jueves, 28 de enero de 2016

Ejemplos de Santidad



Santo Tomas de Aquino y Don Bosco
 
    Todo ser humano renovado en el amor de Dios está invitado a vivir la santidad como parte de la riqueza de la iglesia, que durante este año de Jubileo Extraordinario de la Divina Misericordia,  también nos exhorta a un “nuevo compromiso  para testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe” en Cristo, quien “amó a su Iglesia» y «se entregó a sí mismo por ella, para santificarla» (Efesios 5, 25-26).

   De tal manera como lo explica el Papa Francisco, “La santidad es un don ofrecido a todos, sin excepción, por lo que constituye el carácter distintivo de todo cristiano, donde estamos llamados a ser santos, precisamente viviendo con amor y dando  nuestro propio testimonio cristiano en las ocupaciones diarias”.

   Desde el Bautismo y por acción del Espíritu Santo, el verdadero discípulo de Cristo se caracteriza por el ejercicio del amor, practicando la caridad hacia Dios y el prójimo. “Los bautizados es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron» (Lumen Gentium», 40, a.).       

   Para motivarnos en la historia de la Iglesia  Católica, abundan los ejemplos de mujeres, hombres, jóvenes, ancianos incluso niños,   que simplemente asumieron la santidad como la indica el Concilio Vaticano II “La plenitud de la vida cristiana y la perfección de la caridad” (40)
  Por esta razón  durante todo el año litúrgico, la iglesia nos invita a recordar el testimonio de vida de los santos, para que  asimilemos sus ejemplos y también podemos cosechar los frutos de la santidad, a través  de una intensa siembra de conversión, compromiso, servicio y testimonio, todo esto abonado con mucho amor, humildad y fe cristiana. “Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. Para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo”. (1 Pedro 4, 10-11). 

   Precisamente en la última semana del mes de enero el Santoral nos presenta dos grandes pilares de la fe católica, como los son Tomas de Aquino y Don Bosco, ambos testimonios reflejan por si solo la riqueza espiritual que caracterizo a estos dos sacerdotes, que al igual que nosotros con dudas, temores, tentaciones, enfermedades, problemas, pero, con la diferencia de su fe, oración y perseverancia,  asumieron el don de la santidad revistiéndose del amor cristiano hasta desgastar sus vidas reflejando el Evangelio.

   Santo Tomás de Aquino, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y patrón de las universidades católicas y centros de estudio en 1880, decía,  que “La santidad es una firme resolución de abandonarse en Dios”.  Reconocido como "el más santo de los sabios y el más sabio de los santos", este presbítero de la Orden de Predicadores, fue dotado de gran sabiduría, fue un gran filósofo  y teólogo cuyos discursos y escritos, durante siglos, han sido la base de los estudios de los seminaristas a nivel mundial.

  Entre tantas reflexiones de Santo Tomás compartimos esta;  “El ideal de la vida cristiana será una vida en la cual lo contemplativo, movido por el dinamismo suscitado por la propia contemplación, es capaz de dejar "a Dios por Dios", o sea, para servirlo en los hermanos. Bueno es contemplar la verdad; sin embargo, mejor todavía es comunicarla a los otros. Por la contemplación, el alma se alimenta; por el apostolado, se da”. 

  Incluso momentos antes de fallecer y  cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión Santo Tomas exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".  Así  murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Toulouse, un 28 de enero, fecha en la que se celebra su fiesta.

   Por su parte cada 31 de enero, la iglesia nos invita a contemplar la vida y obra de San Juan Bosco, Presbítero, "Padre y maestro de la juventud", patrono de los editores, fundador de la Orden  Salesiana. Don Bosco decía que Dios lo había enviado al mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar la buena lectura. Sus grandes amores fueron, la Eucaristía, la Virgen María, la Iglesia y la juventud. 

   Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".

 
   De tal manera que bajo la intersección de Santo Tomas de Aquino y Don Bosco, pidamos a Dios, nos conceda la gracia de renovar nuestra fe, con obras de amor y misericordia a favor de nuestros hermanos. Que a pesar de las dificultades y duras pruebas de la vida no perdamos nunca la esperanza en Cristo, y que el testimonio  de las santas y santos de la Iglesia Católica, sean para todos no una polémica, sino una invitación a experimentar y compartir tas bendiciones heredadas en nuestro bautismo. “Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta”. (1 Pedro 1,15),


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina


























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