jueves, 11 de febrero de 2016

Hacia la Pascua




  

 Conversión, penitencia, ayuno, abstinencia, oración, reconciliación, son algunas  de las acciones que a partir del Miércoles de Cenizas y durante 40 días, la iglesia católica nos invita a  intensificar en nuestras vidas como parte de la fuerza espiritual de la CUARESMA.

   Es una bendición iniciar este tiempo litúrgico, con una señal de penitencia con un compromiso de fe, cara a cara como el hijo prodigo  con el Padre misericordioso, del pecador arrepentido con su Dios Redentor, pasando del pecado a la gracia y de la muerte a la vida.

  La imposición de la ceniza nos recuerda que somos pecadores y peregrinos de la vida terrenal en el camino a la patria celestial, nos corresponde avanzar espiritualmente cada día perseverando con un corazón sincero, solidario, fuerte y esperanzado.   

   La madre iglesia católica nos recuerda cada año con el signo  de la cruz sobre nuestra frente que “Polvo somos y en polvo nos convertiremos” o en otras palabras que “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

   Particularmente en la Cuaresma 2016,  como parte del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, la exhortación del Papa Francisco es “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). “Las obras de misericordia en el camino jubilar”.

  El Papa Francisco asegura que a través de las obras de misericordia se puede mostrar al prójimo el amor de Dios, capaz de transformar el corazón del hombre “Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales”.

  Asimismo nos indica el Santo Padre  que “mediante las (obras) corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar”.

 De tal manera que nuestro compromiso es vivir  la Cuaresma de este Año Jubilar con mayor intensidad, celebrando y experimentando la misericordia de Dios, quien no se cansa de perdonar y de renovar nuestras oportunidades para crecer en fe y santidad. Así como lo  afirma el profeta Miqueas “Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia”.  (7, 18-19)


Desde el Miércoles de Ceniza el itinerario Cuaresmal y en la relación personal-comunitaria con Dios contempla, cambio de vida, sentido penitencial y  con hechos concretos y cotidianos ayudar al prójimo en el cuerpo y en el espíritu, compartiendo lo que somos y tenemos.

En Cuaresma  a través de la meditación de la palabra, los sacramentos,  la oración personal y la celebración comunitaria de la penitencia y la eucaristía, avancemos renovados, reconciliados y sobre todo comprometidos hacia a la Pascua, el paso liberador de Dios en la historia de la salvación de la humanidad y en la vida de cada uno de nosotros.

   Esto dice el Señor: “Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia y se conmueve ante la desgracia”.   (Joel 2,12-18).


Lcda. María Isabel Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina






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