lunes, 20 de marzo de 2017

Selfie Cuaresmal



Con la popularidad de las redes sociales, también se abren camino cada día más las aplicaciones de fotografías, mejor conocidas como Selfies, donde cientos de personas las publican para compartir con sus “seguidores o contactos”, situaciones cotidianas.

  Selfie es un término inglés que se emplea como sinónimo de “autofoto o autorretrato” y tiene más de un siglo de antigüedad, pero su auge se produjo a partir del año  2000, con el uso de las cámaras digitales y los teléfonos celulares o móviles. 

   A pesar de tratarse de una acción aparentemente espontánea y carente de técnica, la realidad es que este tipo de fotografías se ha convertido en uno de los elementos básicos de comunicación gráfica de los últimos tiempos, razón por la cual existe mucho más contenido del que podemos apreciar a simple vista.

  Como ejemplo tenemos al propio Papa Francisco, quien en sus visitas pastorales o desde la Plaza San Pedro, en reiteradas ocasiones ha compartido Selfies con jóvenes y adultos,  por su claro interés de aprovechar el avance tecnológico en su misión evangelizadora, para revitalizar la fe católica y atraer nuevos creyentes.

   Por eso la invitación para aprovechar este recurso de la comunicación gráfica para evangelizar, sobre todo en este tiempo de Cuaresma y para cada momento de nuestra vida en general. Más allá de preparar nuestra mejor postura ante la cámara,  brindemos el mejor testimonio o Selfie Cuaresmal  posible para Dios y sobre todo para el prójimo.

   En el inicio del camino cuaresmal, el Papa Francisco dijo que “es un tiempo de esperanza que requiere empeño porque “nadie va al Paraíso en carroza”. Por eso “Cada paso, cada cansancio, cada prueba, cada caída, todo tiene solo sentido en el interior del diseño de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor”. Nuestra salvación es ciertamente don suyo y porque es una historia de amor requiere nuestro ‘sí’ y nuestra participación, como nos demuestra nuestra Madre María y después todos los santos”. (Homilía; 01-03-2017)

   Ya estamos en la tercera semana de Cuaresma y vale la pena evaluar el camino recorrido, si es más de lo mismo o si al contrario la oración, la limosna y el ayuno practicado con mayor fervor, han enriquecido nuestra vida como un manantial del que brota vida, amor y sobre todo caridad.

    En la liturgia dominical Jesús sale a nuestro encuentro, como salió un día al encuentro de la mujer samaritana, ofreciéndonos la posibilidad de renovar nuestras vidas. La mujer samaritana simboliza todas nuestras ansias, limitaciones y necesidades que sólo en Jesús obtienen respuesta y atención.

   La Cuaresma es el tiempo oportuno para mirarse dentro, para hacer surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así: “Jesús dame de esa agua así no tendré más sed”. Papa Francisco, (Ángelus: 23-03-2014)

   Cansado del camino, Jesús se sienta junto al pozo de Jacob, donde llega una mujer a sacar agua, de Sicar  un pueblo semi-pagano, despreciado por los judíos, pero Jesús superando los perjuicios y con espontaneidad inicia el diálogo diciéndole; “Mujer, dame de beber”. (Jn 4,7). O como reflexionaba  San Agustín, «Aquel que pedía de beber, tenía sed de la fe de aquella mujer»

   En el encuentro con la Samaritana, podemos identificarnos porque Jesús nos espera especialmente en este tiempo de Cuaresma, para hablarnos al corazón, escuchando especialmente su voz que nos dice: “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, tú le pedirías a él y él te daría agua viva". (Jn 4, 10-11)

   Recordemos que la conversión del pecador sólo se da al experimentar esencialmente el amor y la misericordia  de Dios, pero también entendemos en el relato del evangelio que se trata de un encuentro penitencial en el que Jesús como maestro y un buen confesor, conociendo la vida personal de la mujer samaritana, le habla del «Agua viva» capaz de saciar la sed y de convertirse en ella en un «manantial de agua que salta hasta la vida eterna». (Jn 4, 13-15)
 
   Además Jesús le revela que había llegado la hora de cambiar de vida y de adorar al único Dios verdadero en espíritu y en verdad, “Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". (Jn 4, 23) 

   Ella reconoce a Jesús como “profeta” y deja su cántaro porque ya no necesita agua del pozo, ya tiene la fuente de la vida eterna y su deseo es ir y compartir esta fe con los demás, como nueva evangelizadora; “Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia a donde Él estaba”. (Jn 4,28-30)

   Porque seguramente como aquella mujer samaritana, otras personas en ese pueblo también buscaban ese manantial de vida eterna y querían que el vacío de su corazón fuera sanado con algo diferente y eterno .No con cosas pasajeras como los vicios, las drogas, el placer, el dinero, entre otros.

   Pero finalmente escuchamos las palabras de nuestro Señor Jesucristo que dice: "Levantad los ojos y contemplad los campos que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador" (Jn 4, 35-36).

   Inicialmente la mujer sólo veía en Jesús a un viajero cansado, sin medios para sacar agua del pozo y calmar su sed, así de la misma manera, muchos siguen creyendo en un Cristo crucificado, vencido aparentemente, que en sus últimos momentos de vida volvía a repetir en medio de su agonía la misma frase: "Tengo sed" (Jn 19:28).

   Que el ejemplo de la mujer samaritana nos permita profundizar y reflexionar sobre nuestro compromiso cristiano que estamos renovando desde el pasado miércoles de ceniza, como un camino que nos lleve al misterio más profundo de nuestra fe; la muerte y la resurrección de nuestro Señor. 

   Pidamos a Dios la gracia de prepararnos espiritualmente  para  vivir la Pascua no como espectadores sino unidos a Jesús para poder pasar, junto a él, de la muerte, del pecado, del odio, del egoísmo, del desaliento, a la vida nueva, renovada, a una sociedad más justa y esperanzada, como dice San Pablo “apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios”. (Rom 5,5)

   Por lo tanto ofrezcamos un verdadero testimonio cristiano, posando siempre con el rostro resplandeciente y siempre victorioso ante las pruebas de fe. Sobre todo con el entusiasmo de practicar la caridad y compartir nuestro mejor Selfie Cuaresmal,  ante Dios y a nuestros hermanos.

   “El episodio de la samaritana delinea el itinerario de fe que todos
 estamos llamados a recorrer. También hoy Jesús "está sediento", es decir, desea la fe y el amor de la humanidad. Del encuentro personal con él, reconocido y acogido como Mesías, nace la adhesión a su mensaje de salvación y el deseo de difundirlo en el mundo”. San Juan Pablo II (Homilía, 03-03-2002)



Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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