Renovados
con la fuerza del Espíritu Santo, continuamos nuestro peregrinar alabando y
bendiciendo al Dios de la vida, al Padre misericordioso, al Hijo Redentor y al Santo
Espíritu consolador. Y con el ejemplo de los primeros discípulos superamos
nuestros miedos y perseverando como Iglesia proclamamos la Buena Nueva de la
salvación. ¨Cuando llegó el día de
Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo sitio…y con él ruido que venía
del cielo…que resonó por toda la casa donde se encontraban…se llenaron todos
del Espíritu Santo y hablaban en otros idiomas…cada quien los oía hablar de las
maravillas de Dios¨(Hechos 2)
Sabiamente
la Iglesia Católica con la riqueza de la liturgia al finalizar el tiempo Pascual,
nos invita a fortalecer nuestra fe y esperanza en Cristo Resucitado que al
ascender y regresar junto al Padre, no nos deja solos y nos regala en la unión
perfecta del amor divino, al Espíritu Santo, dador de vida.
Los Obispos de Latinoaméricareunidos en Puebla
en 1979, afirmaron ¨Jesucristo así como envió el Espíritu Santo a sus apóstoles
el día de Pentecostés, así lo sigue enviando ahora cada día a quienes se
dedican a extender su reino (198). Estamos seguros que la renovación de las
personas y de la sociedad dependerá en primer lugar de la acción del Espíritu
Santo. El hace que el evangelio logre
encarnarse en la historia de cada época (199) Jesús dijo “El Espíritu Santo,
Espíritu de verdad, os llevará hasta la verdad plena¨. Él es el Paráclito que anima a todos los
evangelizadores y los asiste para que lleven al pueblo la verdad total sin
errores y sin limitaciones. (202)
Pero
la acción del Espíritu Santo no empezó en Pentecostés ya venía actuando desde
muchotiempo, porque Dios se revelaba según el Antiguo Testamento a través de la
naturaleza, de los profetas, de los reyes, de jueces, de hombres y mujeres de
¨buena voluntad¨ que oportunamente fueron instrumentos para guiar al pueblo de
Dios, en los inicios de la historia de la salvación.
Posteriormente Dios se hace especialmente presente en Jesús desde su Encarnación y hasta
su Ascensión, él dio testimonio de la presencia del amor y la misericordia del
Padre.Es decir que la Iglesia representada inicialmente por el colegio
apostólico existe desde siempre en el corazón del Padre, es fundada por Jesucristo,santificada
y vivificada continuamente por la tercera persona de la Santísima Trinidad a
partir de Pentecostés, desarrollando su misión evangelizadora, hasta la segunda
venida de Cristo o ¨el final de los tiempos¨.
San Pedro decía, ¨Los hombres santos que
hablaron de parte de Dios, no hablaron por voluntad humana, sino inspirados por
el Espíritu Santo¨. (2Pe 1).
El Espíritu
Santo viene a nosotros no sólo para hacer maravillas visibles, sino sobre todo
para transformar corazones y orientar nuestra vida por los caminos del
Evangelio. Así lo interpretó especialmente San Agustín al decir; El Espíritu Santo es para la Iglesia y para
el cristiano como el alma para el cuerpo. ¿De qué le sirve a uno tener cuerpo
si no tiene alma? Será sólo un cadáver.
Así el cristiano si no tiene Espíritu Santo, tiene nombre de vivo pero está
muerto. Un cristiano es cuerpo, alma y Espíritu Santo¨.
Con el Bautismo recibimos el Espíritu Santo,
que nos convierte en sacerdotes, profetas y reyes, de una forma especial se
reafirma la presencia del Espíritu Santo en la Confirmación, sacramento por
medio del cual recibimos la fortaleza para vivir según las exigencias de la fe
cristiana, y para dar testimonio en
medio del mundo. Recibirán la fuerza
del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos¨. (Hechos 1,8)
Recientemente
el Papa Francisco ha dicho ¨El Espíritu Santo es el que mueve la Iglesia, es
aquel que trabaja en la Iglesia y en nuestros corazones, es el que hace de cada
cristiano una persona distinta a la otra, pero todos en unidad. Es aquel que
nos abre las puertas de par en par y nos invita dar testimonio de Jesús¨.
Envía
Señor, tu Espíritu a renovar la tierra¨
Salmo 103
El
clamor del salmista sigue vigente y como herederos del compromiso de
evangelizar necesitamos que el Espíritu Santo abra nuestra inteligencia y nos
fortalezca para emprender la misión evangelizadora, así como San Pablo
reconoció la misión fundamental del Espíritu Santo en los discípulos y en las
comunidades porque ¨Nadie puede decir:
¡Señor Jesús! , si no es movido por el Espíritu Santo…En cada uno se manifiesta
el Espíritu para el bien común ¨. (1Cor 12,3)
Del tamaño del compromiso evangelizador que
así sea también nuestra invocación y unión con el Espíritu, a través de la oración personal y comunitaria,
frecuentando los sacramentos y meditando la palabra de Dios, donde abundan los
ejemplos de las maravillas que sólo Dios Uno y Trino, puede realizar.
Como
lo dijo San Juan Crisóstomo: ¨Muchos dones nos ha enviado Jesucristo desde el
cielo. Pero ninguno semejante al que nos envió el día de Pentecostés. Y lo más
consolador es que este don sigue siendo enviado cada día a la tierra. Nosotros
enviamos al cielo nuestra oración y nuestra fe y Jesucristo nos responde
enviándonos al Espíritu Santo y sus dones¨.
Así también la obra del Espíritu Santo es
preparar el corazón del hombre para que reciba la redención por parte de Jesús,
invoquemos el apoyo de Nuestra Madre, María en Pentecostés, ella una vez más es
ejemplo fiel de la acción del Espíritu Santo, por ser ¨llena de gracia¨, nos
invita a perseverar orando y trabajando en el camino evangelizador que la
Iglesia inició precisamente junto a ella y los apóstoles reunidos en aquel cenáculo
de Jerusalén y porque según el Papa Emérito Benedicto XVI¨no hay Pentecostés
sin la Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos
“perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres,
de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” -como nos refiere el libro de
los Hechos de los Apóstoles¨ (Regina Coeli, 23 de mayo de 2010),
Finalizando el tiempo pascual y con la
fuerza del Espíritu Santo sigamos celebrando y trabajando en el Año Jubilar de
la Misericordia, cosechando en pro del hermano necesitado las obras de
misericordia y con la dinámica de los frutos espirituales que únicamente el
buen Dios consolador nos puede otorgar: ¨Los
frutos del Espíritu Santo son amor,
gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza¨. (Gálatas
5)
Lcda.
María Espina de Duarte
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