La mejor expresión de fe recomendada entonces
para estar preparados para la batalla diaria sin dudas es ORAR, según el Santo
Padre Pío, “la oración; es lo único que nos puede mantener firmes en medio de
las luchas”.
La oración ha de ser
sencilla, insistente y confiada en Dios, por lo general oramos solos o en comunidad, para agradecer,
alabar, pedir protección, sanación adorando o intercediendo por otros,como un dialogo confiado y sincero entre amigos.
En el Catecismo de la Iglesia Católica
encontramos que “La oración es un don de
Dios, un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte”, la cual
brota generalmente por acción del
Espíritu Santo y además “se ora como se
vive,porque se vive como se ora”.(#2725)
La oración es la mejor oportunidad para compartir
con Dios, como un clamor espontaneo que nace del corazón del hombre que invoca
a su Creador, desde el concepto de sus ideas y sentimientos, por
eso la oración es una de las asignaturas más importantes en el tiempo cuaresmal. “La primera tarea en la
vida es esta: la oración, pero no la oración de palabras, sino la oración de
corazón; mirar al Señor, escuchar al señor; pedir al Señor”. (Papa Francisco)
Con la urgencia de la vida actual, muchos
hombres y mujeres oran a Dios para alcanzar un “milagro”, pero seguramente para
una gran
mayoría; poder orar es el verdadero “milagro”, por la apretada agenda
diaria, donde es casi imposible invertir algunos minutos en este don de Dios.
“La oración ante un
problema, una situación difícil, una calamidad, es abrir la puerta al Señor
para que venga. Porque él hace nuevas las cosas, él sabe arreglar las cosas,
ponerlas en el sitio. Rezar es esto, abrir la puerta al Señor, para que pueda
hacer algo”. (Papa Francisco).
A lo largo de la historia de la salvación
narrada en el Antiguo y Nuevo Testamento abundan los ejemplos de grandes
orantes y específicamente los evangelios presentan a Jesús como el orante por
excelencia, que enseña a sus discípulos a mantenerse en constante oración, con
perseverancia y humildad, orando en lo oculto con confianza al Padre.
El clamor del discípulo que dijo
a Jesús; “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11, 1-4), se mantiene más vigente hoy en día, porque somos
hijos de Dios necesitados de su misericordia, y por muchos avances tecnológicos
y responsabilidades sociales que tengamos, nuestra prioridad espiritual debe
ser orar, para permanecer en su presencia, acudiendo a Él desde la realidad de
cada día.
Pero también tomemos en
cuenta que, Jesús dijo a sus discípulos:
“Pidan y se les dará; busquen y
encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra y al que toca, se le abre…Si ustedes, a pesar de ser malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuanta mayor razón el Padre, que está
en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan”. (Mateo 7, 7-12)
La enseñanza es clara para
orar hoy, mañana y siempre; invoquemos a Papa Dios, con confianza, fe,
sinceridad, sencillez, insistencia y sobre todo
con agradecimiento y solidaridad por nuestros semejantes. Recordando
también que, “La oración cristiana es
cooperación con su Providencia y su designio de amor hacia los hombres. (#2738)
Para ejercitarnos como devotos orantes,
Santa Teresa del Niño Jesús recomienda: “la oración es un impulso del corazón
una sencilla mirada lanzada al cielo, un grito de reconocimiento y de amor,
tanto desde dentro de la prueba, como desde dentro de la alegría”.
De tal manera que este
tiempo no debe ser una cuaresma más, en la que llegamos a la Pascua sin obras
de conversión, por eso aprovechemos la invitación de la Iglesia Católica en
este año Jubilar de la Misericordia Divina, para una nueva siembra de fe, con semillas de oración personal y comunitaria, en
pro de una gran cosecha de frutos terrenales con trascendencia en la eternidad.
“Te invoco, Dios mío, porque
tú me respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras. Cuídame Señor, como a
la niña de tus ojos, y cúbreme bajo la sombra de tus alas”. Salmo 16, 6-8
Lcda. María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina.
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