jueves, 21 de febrero de 2019

Los milagros cotidianos, son una bendición.

   Al despertar cada día en armonía con la hermana naturaleza, independientemente de las circunstancias propias de cada quien, es una bendición de Dios  Todopoderoso que nos invita a seguir recorriendo con fe y esperanza, el camino terrenal de verdad y vida.

    Los milagros sí existen y ocurren todos los días, porque Dios no se cansa de sorprendernos y de bendecirnos con detalles milagrosos, que están a la vista del creyente humilde que en medio de su necesidad, enfermedad u problema, es dichoso porque confía en Dios.

   Desde una sencilla sonrisa hasta un sorprendente hecho sobrenatural,  pueden representar en un momento determinado, la obra milagrosa de Dios, en respuesta a la súplica perseverante y confiada de sus hijos.

   Como dice el Papa Francisco: 
 
"En la familia los milagros se hacen con lo que hay, con lo que somos". (Homilía; 30-01-2015)

   Por lo tanto depende del tamaño de nuestra fe, que podamos reconocer o no, la obra milagrosa de Dios manifestada diariamente por el bien de todos.

    Así como lo relatan los Evangelios, cuando Jesús siempre sintiendo compasión por los más necesitados, obró milagros para liberar de la esclavitud del pecado a tantos enfermos, endemoniados incluso hasta muertos.

   Porque la acción milagrosa dé Jesús, nos revela un anticipo de la salvación  para todo creyente que cada día es capaz de reconocer, agradecer y sobretodo compartir las bendiciones que sólo el amor divino nos concede con sus detalles milagrosos, porque Dios  nunca defrauda.
 
    "Todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que toca, se le abre".
 (Mateo 7,8)
    
Lcda. María Isabel Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina.

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