lunes, 17 de junio de 2013

Pecados Capitales... La Envidia



Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: 
libertad sexual, impurezas y desvergüenzas; 
culto de los ídolos y magia; odios, ira y violencias; 
celos, furores, ambiciones, divisiones, sectarismo y envidias; borracheras, 
orgías y cosas semejantes. 
Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas 
no heredarán el Reino de Dios.
Gálatas 5, 19-21



            La Enviada está definida como el Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento. (Catecismo de la Iglesia Católica No. 2539)

            Es también la alegría que se llega a sentir cuando a otra persona le va mal. Eres envidioso cuando te comparas con los demás y nada mas estás viendo lo que el de junto hace o tiene y tú no. Cuando te da coraje que al vecino le va mejor que a ti; cuando la rabia te carcome porque tu amiga ni dieta hace y está hecha un palo; cuando te da gusto que al “condenado” de tu compadre que tan mal se ha portado contigo le robaron algunas pertenencias...
            Puede presentarse de varias maneras:
Ø  Comparar los bienes o males míos con los de los demás.  Ya la comparación es un inicio de la envidia.
Ø  Resentir las cualidades, bienes o logros de otro, porque yo no los tengo.
Ø  Desear tener los bienes materiales, intelectuales, físicos de los demás.  Esto va en la línea de la codicia.
Ø  Desear que los demás no tengan los bienes que tienen, porque yo no los tengo.

            La envidia es un pecado muy escondido: casi nunca la persona envidiosa habla de estos sentimientos y pocas veces se manifiestan abiertamente.  Por eso es difícil detectar la envidia.  La envidia forma parte de los malos pensamientos, que las personas suelen pensar que son sólo de lujuria.


            Otro problema para detectarla es porque el envidioso se siente con derecho a serlo: pareciera un sentimiento natural, necesario, y no suele verlo como pecado. Sólo si la envidia se materializa haciendo daño al otro pueda que el envidioso se dé cuenta. Pero pudiera ser puesta en evidencia la envidia cuando buscamos criticar y hasta calumniar al otro para disminuirlo ante los demás.



Contra la ENVIDIA – La Virtud de la CARIDAD

            La Caridad es la tercera y principal de las Virtudes Teologales. La caridad es el amor de Dios habitando en el corazón; amando de verdad a todos nuestros hermanos, los que nos caen bien y los que no. Es siempre desear el bien de los otros.

            La Caridad tiene muchas vertientes: Suele entenderse comúnmente como un acto o sentimiento benéfico de ayuda al prójimo. Pocas veces se entiende en su esencia: Caridad significa Amor de Dios.  La Caridad es, entonces, una Virtud Teologal por la que la persona puede amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo con ese Amor con que Dios le ama y con que la persona ama a Dios.

            La caridad también puede significar un acto de oblación (ofrenda y/o sacrificio que se hace a Dios) o de entrega al prójimo.  Es el darse de que habla San Pablo. Pero vista la caridad como opuesta a la envidia consiste en desear siempre el bien del otro.  Y ese deseo o búsqueda del bien del otro puede llegar -inclusive- a nivel heroico cuando se procura el bien del otro, antes o por encima del bien propio.



El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. 
Estas son cosas que no condena ninguna Ley. 
Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus impulsos y deseos; 
si ahora vivimos según el espíritu, 
dejémonos guiar por el Espíritu; 
depongamos toda vanagloria, 
dejemos de querer ser más que los demás y de ser celosos.
Gálatas 5, 22-26

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