Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama se le abrirá Mt 7, 7-12:
Pbro. Percy Quispe Misiaco
1. PIDAN Y SE LES DARÁ
Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará. Lo que nos propone es la necesidad de orar para obtener favores del cielo, y a esta oración se garantiza su eficacia.
Jesús, utiliza algunos elementos comparativos con una cierta exageración, ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? no hay relación alguna entre la petición y lo que no se le dará: son simples hipérboles orientales de contraste. La conclusión de base es que ningún padre dará a sus hijos, cuando le piden cosas buenas y necesarias, cosas malas. En el orden espiritual se concluye igualmente que Dios no dará sino cosas “buenas” al que se las pida. Dios es Padre, y, como tal, es sumamente bondadoso con sus hijos. No es un Dios enigmático ni caprichoso, como otros dioses. Por eso Jesús dice; Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre de ustedes que está en el Cielo dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
2. MATEO, EXPONE LA NECESIDAD Y LA EFICACIA DE LA ORACIÓN.
Expuesto en forma “sapiencial,” no se trata de por qué en ocasiones no se recibe lo que se pide. Se supone, además, en esta perspectiva religiosa, que no se pedirán cosas que impidan la “incorporación” al Reino, objeto de la gracia y del mensaje de Cristo.
Dice Jesús; Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. El tema de este pasaje es llamado “regla de oro” de la caridad desde el siglo XVII. La sentencia que prácticamente hará ver a los hombres cómo deben amarlos, es hacer a los demás lo que quisiéramos que los otros nos hicieran a nosotros. No consiste solamente en no hacer mal al prójimo, sino en “amar al prójimo como a ti mismo” (Mc 12:31); y como norma práctica está esta sentencia. Es un toque en lo vivo de la psicología humana. Con esta norma, ¡qué autenticidad en el amor, qué de recursos para ejercitarla y qué perspectiva de extensión se abre a la caridad cristiana!
Jesús, a petición de los apóstoles, no enseñó como orar, ahora nos quiere dejar en claro que no hay que ser pusilánime, esto es falto de ánimo o de valor para soportar las penas, y no se debe ser negligente y descuidado con la oraciones y que si no somos oídos a la primera o la segunda, no dejemos de orar. En otras palabras, es bueno tener paciencia en las oraciones.
3. “EL QUE BUSCA ENCUENTRA”.
¿Cuánto debemos orar?, ¿a qué hora debemos orar?, ¿por quién debemos orar?, en cuanto caemos en el error o cuanto más pecamos, es cuanto más necesitamos de la oración. Levantaos y orad para que no caigáis en tentación. (Lucas 22, 46). Así es como Jesús, nos exhorta y nos estimula en extremo a orar, a buscar, a pedir y a llamar, hasta que recibamos lo que pedimos. Jesús insiste pidan y se les dará, esto tiene fuerza de cumplimiento, porque todo lo que viene de Dios se hace. Luego haciéndonos ver la pequeñez inexcusable de nuestra fe, nos añade; “el que busca encuentra”. Las cosas que se buscan exigen mucho cuidado, principalmente lo que está en Dios, porque son muchas las cosas que dificultan nuestros sentidos. Con el mismo entusiasmo que ponemos al buscar cosas perdidas así debemos buscar a Dios, es decir con ganas de encontrarlo.
4. “AL QUE LLAMA SE LE ABRIRÁ”
Manifestemos también que aunque no se abra la puerta inmediatamente, debemos esperar, por esto añade: “al que llama se le abrirá”. Porque si continuamos pidiendo, recibiremos sin duda. Por esto está cerrada la puerta, para obligarnos a que llamemos; por ello no contesta afirmativamente en seguida, para que pidamos encarecidamente. El Señor no nos invitaría tanto a que pidiésemos si no quisiera darnos, porque más quiere dar el Señor, que nosotros recibir.
Algunos se preguntarán ¿por qué muchos que oran no son oídos? A ellos debemos contestarles que todo aquel que llega a pedir con recta intención, (seamos derecho en pedir), no omitiendo nada de lo que pueda contribuir a obtener lo que pide, recibirá sin duda lo que ha pedido en su ruego. Pero si alguno separa su intención del ruego justo, esto es, no pide como corresponde o debe y entonces puede decirse que no pide.
Santiago escribe: “No tenéis porque no pedís, y si pedís, no recibís porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones” (Sant 4:3).
En todo caso si pedimos, y creemos que no hemos recibido, todo lo que hemos ofrecido al Señor nunca estará demás.
5. ¿QUIÉN DE USTEDES, CUANDO SU HIJO LE PIDE PAN, LE DA UNA PIEDRA?
Dios sabe lo que necesitamos, y nos concede lo que Él sabe que es bueno para nosotros. Algunas veces pedimos cosas que son inalcanzables, o cosas extrañas movido por ilusiones que se nos ocurren, por ejemplo que nos ayude a ganar la lotería, cuando pedimos a Dios algo semejante, nunca lo alcanzaremos.
En otras palabras, cuando nuestro hijo nos pide pan se lo concedemos con gusto, porque pide un alimento conveniente; pero cuando por falta de inteligencia nos pide una piedra para comer, no solamente no se la damos, sino que se lo prohibimos, porque es perjudicial hasta el deseo de ella. Este es el sentido del evangelio, porque si entre nosotros un hijo nos pide pan ¿le daríamos acaso una piedra? En el mismo sentido debemos entender lo de la serpiente y del pez, cuando dice: ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente?”
Dios no solamente nos concederá lo que le pidamos, va más allá, y se nos da así mismo, nos da su propio Don, que es el Don de su divino Espíritu.
La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones
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