viernes, 15 de diciembre de 2017

Adviento: Un camino de Amar y Servicio.



   Ya avanzado el tiempo de Adviento  y acercándonos a la Navidad,   nos corresponde  recorrer también los senderos del amor y el servicio.
    Probablemente la preparación a la Navidad la relacionamos más con concelebración, decoraciones luminosas, intercambio de regalos, posadas, parrandas, aguinaldos, en fin todo aquello festivo y sublime a la vez por tratarse del nacimiento del niño Dios.

    Pero si ahondamos en la trascendencia  de esta etapa de la historia de la salvación, percibimos que Dios como padre y autor también nos invita a vivir la caridad y la misericordia hacia nuestros  semejantes, con un espíritu por demás alegre.
   Así como lo plantea el Papa Francisco, 


En el servicio humilde está la fuerza y la alegría del cristiano”. (Homilía: 11-11-2014)




   Nuestro servicio, fruto de un auténtico amor es alimento para el alma, motor para la vida y  vinculo de la misericordia de Dios hacia los demás.
   El Señor está cerca y va iluminando con su presencia los momentos más dolorosos y contradictorios del ser humano. Por lo tanto como laicos comprometidos aprovechemos este tiempo de Adviento especialmente para propagar el amor a través del servicio, pero no un servicio a la medida de nuestra comodidad, sino a imitación del amor del niño Dios, un servicio gratuito, liberador y sobre todo solidario.

   Amar y servir es la mejor combinación que todos los cristianos podemos  y debemos brindar a los demás. Como dijo Santa Teresa de Calcuta: “Amar al prójimo debe ser tan natural como vivir y respirar”.
   El Adviento ante todo evoca amor, agradecimiento, esperanza. La liturgia del Adviento  nos invita a seguir el ejemplo de los antiguos profetas como Isaías, Juan  el Bautista y como San José y María, ellos es sus respectivas circunstancias creyeron, anunciaron y esperaron gozosos la llegada del Niño Dios y  abrazaron la vida, haciéndola fértil y dando a luz un testimonio de amor y servicio.


   “En ese Niño se manifiesta el Dios-Amor: Dios viene sin armas, sin la fuerza, porque no pretende conquistar, por decir así, desde fuera, sino que quiere más bien ser acogido libremente por el hombre; Dios se hace Niño inerme para vencer la soberbia, la violencia, el afán de poseer del hombre. En Jesús, Dios asumió esta condición pobre y conmovedora para vencer con el amor y llevarnos a nuestra verdadera identidad”. (Papa Emérito Benedicto XVI, Homilía: 23-12-2009)


   Nuestra sociedad necesita personas preocupadas por ayudar a los demás, así igualmente al compartir y celebrar  con familiares y amigos la preparación a la Navidad, también asúmanos el reto de hacer vivir y transmitir  esa experiencia del amor de Dios al contemplarle presente en el Niño Dios, que va a nacer de María en Belén.
   Seamos portavoces de la vida, el amor y el servicio porque Dios nos ama profundamente y sin distinciones; nos llama a la amistad con él. Dios está cerca, está con nosotros, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel. Aún más esta alegría permanece también en la prueba, incluso en el sufrimiento.


   “A quien abre el corazón a este “niño envuelto en pañales” y acostado “en un pesebre” (cf. Lc 2, 12), él le brinda la posibilidad de mirar de un modo nuevo las realidades de cada día. Podrá gustar la fuerza de la fascinación interior del amor de Dios, que logra transformar en alegría incluso el dolor”. (Papa Emérito Benedicto XVI, Homilía: 24-12-2006).


   El Adviento nos invita a tomar conciencia de esta verdad y a actuar de acuerdo con ella, porque proclamar a Jesucristo es el mejor servicio que podemos brindar a nuestros hermanos.
    No olvidemos que en Adviento la Iglesia Católica nos llama a perseverar, vigilar y a estar despiertos para recibir a Cristo que pasa, a Cristo que renace entre su pueblo. Por eso ayudemos a retomar la verdadera esencia de estas fiestas más allá del materialismo y el consumo que nos ofrece el mundo.



Tiempo de Adviento


Tiempo de Adviento, Tiempo de espera.

Dios que se acerca,

Dios que ya llega.

Esperanza del pueblo, la vida nueva.

El Reino nace, don y tarea.

Te cantamos Padre bueno a la esperanza.

Con María, ayúdanos Señor, a vivir generosos en la entrega,

A ofrecer nuestra vida como ella, a escuchar tu Palabra en todo tiempo,

a practicar sin descanso el Evangelio, ayúdanos a vivir solidarios con los que sufren, con quienes hoy como ayer en Belén no tienen lugar.  

Con Jesús niño-Dios, ayúdanos Señor,

a abrigar la esperanza que nace en cada Adviento, a escuchar los clamores de tu pueblo,

A regar con nuestras vidas la semilla de tu Reino, a ser Mensajeros de tu Amor,

A construir comunidades de servicio y oración. Amén



Marcelo A. Murúa.




Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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