“La luz del Mensaje de la Misericordia
confiado a Santa Faustina por Jesucristo, iluminará al hombre del tercer
milenio. Quiero transmitir al nuevo milenio y a todo el mundo, este mensaje de
la Divina Misericordia, para que conozcan mejor el verdadero Rostro de Dios
Misericordioso”. Así lo afirmó San Juan Pablo II, hace 16 años y sigue muy
vigente hoy en día, con gran gozo y la característica esperanza del tiempo
pascual en el Año Jubilar.
San Juan Pablo II, instituyó para cada
segundo Domingo de Pascua la Fiesta de la Divina Misericordia, por solicitud de
Jesús a Santa Faustina Kowalska. (Diario, 49) y durante la canonización de la
monja polaca, el 30 de Abril del año 2000
Desde entonces el mensaje de la Divina
Misericordia, se ha enraizado en la devoción de millones católicos a nivel
mundial y constituye básicamente el
conjunto de revelaciones que Sor Faustina recibió de Nuestro Señor Jesucristo y
recopiló en un Diario, entre el 22 de febrero de 1931 y su muerte en 1938.
En el Diario Santa Faustina describe la
importancia de la misericordia y del amor de Dios, quien nos quiere a todos sin
importar el tamaño nuestras faltas. La misericordia divina es más grande que
todos nuestros pecados, Dios siempre quiere que nos
acerquemos a Él con confianza y
arrepentimiento y a través de los sacramentos, porque cuanto más confiemos en
Él, más recibiremos su misericordioso amor.
Las prácticas devocionales propuestas en el
diario de Santa Faustina están en
completo acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y su raíz está
firmemente contenida en los cuatro
Evangelios. Así por ejemplo tenemos que
Jesús dijo a Sor Faustina, “Te doy tres formas de ejercer misericordia al
prójimo; la primera -la acción, la
segunda- la palabra y la tercera-la oración. En estas tras formas está
contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del
amor hacia mí”. (Diario, 742).
Todos hemos sido llamados a practicar estas
tres formas de misericordia, pero no todos de la misma manera. Tenemos que orar
y pedirle al Señor, que nos ayude a reconocer las diversas formas con que
podemos poner en práctica Su Misericordia en nuestras vidas diarias, sobre todo
poniendo en práctica las 14 Obras de Misericordia.
Precisamente en este Año Santo de la
Misericordia, convocado por el Papa Francisco, estamos llamados a vivir de modo
especial la misericordia, virtud que nos lleva a sentir con el que sufre, a
solidarizarnos con el que padece, a no ser indiferentes. “Son 14 las obras de
misericordia: siete corporales y siete espirituales, dice el Papa como decían
los antiguos catecismos. Las corporales “dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero (cfr. al inmigrante),
asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos”. Y “no
olvidemos las espirituales”, dice el papa: “dar consejo al que lo necesita,
enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las
ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas (cfr. asistir a los
ancianos y a los enfermos especiales), rogar a Dios por los vivos y los
difuntos”.
Por su parte San Juan Pablo II en su célebre encíclica “Dives in
Misericordia también explica que los límites del mal los delimita la Divina
Misericordia y la necesidad de atender amando al hermano necesitado. “Revelada
en Cristo, la verdad acerca de Dios como «Padre de la misericordia», nos
permite «verlo» especialmente cercano al hombre, sobre todo cuando sufre,
cuando está amenazado en el núcleo mismo de su existencia y de su dignidad.
Debido a esto, en la situación actual de la Iglesia y del mundo, muchos hombres
y muchos ambientes guiados por un vivo sentido de fe se dirigen, yo diría casi
espontáneamente, a la misericordia de Dios”.
“Sed
Apóstoles de la Divina Misericordia”
No sigamos ignorando esta exhortación de
Jesús en este tiempo pascual y en el corazón del Año Jubilar de la Divina
Misericordia, sembremos testimonio con
las prácticas devocionales descritas en el Diario de Sor Faustina, pero sobre
todo aceptando y atendiendo al hermano necesitado y como dijo recientemente el Papa Francisco; “Cuántos rostros,
entonces, tiene la misericordia de Dios!. Ésta se nos muestra como cercanía y
ternura, pero en virtud de ello también como compasión y comunicación, como
consolación y perdón. Quién más la recibe, más está llamado a ofrecerla, a
comunicarla; no se puede tener escondida ni retenida sólo para sí mismo”.
Que los extraordinarios ejemplos y
testimonios de santidad y de apostolado de la Divina Misericordia de Sor
Faustina y del Papa Juan Pablo II, fortalezcan
nuestra fe y nos impulsen a seguir propagando el amor Misericordioso del Padre, revelado
cercana y plenamente a la humanidad en Jesucristo, encarnación del amor creador y
redentor. “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”.
(Lucas 6, 36-38)
Finalmente recordemos que el 17 de agosto
de 2002, el Papa Juan Pablo II celebró la Misa de Consagración del Santuario de
la Divina Misericordia en Lagiewniki –Cracovia, y ahí también consagró el mundo a la Divina
Misericordia expresando: "Deseo
ardientemente que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado a
través de Santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su
corazón de esperanza. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí
debe salir "la chispa que preparará al mundo para su última venida".
A once años del regreso a la casa del Padre
del muy querido San Juan Pablo II y en la gozosa Fiesta del segundo domingo de
Pascua y del Año Jubilar, compartimos la oración de la Consagración del mundo a la Divina Misericordia.
Dios, Padre Misericordioso, que has
revelado Tu Amor en tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el
Espíritu Santo: Te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes de la tierra experimenten Tu Misericordia, para
que en Ti, Dios Uno y Trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre Eterno, por la Dolorosa Pasión y Resurrección de Tu Hijo, Ten
Misericordia de nosotros y del mundo entero. Amén.
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina.
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