domingo, 10 de abril de 2016

Nuestra Pesca Milagrosa



   Una vez más Jesús Resucitado sale a nuestro encuentro, porque la existencia cambia o se renueva con su presencia, acciones y sobre todo con sus palabras de “vida nueva”. Su luz victoriosa sigue propagándose, disipando las tinieblas que todavía buscan ensombrecer a la humanidad.
   La senda del Señor Resucitado nos lleva a la tercera semana del tiempo pascual a reencontrarnos con la riqueza de los inicios de la paternidad de la Iglesia Católica, herencia de aquel  grupo de discípulos que quizás  todavía confundidos o tristes, buscan retomar sus labores diarias, pescando infructuosamente durante la noche “Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada”( Juan 2,3 )y es entonces cuando se les aparece Jesús por tercera vez, obrando la “nueva pesca milagrosa”, en un hecho que trasciende por su simbolismo y enseñanza de fe cristiana.
   La aparición del Señor Resucitado sobre la acción de unanueva  pesca abundante ilumina la promesa hecha por Jesús a sus discípulos en el momento de expresar su vocación: "los haré pescadores de hombres" (Marcos 17; Lucas 5,1-11). Porquesólo con Cristo, nuestros esfuerzos fructifican y tienen sentido, “remando mar adentro” y “echando las redes” en las tumultuosas aguas de la actualidad social.
   Aun así ante las adversidades que persisten cada día, la iglesia sigue, aceptando la invitación del Señor Resucitado, quien nos busca desde las orillas de nuestra vida cotidiana, para quesigamos navegando sin naufragios y nada sea en vano.“Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron”. (Juan 21,4).Así tenemos que buscar la presencia de Dios en cada momento, pues él está presente en todo lo que acontece y Él bendecirá cada una de las obras de nuestro trabajo. 

   La invitación del Resucitado es muy clara “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados”. (Juan 21,6). Con la “nueva pesca milagrosa”también se simboliza la misión de Iglesia Católica, porque la resurrección de Jesús es la que hizo posible la existencia de la primera  comunidad y desde su origen entendemos que  el éxito de esta misión, no depende del esfuerzo humano, sino de la presencia viva del Señor en ella.


   Asimismo el evangelista Juan hace ver que el Señor Resucitado no es reconocido en el primer contacto, su Resurrección no aparece como algo obvio en ese momento para sus discípulos. Pero Jesús está ahí, su cuerpo lleva las huellas de la crucifixión  a la que fue sometido, se hace presente para revelar que la vida vence a la muerte y la esperanza a la tristeza.Por eso los invita a comer, porque compartir una comida expresa vida y fraternidad, “Luego les dijo Jesús; “Vengan a almorzar”. (Juan 21,12).
  “Anunciar y dar testimonio es posible únicamente si estamos junto a él, justamente como Pedro, Juan y los otros discípulos estaban en torno a Jesús resucitado. El evangelista subraya que “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor”. Y esto es un punto importante para nosotros: vivir una relación intensa con Jesús, una intimidad de diálogo y de vida, de tal manera que lo reconozcamos como “el Señor”. ¡Adorarlo!» (Homilía de S.S. Francisco, 14 de abril de 2013).
  En el evangelio también Pedro es reconocido como Pastor porque ahora cumple la condición del buen discípulo. Durante la Pasión lo negó tres veces, pero ahora el Señor Resucitado  le pide una triple confesión de su sincero amor. “Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”…“Apacienta mis ovejas”. (Juan 21, 15-19). Pedro es invitado a conducir nada más y nada menos que el pueblo de Dios por los caminos de la vida, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas. 

  El diálogo de Jesús y Pedro conlas tres preguntas buscan borrar, desde la raíz, las tres negaciones de Pedro esta vez arrepentido, el discípulo afirma su lealtad y amor. Así entendemos  que el trabajo pastoral es un diálogo, no una imposición de quien todo lo sabe y lo puede, porque la misión de todo cristiano, y en especial de los pastores, es transmitir la fe bajo el fundamento del amor fraterno.
   “Ahora me dirijo a sus Ancianos, dado que yo también soy anciano, y testigo de los sufrimientos de Cristo, y espero ser partícipe de la gloria que ha de manifestarse...Apacienten el rebaño de Dios, cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con entrega generosa; No actúen como si pudieran disponer de los que están a su cargo, sino más bien traten de ser un modelo para su rebaño. .Así, cuando aparezca el Jefe de los Pastores, recibirán en la Gloria una corona que no se marchita. También ustedes, los más jóvenes, sean sumisos a la autoridad de los Ancianos. Traten de rivalizar en sencillez y humildad unos con otros, porque Dios resiste a los orgullosos, pero da su gracia a los humildes.” (1 Pedro 5, 1-5)
   Por todo esto entendemos que el Señor siempre está a la orilla de nuestro peregrinar, esperándonos que le reconozcamos que oigamos su voz y atendamos sus instrucciones en la mar de nuestro quehacer diario y porque en  todos los lugares por los que pasa Jesús sana, levanta., fortalece y hasta devuelve la vida y en su momento él abrió el corazón de los discípulos y hoy nos invita a despertar con la fuerza y el gozo pascual. 
   Así como dijo San Agustín; “Tú estabas dentro, y yo fuera de mi te buscaba. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me llamaste y me gritaste hasta romper mi sordera”.
 Oremos y trabajemos para que Cristo Resucitado nos conceda la gracia de encontrarnos con nosotros mismos, para que su resurrección sea también nuestra resurrección y el despertar de nuestra fe, a ejemplo de San Pedro y que en esta Pascua nos conceda el don de la oración y de la perseverancia, con una presencia muy cercana de su gracia, en nuestra vida.
Por tu nombre, Señor!
Echaré las redes de mi vida,para que otros tengan savia  y en abundancia Esperaré a que el sol se  imponga sobre las tinieblas y comprender que, no hay  noche que dure una eternidad Miraré al fondo de los  acontecimientos y confiare en que, Tú y sólo  Tú, eres quien iluminas las  sombras de la existencia humana. Amén
Oración del Padre Javier Leoz


Lcda. María Espina de Duarte

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