cuando la fiesta es un celebrar gozoso el día grande: Pentecostés;cuando llevamos en nuestras manos un resplandor de luz,en nuestro pecho vive y palpita el que murió en la cruz.Cuando el Señor alienta en nosotros siempre es Pentecostés.Cuando el amor nos lanza a la vida siempre es Pentecostés”.
A modo de introducción compartimos parte de
la canción del Padre Cesáreo Gabaráin: Siempre es Pentecostés, para
reflexionar especialmente sobre lo valioso que es sentirse bajo la acción
permanente del Espíritu Santo.
Con los dones y frutos espirituales la vida
del creyente se diferencia de los demás, al dejarse guiar por el Espíritu Santo
en la vida cotidiana, como un sello de distinción que nos regala Dios para
hacernos más llevadera la pesada cruz en la
vida terrenal.
Sin embargo muchos por desconocimiento y
otros más por incredulidad, le restan importancia a la tercera persona de la
Santísima Trinidad, perdiendo así grandes beneficios.
Celebramos PENTECOSTES, según la
palabra griega pentecostés traducida literalmente quiere decir: «fiesta
del día cincuenta». Pero específicamente nuestra fiesta, cincuenta días
después de la Resurrección de Jesús, es por el nacimiento de la Iglesia con la
Virgen María junto a los Apóstoles, que
superando los temores y dudas sembraron la palabra de Dios, para que hoy en día
continuemos cosechando los frutos del Evangelio.
Con la Fiesta de Pentecostés, renovamos
la gracia que recibimos al ser
bautizados, renace la Iglesia y se reimpulsa la labor evangelizadora. Así tenemos
más razones para renovar nuestra profesión de fe:
"Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida".
Celebramos el don pascual que Jesús nos
brinda desde su Resurrección, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo, con
la acción permanente de dar y comunicar su espíritu de vida nueva, por eso
cuando sopla sobre sus discípulos les comunica el don para perdonar los pecados
y recibir la fuerza para evangelizar:
“Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. Reciban el Espíritu Santo”. (Jn 20,19)
A nosotros nos toca hoy implorar y acoger
ese Don divino, para dejarnos renovar
con el fuego de su amor y así arder de celo por el Evangelio. Porque la acción de Espíritu Santo es permanente y
siempre será Pentecostés en la medida que oremos, frecuentemos los sacramentos,
evangelicemos y busquemos siempre esa armonía espiritual que sólo Dios nos da.
Siempre es Pentecostés, en la media que los
carismas, servicios y dones, estén al
servicio del prójimo y donde las diferencias de opiniones o de ideas
no impidan dar lo mejor para Dios.
Por
lo tanto ánimo y a celebrar siempre Pentecostés, aún en los momentos difíciles,
en las pruebas de fe o ante el silencio de Dios, buscando siempre la ayuda del gran inspirador
de la Iglesia, quien nos estimula, fortalece y guía para seguir cumpliendo el compromiso de vida cristiana.
Incluso podemos llamarle de varias maneras: Espíritu
Santo, Fuego que procede del Fuego, luz santificadora, amable huésped del alma,
el Consolador, Santificador, Paráclito, Espíritu de la verdad, Señor y dador de
vida. Para profundizar nuestra comunión con él, gozar siempre de sus dones
y seguir cantando como el Padre Gabaráin,
porque siempre es Pentecostés.
No nos separan lenguas ni razas, nuestra consigna es seren el mundo un testimonio porque es Pentecostés.Cuando la fuerza que estaba oculta vence con su poder nuestros temores,Nuestro egoísmo, siempre es Pentecostés.Cuando aceptamos ser levadura y llama que quiere arder,nos vinculamos más a la Iglesia porque es Pentecostés”.
Lcda.
María Espina de Duarte
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