martes, 19 de enero de 2016

En Dios, amor y unidad.




    Por su condición natural el ser humano anhela y trabaja por la unidad social  bajo los términos de respeto, tolerancia, comunicación  y fraternidad y en este contexto  la religión no es la excepción, así tenemos, por ejemplo la jornada anual de oración donde un grupo ecuménico, bajo la guía del Consejo Mundial de las Iglesias y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y prepara los subsidios para el Octavario por la unidad de los cristianos, este año del 18 al 25 de enero, el lema es «Destinados a proclamar las grandezas del Señor » ( 1 Pedro 2, 9).

   La iniciativa de buscar  la unidad de los cristianos, es uno de los objetivos principales de esta jornada de oración, como un compromiso que todo cristiano debe asumir, mediante la conversión personal, haciendo suya esta tarea, donde la Iglesia universal trabaja arduamente:”No en vano la Semana de la Unidad se clausura tradicionalmente el 25 de enero, día de la conversión de San Pablo. Porque todos necesitamos “caer del caballo”, para apoyar mucho más la causa de la unidad, primero con la oración y la caridad”.   Benedicto XVI 

   Como “pueblo de Dios estamos llamados a reconocer las grandezas de Dios en nuestras propias vidas, sobre todo cuando el modelo de nuestra unidad cristiana es nada más y nada  menos que el amor que une al Padre eterno y al Hijo único redentor. De tal manera que el trabajo ecuménico se fundamenta en   Cristo, como raíz de nuestra identidad de fe más profunda y a través de la  experiencia bautismal. Así la fe es una fuerza de paz y reconciliación en el mundo; la lejanía ha sido superada, pues estamos unidos en el Señor. (Efesios  2, 13).

   En este sentido entendemos que “el bautismo nos abre a un nuevo y apasionante viaje de la fe uniendo a cada cristiano con el pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. Asimismo la conciencia de nuestra identidad común en Cristo nos empuja a trabajar para superar las cosas que aún nos dividen como cristianos. Como los discípulos de Emaús, estamos llamados a compartir nuestra experiencia para poder descubrir que en nuestra común peregrinación Jesucristo está en medio de nosotros” (Mensaje Consejo Pontificio 2016)

   Los cristianos tenemos una misión en común, luchar por la unidad superando el “espíritu de división”, a pesar de las diferencias geográficas, culturales e históricas Porque desde el punto de vista religioso si todos tenemos un origen común, el Dios en el cual  creemos y proclamamos, debe unirnos. 

  
 El Papa Francisco advierte “que no existe una Iglesia que está unida con  “pegamento”, porque la unidad que pide Jesús “es una gracia de Dios” es “una lucha” en la tierra. Jesús reza para que seamos uno, una sola cosa. Y la Iglesia tiene mucha necesidad de esta oración por la unidad”.

    Avancemos entonces por el camino de la unidad cristiana, orando para que  la gracia de Dios, nos ayude a perseverar pese a las diferencias,  a pedir perdón por los obstáculos que impiden la reconciliación religiosa y para que el ejemplo de Cristo sea suficiente para        que desde las distintas confesiones de fe, trabajemos comprometidos por el amor, la paz y el bien común. Hagamos de la oración de Cristo nuestro tema: “Perfectos en unidad para que el mundo crea”. (Juan. 17,  1-26)

Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina





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