Perdona, porque gracias a que te entregaron a las manos de tus enemigos, aprendiste que tu único enemigo eres tú mismo. También porque, a pesar de que te hicieron injusticia y levantaron calumnia en tu contra, encontraste que la justicia más grande es aquella que no se espera.
Perdona, porque a pesar de que sabían que la verdad estaba de tu lado, guardaron un silencio cómplice que te rompió el corazón; ese silencio te hizo rechazar aún más la injusticia y la falsedad.
Perdona, porque gracias a la ingratitud, descubriste que el verdadero amor es aquel que se da hasta la muerte sin negarse al sufrimiento.
Perdona, porque a pesar de que te rodearon de mentiras, aprendiste a amar de verdad.
Perdona, porque en la absurda debilidad de otros has logrado descubrir la tuya propia para hacerte fuerte. También porque gracias al abandono aprendiste que nadie está jamás solo en la vida.
Perdona, porque gracias a la indiferencia sufrida aprendiste a mirar a los otros con atenta generosidad.
Perdona, porque al plenar tu corazón de tristeza te ayudaron a mirar en los ojos de los tristes las penas que los agobian. Eso te ha hecho más humano y solidario.
Perdona porque a pesar de la traición incomprensible has podido permanecer fiel en el amor.
Perdona, porque al dejar tanto frío en tu alma, te hicieron buscar el calor del amor que supera todas tus debilidades.
Perdona, porque no debes permitir que la ingratitud llene tu corazón de resentimiento.
Perdona y da las gracias, porque al hacerte sufrir, te han hecho más fuerte y has aprendido a valorar mucho más el verdadero amor y lo que él significa.
Perdona, porque la falta de perdón se convierte en un yugo insufrible que te mantiene atado al dolor y te hace esclavo de quien te hace mal.
Perdona, porque el perdón te hace grande.
Que el perdón sincera y profundamente sentido y valorado te llene de energía y fuerza que potencie tu corazón con nuevas esperanzas y nuevas ilusiones.
Vuelve a sonreír, vuelve a mirar el mundo con alegría. El amor se queda en ti, ese misterio de entrega que te hace continuar tu viaje llenando tus caminos de fe y confianza en ti mismo es el que le da nuevo sentido a tus días y te libera de esclavitudes.
En definitiva, perdona, porque el perdón es la experiencia más liberadora y gratificante que puede el espíritu experimentar. Esa experiencia te hace flotar por encima de banalidades y pequeñeces y te prepara al encuentro con lo superior, con aquellas realidades que superan todas las miserias humanas y te proyectan al infinito en una percepción absolutamente nueva de la vida.
Hoy, por todas esas razones, perdona.
Padre Alberto Gutiérrez
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