domingo, 20 de mayo de 2018

Siempre es Pentecostés…



 “Cuando rezamos, cuando cantamos,
cuando la fiesta es un celebrar gozoso el día grande: Pentecostés;
cuando llevamos en nuestras manos un resplandor de luz,
en nuestro pecho vive y palpita el que murió en la cruz.
Cuando el Señor alienta en nosotros siempre es Pentecostés.
Cuando el amor nos lanza a la vida siempre es Pentecostés”.


   A modo de introducción compartimos parte de
la canción del Padre Cesáreo Gabaráin: Siempre es Pentecostés, para reflexionar especialmente sobre lo valioso que es sentirse bajo la acción permanente del Espíritu Santo.
   Con los dones y frutos espirituales la vida del creyente se diferencia de los demás, al dejarse guiar por el Espíritu Santo en la vida cotidiana, como un sello de distinción que nos regala Dios para hacernos más llevadera la pesada cruz en la  vida terrenal. 

   Sin embargo muchos por desconocimiento y otros más por incredulidad, le restan importancia a la tercera persona de la Santísima Trinidad, perdiendo así grandes beneficios.
    Celebramos PENTECOSTES, según la palabra griega pentecostés traducida literalmente quiere decir: «fiesta del día cincuenta». Pero específicamente nuestra fiesta, cincuenta días después de la Resurrección de Jesús, es por el nacimiento de la Iglesia con la Virgen María junto a los Apóstoles,  que superando los temores y dudas sembraron la palabra de Dios, para que hoy en día continuemos cosechando los frutos del Evangelio.

   Con la Fiesta de Pentecostés, renovamos la  gracia que recibimos al ser bautizados, renace la Iglesia y se reimpulsa la labor evangelizadora. Así tenemos más razones para renovar nuestra profesión de fe:


 "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida".


   Celebramos el don pascual que Jesús nos brinda desde su Resurrección, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo, con la acción permanente de dar y comunicar su espíritu de vida nueva, por eso cuando sopla sobre sus discípulos les comunica el don para perdonar los pecados y recibir la fuerza para evangelizar: 


“Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. Reciban el Espíritu Santo”. (Jn 20,19)


   A nosotros nos toca hoy implorar y acoger ese Don divino, para  dejarnos renovar con el fuego de su amor y así arder de celo por el Evangelio. Porque  la acción de Espíritu Santo es permanente y siempre será Pentecostés en la medida que oremos, frecuentemos los sacramentos, evangelicemos y busquemos siempre esa armonía espiritual que sólo Dios nos da.
    Siempre es Pentecostés, en la media que los carismas, servicios y dones, estén  al servicio del prójimo  y  donde las diferencias de opiniones o de ideas no impidan  dar lo mejor para Dios.

    Por lo tanto ánimo y a celebrar siempre Pentecostés, aún en los momentos difíciles, en las pruebas de fe o ante el silencio de Dios,  buscando siempre la ayuda del gran inspirador de la Iglesia, quien nos estimula, fortalece y guía para seguir cumpliendo el  compromiso de vida cristiana.
   Incluso podemos llamarle de varias maneras: Espíritu Santo, Fuego que procede del Fuego, luz santificadora, amable huésped del alma, el Consolador, Santificador, Paráclito, Espíritu de la verdad, Señor y dador de vida. Para profundizar nuestra comunión con él, gozar siempre de sus dones y  seguir cantando como el Padre Gabaráin, porque siempre es Pentecostés.


“Cuando los hijos ya van creciendo y dicen que quieren ser miembros de Cristo y de su Iglesia, siempre es Pentecostés.
No nos separan lenguas ni razas, nuestra consigna es ser
en el mundo un testimonio porque es Pentecostés.
Cuando la fuerza que estaba oculta vence con su poder nuestros temores,
Nuestro egoísmo, siempre es Pentecostés.
Cuando aceptamos ser levadura y llama que quiere arder,
nos vinculamos más a la Iglesia porque es Pentecostés”.



Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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