domingo, 22 de mayo de 2016

¨LAS MARAVILLAS DE DIOS´¨ He 2, 11




      Renovados con la fuerza del Espíritu Santo, continuamos nuestro peregrinar alabando y bendiciendo al Dios de la vida, al Padre misericordioso, al Hijo Redentor y al Santo Espíritu consolador. Y con el ejemplo de los primeros discípulos superamos nuestros miedos y perseverando como Iglesia proclamamos la Buena Nueva de la salvación. ¨Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo sitio…y con él ruido que venía del cielo…que resonó por toda la casa donde se encontraban…se llenaron todos del Espíritu Santo y hablaban en otros idiomas…cada quien los oía hablar de las maravillas de Dios¨(Hechos 2)

      Sabiamente la Iglesia Católica con la riqueza de la liturgia al finalizar el tiempo Pascual, nos invita a fortalecer nuestra fe y esperanza en Cristo Resucitado que al ascender y regresar junto al Padre, no nos deja solos y nos regala en la unión perfecta del amor divino, al Espíritu Santo, dador de vida.

      Los Obispos de Latinoaméricareunidos en Puebla en 1979, afirmaron ¨Jesucristo así como envió el Espíritu Santo a sus apóstoles el día de Pentecostés, así lo sigue enviando ahora cada día a quienes se dedican a extender su reino (198). Estamos seguros que la renovación de las personas y de la sociedad dependerá en primer lugar de la acción del Espíritu Santo. El  hace que el evangelio logre encarnarse en la historia de cada época (199) Jesús dijo “El Espíritu Santo, Espíritu de verdad, os llevará hasta la verdad plena¨. Él  es el Paráclito que anima a todos los evangelizadores y los asiste para que lleven al pueblo la verdad total sin errores y sin limitaciones. (202) 

      Pero la acción del Espíritu Santo no empezó en Pentecostés ya venía actuando desde muchotiempo, porque Dios se revelaba según el Antiguo Testamento a través de la naturaleza, de los profetas, de los reyes, de jueces, de hombres y mujeres de ¨buena voluntad¨ que oportunamente fueron instrumentos para guiar al pueblo de Dios, en los inicios de la historia de la salvación. 

      Posteriormente Dios se hace especialmente  presente en Jesús desde su Encarnación y hasta su Ascensión, él dio testimonio de la presencia del amor y la misericordia del Padre.Es decir que la Iglesia representada inicialmente por el colegio apostólico existe desde siempre en el corazón del Padre, es fundada por Jesucristo,santificada y vivificada continuamente por la tercera persona de la Santísima Trinidad a partir de Pentecostés, desarrollando su misión evangelizadora, hasta la segunda venida de Cristo o ¨el final de los tiempos¨.

     San Pedro decía, ¨Los hombres santos que hablaron de parte de Dios, no hablaron por voluntad humana, sino inspirados por el Espíritu Santo¨. (2Pe 1).

      El Espíritu Santo viene a nosotros no sólo para hacer maravillas visibles, sino sobre todo para transformar corazones y orientar nuestra vida por los caminos del Evangelio. Así lo interpretó especialmente San Agustín al decir;   El Espíritu Santo es para la Iglesia y para el cristiano como el alma para el cuerpo. ¿De qué le sirve a uno tener cuerpo si no tiene alma?  Será sólo un cadáver. Así el cristiano si no tiene Espíritu Santo, tiene nombre de vivo pero está muerto. Un cristiano es cuerpo, alma y Espíritu Santo¨.

   Con el Bautismo recibimos el Espíritu Santo, que nos convierte en sacerdotes, profetas y reyes, de una forma especial se reafirma la presencia del Espíritu Santo en la Confirmación, sacramento por medio del cual recibimos la fortaleza para vivir según las exigencias de la fe cristiana, y para dar testimonio  en medio del mundo.   Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán mis testigos¨. (Hechos 1,8)

    Recientemente el Papa Francisco ha dicho ¨El Espíritu Santo es el que mueve la Iglesia, es aquel que trabaja en la Iglesia y en nuestros corazones, es el que hace de cada cristiano una persona distinta a la otra, pero todos en unidad. Es aquel que nos abre las puertas de par en par y nos invita dar testimonio de Jesús¨.

Envía Señor, tu Espíritu a renovar la tierra¨  Salmo 103


     El clamor del salmista sigue vigente y como herederos del compromiso de evangelizar necesitamos que el Espíritu Santo abra nuestra inteligencia y nos fortalezca para emprender la misión evangelizadora, así como San Pablo reconoció la misión fundamental del Espíritu Santo en los discípulos y en las comunidades  porque ¨Nadie puede decir: ¡Señor Jesús! , si no es movido por el Espíritu Santo…En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común ¨. (1Cor 12,3)

      Del tamaño del compromiso evangelizador que así sea también nuestra invocación y unión con el Espíritu, a través  de la oración personal y comunitaria, frecuentando los sacramentos y meditando la palabra de Dios, donde abundan los ejemplos de las maravillas que sólo Dios Uno y Trino, puede realizar.

     Como lo dijo San Juan Crisóstomo: ¨Muchos dones nos ha enviado Jesucristo desde el cielo. Pero ninguno semejante al que nos envió el día de Pentecostés. Y lo más consolador es que este don sigue siendo enviado cada día a la tierra. Nosotros enviamos al cielo nuestra oración y nuestra fe y Jesucristo nos responde enviándonos al Espíritu Santo y sus dones¨. 

      Así también la obra del Espíritu Santo es preparar el corazón del hombre para que reciba la redención por parte de Jesús, invoquemos el apoyo de Nuestra Madre, María en Pentecostés, ella una vez más es ejemplo fiel de la acción del Espíritu Santo, por ser ¨llena de gracia¨, nos invita a perseverar orando y trabajando en el camino evangelizador que la Iglesia inició precisamente junto a ella y los apóstoles reunidos en aquel cenáculo de Jerusalén y porque según el Papa Emérito Benedicto XVI¨no hay Pentecostés sin la Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos “perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” -como nos refiere el libro de los Hechos de los Apóstoles¨ (Regina Coeli, 23 de mayo de 2010), 

      Finalizando el tiempo pascual y con la fuerza del Espíritu Santo sigamos celebrando y trabajando en el Año Jubilar de la Misericordia, cosechando en pro del hermano necesitado las obras de misericordia y con la dinámica de los frutos espirituales que únicamente el buen Dios consolador nos puede otorgar: ¨Los frutos del Espíritu Santo son amor, gozo, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza¨. (Gálatas 5)


Lcda. María Espina de Duarte
@mabelespina



                                        





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