“El
espíritu está pronto pero la carne es débil”
(Mateo 26,41)
La acedía o pereza espiritual llega
a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino (Catecismo de la Iglesia Católica
No. 2094). Los Padres espirituales entienden por ella una forma de aspereza o
desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis (Reglas y
prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud), al
descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. La Pereza es la
flojera que te lleva a descuidar tus obligaciones. Falta culpable de esfuerzo fisico
o espiritual; acedia, ociosidad.
La pereza es el desgano culpable en
el cumplimiento de las obligaciones, en el trabajo y en el estudio. Incluye la
ociosidad, que –como dice el dicho- es la madre de todos los vicios. Incluye la postergación culposa: dejar para
mañana lo que se puede hacer hoy. Se considera acedia o pereza espiritual,
cuando hay falta de interés en los bienes espirituales y el desgano para
responder a las gracias divinas. Se es perezoso cuando impulsados por
la flojera dejamos de hacer lo que sabemos que debemos hacer, porque estamos
descansando tan rico, porque mejor lo hacemos luego.
El Catecismo de la Iglesia Católica la
nombra acentuando la í: acedía, y la clasifica entre los
pecados contra el Amor a Dios, pecados contra la Caridad, considerado como
pecado capital porque da origen a otros pecados y ellos son:
ü
La
indiferencia
ü
La
ingratitud
ü
La
tibieza
ü
La
acedía
ü
El
odio a Dios
No existe una manera de
relacionarlos entre sí, ni cómo un pecado lleva al otro, sólo que los cinco se
resumen en uno solo, la Pereza. Lo que sí tenemos por cierto, que en cuanto al odio
a Dios no es más que su culminación y última consecuencia. Recordemos
lo que nos dice el Señor a través de su Palabra: "...tengo contra ti que has
perdido tu amor de antes" (Apocalipsis 2, 4); "puesto que no eres frío ni
caliente, voy a vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3, 16).
Al atacar la vitalidad de las
relaciones con Dios, la pereza o la acedia conlleva consecuencias desastrosas
para toda la vida moral y espiritual. Disipa el tesoro de todas las virtudes, oponiéndose
directamente a la caridad, pero también a la esperanza, a la fortaleza, a la
sabiduría y sobre todo a la religión, a la devoción, al fervor, al amor de Dios
y a su gozo.
Se puede pecar de diversas maneras
contra el amor de Dios.
ü
La
indiferencia
descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción
preveniente y niega su fuerza.
ü
La
ingratitud
omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor.
ü
La
tibieza
es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la
negación a entregarse al movimiento de la caridad.
ü
La
acedía
o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a
sentir horror por el bien divino.
ü
El
odio
a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya
bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.
Contra
la Pereza – La Virtud de la LABORIOSIDAD o DILIGENCIA
La virtud a cultivar y combatir la
Pereza es la LABORIOSIDAD o la DILIGENCIA, que significa ser
trabajador, estar activo. Prontitud de ánimo para obrar el bien.
Hasta la Virgen María, Madre de Dios era muy trabajadora en su casa: lavaba,
barría, fregaba, cosía, hacía comida. El trabajo es algo que nos santifica.
Hagámoslo con alegría y con amor.
Diligencia es interés,
responsabilidad, cuidado, eficiencia y prontitud en el cumplimiento del deber,
así como el ánimo para obrar el bien.
La palabra diligencia procede del
latín "Diligere" que significa. Forma parte de la virtud
de la caridad ya que está motivada por el amor y sobre todo al amor de Dios. La
diligencia, en sentido más alto, es el esmero y el cuidado en ejecutar algo.
Una prontitud de hacer algo con gran agilidad tanto interior como exterior.
Como toda virtud se trabaja, netamente poniéndola en práctica.
En su calidad de virtud, la
diligencia abarca a Dios, a uno mismo y con los demás:
ü
Diligencia
con Dios significa cumplir con los compromisos con él (oraciones, promesas,
mandamientos, etc).
ü
Diligencia
con uno mismo significa no ser inactivo, no caer en la pereza, con metas fijas
y cumpliéndolas a tiempo.
ü
Diligencia
con los demás significa poner entusiasmo en las acciones que se realizan con y
para ellos.
¿Qué cosas ha dispuesto Dios para
ayudarnos a vencer los Pecados Capitales?
ü
Las
gracias actuales que constantemente está regalándonos, pero que muchísimas
veces despreciamos. Todo impulso para
ser casto, humilde, generoso, etc. es una gracia divina. El no aprovechar esos impulsos es
desperdiciar las gracias actuales que Dios nos da.
ü
Los
Sacramentos:
la Confesión: para confesar los pecados capitales, para sabernos perdonados y
para recibir las gracias específicas que nos llevan a perseverar en las
virtudes opuesta a estos pecados. La Comunión: que nos da la fortaleza interior
para la virtud.
ü
La
oración: que
nos fortalece también en la lucha interior contra los pecados capitales. Dentro de la oración, recordar que un arma
muy poderosa es el Santo Rosario. La Santísima Virgen María, es nuestra aliada en
la lucha contra estos pecados.
Por lo demás, fortalézcanse en el
Señor con su energía y su fuerza... Tomen la verdad como cinturón, la justicia
como coraza; tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de
la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las
flechas incendiarias del demonio... Por
último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la
Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les
inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin
desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus hermanos.
Efesios 6
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