Conversión, penitencia, ayuno, abstinencia,
oración, reconciliación, son algunas de
las acciones que a partir del Miércoles de Cenizas y durante 40 días, la
iglesia católica nos invita a
intensificar en nuestras vidas como parte de la fuerza espiritual de la CUARESMA.
Es una bendición iniciar este tiempo
litúrgico, con una señal de penitencia con un compromiso de fe, cara a cara
como el hijo prodigo con el Padre
misericordioso, del pecador arrepentido con su Dios Redentor, pasando del
pecado a la gracia y de la muerte a la vida.
La imposición de la ceniza nos recuerda que
somos pecadores y peregrinos de la vida terrenal en el camino a la patria
celestial, nos corresponde avanzar espiritualmente cada día perseverando con un
corazón sincero, solidario, fuerte y esperanzado.
La madre iglesia católica nos recuerda cada
año con el signo de la cruz sobre
nuestra frente que “Polvo somos y en polvo nos convertiremos” o en otras
palabras que “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Particularmente en la Cuaresma 2016,
como parte del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la exhortación
del Papa Francisco es “Misericordia
quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). “Las obras de misericordia en el camino
jubilar”.
El Papa
Francisco asegura que a través de las obras de misericordia se puede mostrar al
prójimo el amor de Dios, capaz de transformar el corazón del hombre “Es siempre
un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de
nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la
tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y
espirituales”.
Asimismo nos indica el Santo Padre
que “mediante las (obras) corporales tocamos la carne de Cristo en los
hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados,
mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de
pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar”.
De tal
manera que nuestro compromiso es vivir
la Cuaresma de este Año Jubilar con mayor intensidad, celebrando y
experimentando la misericordia de Dios, quien no se cansa de perdonar y de
renovar nuestras oportunidades para crecer en fe y santidad. Así como lo afirma el profeta Miqueas “Tú, oh Señor, eres
un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para
siempre tu cólera, pues amas la misericordia”. (7, 18-19)
Desde el Miércoles de Ceniza el itinerario
Cuaresmal y en la relación personal-comunitaria con Dios contempla, cambio de
vida, sentido penitencial y con hechos
concretos y cotidianos ayudar al
prójimo en el cuerpo y en el espíritu, compartiendo lo que somos y tenemos.
En Cuaresma
a través de la meditación de la palabra, los sacramentos, la oración personal y la celebración
comunitaria de la penitencia y la eucaristía, avancemos renovados,
reconciliados y sobre todo comprometidos hacia a la Pascua, el paso liberador
de Dios en la historia de la salvación de la humanidad y en la vida de cada uno
de nosotros.
Esto
dice el Señor: “Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos,
con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor
Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en
clemencia y se conmueve ante la desgracia”.
(Joel 2,12-18).
Lcda. María Isabel Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina
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