
adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al
igual que lo haríamos con la fotografía de un ser
querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que
representa.
- Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para
la Virgen María por ser superior respecto a los santos.
Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e
intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando
sus virtudes, pero no con la adoración.
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