
Roguemos a Dios y esperemos en su misericordia. No declaremos, ni decretemos.
Vivimos inmersos en una diversidad de culturas y
manifestaciones religiosas que , si bien son enriquecedoras en términos
muy amplios, son un riesgo a la propia fe si nos aproximamos a ellas con
la curiosidad de la esponja.
El respeto necesario y suficiente por la diversidad no autoriza el sincretismo pragmático en el que puede tornarse la espiritualidad de quien toma elementos 'simpáticos' y 'agradables' de por aquí y de por allá para vivir una espiritualidad confeccionada como una colcha de retazos muchas veces contrarios a la propia fe.
*Así, por ejemplo, es importante que los cristianos
tengamos presente que la oración no es un ejercicio psicológico, ni
siquiera afectivo, sino un vinculo de comunión, de comunicación con la
persona divina o con las personas divinas. Tambien es importante tener
presente que la oración no es un acto declarativo ni un decreto de
buenas energías o actitudes mentales.*
Si bien es cierto que la afirmación positiva favorece la
convicción psicológica y emocional en el logro de metas y objetivos, la
oración 'declarativa' no pertenece al ámbito de la espiritualidad
cristiana y más bien se acerca al borde de lo herético.
Padre Alberto Gutiérrez.
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