En diversas circunstancias de la vida
diaria, se ponen a prueba nuestras capacidades físicas y espirituales. Sobre
todo para quienes optamos por avanzar en el camino cuaresmal que nos conduce a
la Pascua, es decir, al encuentro seguro con Jesús resucitado.
Por lo tanto así como optamos por la
actividad física con rutinas frecuentes de ejercicios para conservar el cuerpo
en forma, también tenemos que prepararnos para el intenso combate de cada día,
en el moderno gimnasio espiritual de la Cuaresma.
La Iglesia nos invita anualmente a vivir la
Cuaresma en el amor de Jesús, orando, asumiendo y confesando los pecados, escuchando
y meditando la Palabra de Dios, participando activamente en cada una de las
celebraciones porque, principalmente nuestra conversión, penitencia y buenas
obras, en este tiempo litúrgico, nos ayudan a ejercitarnos espiritualmente.
“En el hombre, porque es un ser compuesto de espíritu y cuerpo, existe cierta tensión, tiene lugar una lucha de tendencias entre el espíritu y la carne. Pero, en realidad, esta lucha pertenece a la herencia del pecado. Es una consecuencia de él, y al mismo tiempo una confirmación. Forma parte de la experiencia cotidiana del combate espiritual”. (Catecismo: #2516).
En
Cuaresma vale la pena animarse y perseverar para ejercitar nuestra vida
espiritual, porque al entrenar en un gimnasio por vez primera, no es fácil y
aun con el cuerpo adolorido hay que adaptarse poco a poco, hasta crearse el
hábito y fortalecer los músculos.
Con la vida espiritual pasa lo mismo: hace falta hacer un esfuerzo
inicial, pero después se vive especialmente, menos atado a vicios y pecados,
teniendo como entrenador al mismo
Espíritu Santo, que va haciendo la obra en nosotros.
Recientemente el Arzobispo Emérito de Sucre, (Bolivia),
Mons. Jesús Pérez, invitó a descubrir que en Cuaresma, la Palabra de Dios y las
enseñanzas de la Iglesia: “nos invitan a entrar en un gimnasio
auténtico, válido y necesario para todos, donde se renueven y acrecienten
nuestros músculos espirituales, para encontrarnos con Dios en mayor
profundidad. En este gimnasio espiritual la Iglesia orienta a sus hijos a vivir
con obras concretas lo que Jesús sintetiza: en la oración, el ayuno y las obras
de misericordia”.
Tomemos las palabras de
Monseñor Pérez, como inspiración para
impulsar nuestra experiencia cuaresmal de cara a la voluntad de Dios,
dejando a un lado los ruidos y obstáculos que nos impiden crecer
espiritualmente, que no se trate de una Cuaresma más, sino de un tiempo de gran
espiritualidad por amor a Dios y al
prójimo.
Así
como ejercitar el cuerpo nos mantiene saludables y en óptimas condiciones
físicas, los ejercicios o prácticas espirituales propias del tiempo cuaresmal,
nos permitan vivir una plena conversión, corrigiendo los malos hábitos o vicios,
fortaleciendo la fe y practicando las obras de misericordia.

No hay dudas que nuestros esfuerzos
personales, combinados con la gracia de Dios, fortalecerán los “músculos
espirituales”, en la cuenta regresiva para el renacer pascual.
“Un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana. Todos nuestros deleites y regalos han de ser ejercitarnos en las obras de piedad cristiana, y procurar mucho mantenernos con manjares que esfuerzan a las almas para subir al cielo”. San León Magno
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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