domingo, 17 de mayo de 2015

La Ascensión del Señor


Este es un día que nos enseña a comprender y vivir el misterio litúrgico, 
proclamando un momento de la existencia de Cristo y participando por la eucaristía en Él 








Esta solemnidad ha sido trasferida al domingo 7º de Pascua en muchos lugares desde su día originario, el jueves de la sexta semana, cuando se cumplen 40 días después de la Resurrección, conforme al relato de San Lucas en su evangelio y en los Hechos de los Apóstoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: cómo el Pueblo de Dios anduvo cuarenta años en su éxodo de Egipto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su éxodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La Ascensión es un momento más del único Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús como contrapunto a la humillación padecida en el suplicio y la muerte.

Este es un día que nos enseña a comprender y vivir el misterio litúrgico, proclamando un momento de la existencia de Cristo y participando por la eucaristía en Él, "en quien nuestra naturaleza humana ha sido tan extraordinariamente enaltecida que participa de su misma gloria".

La Ascensión es la experiencia de hacer caminos sin la compañía física de Jesús, sino fiados de la fe que ha nacido de nuestra amistad con Él. Y es que nuestro camino cristiano no puede ser dependiendo infantilmente del Señor, como si fuéramos personas necesitadas de ser conducidas de la mano. Una vida así no mostraría la dignidad de hijos e hijas de Dios.

Jesús se va y cada uno de sus amigos y amigas han de permitir que salga a fuera aquella fuerza de la llamada que nace del encuentro con Él, con la que se puede hacer visible y creíble las señales de salud, vida y salvación de Dios


La Ascensión es la experiencia de hacer caminos sin la compañía física de Jesús, sino fiados de la fe que ha nacido de nuestra amistad con Él. Y es que nuestro camino cristiano no puede ser dependiendo infantilmente del Señor, como si fuéramos personas necesitadas de ser conducidas de la mano. Una vida así no mostraría la dignidad de hijos e hijas de Dios.

Jesús se va y cada uno de sus amigos y amigas han de permitir que salga a fuera aquella fuerza de la llamada que nace del encuentro con Él, con la que se puede hacer visible y creíble las señales de salud, vida y salvación de Dios.



























No hay comentarios:

Publicar un comentario