domingo, 30 de junio de 2013

Comunión Espiritual



            La Comunión Espiritual es el deseo ferviente y ardiente de recibir a Jesús en la Sagrada Eucaristía, cuando no se pueda recibir Sacramentalmente, por algún motivo.

            Santo Tomás sostuvo que se puede recibir espiritualmente a Cristo de dos manera:
ü  Espiritualmente, en su estado natural, y de esta manera la reciben los Ángeles, unidos a Él por el gozo de la caridad perfecta y de la clara visión. Este pan lo esperamos recibir, también en la gloria.
ü  Bajo las especies sacramentales, creyendo en Él y deseando recibirlo sacramentalmente. Y esto no solamente es comer espiritualmente a Cristo, sino también recibir espiritualmente el sacramento.

            Resumiendo un poco las palabras del Santo y Doctor de la Iglesia, Santo Tomás, se deduce que la Comunión Espiritual nos trae, de cierto modo, el fruto espiritual de la propia Eucaristía recibida sacramentalmente. Fue recomendada vivamente por el Concilio de Trento y ha sido practicada por todos los santos, con gran provecho espiritual.

            Sin duda, constituye una fuente especial y eficaz de gracias para quien la practique fervorosa y frecuentemente. Más aún: puede ocurrir que con una Comunión Espiritual muy fervorosa se reciban mayor cantidad de gracias que con una Comunión Sacramental recibida con poca devoción. Con la ventaja de que la Comunión Sacramental no puede recibirse más que una sola vez por día y hasta dos, (bajo ciertas normas), y la Espiritual puede repetirse muchísimas veces, en la iglesia o fuera de ella, a cualquier hora del día o de la noche, antes o después de las comidas.

            No hay fórmula determinada o específica para realizar la Comunión Espiritual, pero hay oraciones que nos ayudan o nos impulsan a esa intimidad con el Amado al momento de entrar en comunión con Él, ya sólo el deseo ardiente de quererlo recibir en nuestros corazones, abre la puerta a esa intimidad.  Hay tres actos previos y que podemos hacer brevemente, si es nuestro deseo, como son:
ü  Un acto de Fe, por el cual renovamos nuestra firme convicción de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Es excelente preparación para comulgar espiritual o sacramentalmente;
ü  Un acto de deseo de recibir sacramentalmente a Cristo y de unirse íntimamente con Él. En este deseo consiste formalmente la Comunión Espiritual;
ü  Una petición fervorosa, pidiendo al Señor que nos conceda espiritualmente los mismos frutos y gracias que nos otorgaría en la Eucaristía sacramentalmente recibida.

            Todos los que no comulgan sacramentalmente deberían hacerlo al menos espiritualmente, al oír la Santa Misa. El momento más oportuno es, naturalmente, aquel en que comulga el sacerdote. Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual. De lo contrario, para nada les aprovecharía, y sería hasta una irreverencia, aunque no un sacrilegio. Tradicionalmente se ha considerado la Comunión Espiritual como un premio de consolación para aquellos que por ciertas causas no deben comulgar sacramentalmente, (quienes viven en unión libre o sólo casados sólo por civil, los excomulgados, los que están en pecado mortal). Y para quienes pueden recibir a Jesús Sacramentado, es más bien una oración de anticipación y extensión de sus frutos. Y en esto se basa el santo Concilio de Trento cuando dice que hay tres clases de Comunión: la primera meramente sacramental; la segunda puramente espiritual, y la tercera sacramental y espiritual a la vez.

            La Comunión Espiritual debe siempre tener la Comunión Sacramental como meta. Los que están en pecado mortal deben hacer un acto previo de contrición, si quieren recibir el fruto de la Comunión Espiritual.

            Un acto de comunión espiritual, expresado mediante cualquier fórmula devota, es recompensado con una indulgencia parcial; y a través de ella, Jesús nos dará las gracias que necesitemos en ese momento para ser fieles a nuestra misión de ser testigos del Amor de Dios ante todos los hombres.

            A Santa Faustina Kowalska, Jesús Misericordioso le comunicó esto: “Si practicas el santo ejercicio de la Comunión espiritual varias veces al día, en un mes verás tu corazón completamente cambiado.”

            San Juan María Vianney, el Cura de Ars, decía: “Una Comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse. Cada vez que sientas que tu amor por Dios se está enfriando, rápidamente haz una Comunión espiritual.”

            San Antonio María Claret: “Tendré una capilla fabricada en medio de mi corazón y en ella, día y noche, adoraré a Dios con un culto espiritual.”

            San Francisco de Asís: “Cuando no puedo asistir a la Santa Misa, adoro el Cuerpo de Cristo con los ojos del espíritu en la oración, lo mismo que le adoro cuando le veo en la Santa Misa.”

            





No hay comentarios:

Publicar un comentario