viernes, 11 de abril de 2014

EL TIEMPO DE CUARESMA



EL TIEMPO DE CUARESMA      -      TRECERA  PARTE


REFLEXIONES, SUGERENCIAS Y RECOMENDACIONES
Mons. JOSÉ ANTONIO EGUREN ANSELMI, S.C.V.
Arzobispo Metropolitano de Piura

 



3. Estructuras del tiempo de Cuaresma

Para poder vivir adecuadamente la Cuaresma es necesario clarificar los diversos planos o estructuras en que se mueve este tiempo.

En primer lugar, hay que distinguir la “Cuaresma dominical”, con su dinamismo propio e independiente, de la “Cuaresma de las ferias”.

a. La “Cuaresma dominical”

En ella se distinguen diversos bloques de lecturas. Además el conjunto de los cinco primeros domingos, que forman como una unidad, se contraponen al último domingo – Domingo de Ramos en la Pasión del Señor –, que forma más bien un todo con las ferias de la Semana Santa, e incluso con el Triduo Pascual.

b. La “Cuaresma ferial”

Cabe también señalar en ella dos bloques distintos:

- El de las Ferias de las cuatro primeras semanas, centradas sobre todo en la conversión y la penitencia.

- Y el de las dos últimas semanas, en el que, a dichos temas, se sobrepone, la contemplación de la Pasión del Señor, la cual se hará aún más intensa en la Semana Santa.

Al organizar, pues, las celebraciones feriales, hay que distinguir estas dos etapas, subrayando en la primera los aspectos de conversión (las oraciones, los prefacios, las preces y los cantos de la misa ayudarán a ello).

Y, a partir del lunes de la V Semana, cambiando un poco el matiz, es decir, centrando más la atención en la Cruz y en la muerte del Señor (sobre todo las oraciones de la misa y el prefacio I de la Pasión del Señor, toman este nuevo matiz).

En el fondo, hay aquí una visión teológicamente muy interesante: la conversión personal, que consiste en el paso del pecado a la gracia (santidad), se incorpora con un “crescendo” cada vez más intenso, a la Pascua del Señor: es sólo en la persona del Señor Jesús, nuestra cabeza, donde la Iglesia, su cuerpo místico, pasa de la muerte a la vida.

Digamos finalmente que sería muy bueno subrayar con mayor intensidad las ferias de la última semana de Cuaresma – la Semana Santa – en las que la contemplación de la Cruz del Señor se hace casi exclusivamente (Prefacio II de la Pasión del Señor). Para ello, sería muy conveniente que, en esta última semana se pusieran algunos signos extraordinarios que recalcaran la importancia de estos últimos días. Si bien las rúbricas señalan algunos de estos signos, como por ejemplo el hecho que estos días no se permite ninguna celebración ajena (ni aunque se trate de solemnidades); a estos signos habría que sumar algunos de más fácil comprensión para los fieles, para evidenciar así el carácter de suma importancia que tienen estos días: por ejemplo el canto de la aclamación del evangelio; la bendición solemne diaria al final de la misa (bendiciones solemnes, formulario “Pasión del Señor”); uso de vestiduras moradas más vistosas, etc.

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