EL TIEMPO DE CUARESMA - PRIMERA PARTE
REFLEXIONES, SUGERENCIAS Y RECOMENDACIONES
Mons. JOSÉ ANTONIO EGUREN ANSELMI, S.C.V.
Arzobispo Metropolitano de Piura
Mons. JOSÉ ANTONIO EGUREN ANSELMI, S.C.V.
Arzobispo Metropolitano de Piura
I. SU NATURALEZA
1. Un tiempo con características propias
La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las “armas de la penitencia cristiana”: la oración, el ayuno y la limosna (ver Mt 6, 1-6.16-18).
“Con su duración de cuarenta días, la Cuaresma encierra una indudable fuerza evocadora. En efecto, alude a algunos de los acontecimientos que marcaron la vida y la historia del antiguo Israel, volviendo a proponer, también a nosotros, su valor paradigmático: pensemos, por ejemplo, en los cuarenta días del diluvio universal, que concluyeron con el pacto de alianza establecido por Dios con Noé, y así con la humanidad, y en los cuarenta días de permanencia de Moisés en el monte Sinaí, tras los cuales tuvo lugar el don de las tablas de la Ley. El tiempo de Cuaresma quiere invitarnos sobre todo a revivir con Jesús los cuarenta días que pasó en el desierto, orando y ayunando, antes de emprender su misión pública”.1
De manera semejante como el antiguo pueblo de Israel marchó durante cuarenta años por el desierto para ingresar a la tierra prometida, la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios, se prepara durante cuarenta días para celebrar la Pascua del Señor. Si bien es un tiempo penitencial, no es un tiempo triste y depresivo. Se trata de un tiempo especial de purificación y de renovación de la vida cristiana para poder participar con mayor plenitud y gozo del misterio pascual del Señor.
La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar activamente con la gracia, para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios, y por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal.
La Cuaresma es uno de los cuatro tiempos fuertes del año litúrgico y ello debe verse reflejado con intensidad en cada uno de los detalles de su celebración. Cuanto más se acentúen sus particularidades, más fructuosamente podremos vivir toda su riqueza espiritual.
- Por tanto habrá que esforzarse, entre otras cosas:
- Para que se descubra que en este tiempo son distintos tanto el enfoque de las lecturas bíblicas (en la santa misa prácticamente no hay lectura continua), como el de los textos eucológicos (propios y determinados casi siempre de modo obligatorio para cada una de las celebraciones).
- Para que los cantos, sean totalmente distintos de los habituales y reflejen la espiritualidad penitencial, propia de este tiempo.
- Para lograr una ambientación sobria y austera que refleje el carácter de penitencia de la Cuaresma.
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