viernes, 16 de febrero de 2018

En Cuaresma…



¡A descongelar el amor!



   Nuevamente la Cuaresma sale a nuestro encuentro para encaminarnos hacia  la Pascua, haciendo un alto en la vida rutinaria para evaluar nuestra fe y  purificar el corazón, quitando todo aquello que no nos deja avanzar, corrigiendo todos los miedos y vicios que nos impiden crecer y para cosechar los frutos de santidad que Dios espera de nosotros. 

   Como afirmaba el Cardenal italiano Giacomo Biffi: 

“Cuaresma es un ‘camino’: un camino que comienza desde la oscuridad y llega a la luz”.

   Como sabemos la Cuaresma es un tiempo simbólico de cuarenta días que responde a lo que nos dice el evangelista Mateo (Mt 4, 1) que: "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto",  antes de comenzar su misión pública. Para la Iglesia es un tiempo de preparación para la celebración de la Pascua, en el que los fieles cristianos deben vivificar la fe, avivar la esperanza y acrecentar la caridad.

   Para esta Cuaresma 2018, el Papa Francisco especialmente nos invita a descongelar el amor, con una dosis especial del “dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno”. Tomando en cuenta el afán social de poseer y tener, mediante este mensaje su Santidad desea, “ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia”; y lo hace inspirándose en una expresión de Jesús según el Evangelio de Mateo: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría” (Cf. Mt 24, 12).

   El materialismo consumista nos ha llevado a menospreciar los valores del Reino de Dios, a disociar la fe de la vida, a olvidar que el hombre no vive solo de pan sino también de la palabra de Dios, en resumen es la lucha del "SER" sobre el "TENER".

   El Papa Francisco nos advierte de la cantidad de “hombres y mujeres” que “viven como encantados por la ilusión del dinero” y “que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos”.

   ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?, responde el Papa Francisco citando el Evangelio – cuando hay avidez por el dinero; a esta “le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él”.

   Igualmente todo esto se “transforma en violencia que se dirige contra el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”.

   El amor se enfría también en nuestras comunidades debido a “la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero”.

    De manera especial en este tiempo cuaresmal debemos saber diferenciar a “los falsos profetas”, que son como “encantadores de serpientes y charlatanes”, que “se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren”, ofreciendo soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que resultan ser completamente inútiles y hasta quitan lo más valioso del ser humano, es decir: “la dignidad, la libertad y la capacidad de amar”.

  Ante esta realidad que nos envuelve a todos y tomando en cuenta la importancia del camino cuaresmal, seguimos escrudiñando el mensaje del Papa Francisco y encontramos una propuesta que no debemos pasar por alto. En palabras del Sumo Pontífice la Iglesia, en su carácter de “madre y maestra”, nos invita a avivar el fuego de la Pascua y también,

 nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno”.

   Así al dedicar más tiempo a la oración hace que, “nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios”, que es nuestro Padre y que desea la vida para nosotros. 

   Con el ejercicio de la limosna, “nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano”. Mientras el ayuno, “debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”.

   Al disponernos, un año más, a celebrar la Santa Cuaresma, reflexionemos especialmente sobre el mensaje papal: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría”. Y renovemos las fuerzas en el camino cuaresmal hacia la Pascua, con pasos firmes de las prácticas penitenciales de la oración, el ayuno y la limosna, como dulce remedio para descongelar el amor, actualmente acechado por las frías corrientes del materialismo y la codicia. 

Lcda. María Espina de Duarte.
Twitter: @mabelespina

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