Por su condición natural el ser humano
anhela y trabaja por la unidad social bajo los términos de respeto, tolerancia,
comunicación y fraternidad y en este
contexto la religión no es la excepción,
así tenemos, por ejemplo la jornada anual de oración donde un grupo ecuménico,
bajo la guía del Consejo Mundial de las Iglesias y del Pontificio Consejo para
la Promoción de la Unidad de los Cristianos, sugiere el tema y prepara los subsidios
para el Octavario por la unidad de los cristianos, este año del 18 al 25 de
enero, el lema es «Destinados a proclamar
las grandezas del Señor » ( 1 Pedro 2, 9).
La iniciativa de buscar la unidad de los cristianos, es uno de los
objetivos principales de esta jornada de oración, como un compromiso que todo
cristiano debe asumir, mediante la conversión personal, haciendo suya esta
tarea, donde la Iglesia universal trabaja arduamente:”No en vano la Semana de
la Unidad se clausura tradicionalmente el 25 de enero, día de la conversión de
San Pablo. Porque todos necesitamos “caer del caballo”, para apoyar mucho más
la causa de la unidad, primero con la oración y la caridad”. Benedicto XVI
Como “pueblo de Dios” estamos llamados a reconocer las grandezas
de Dios en nuestras propias vidas, sobre todo cuando el modelo de nuestra
unidad cristiana es nada más y nada
menos que el amor que une al Padre eterno y al Hijo único redentor.
De
tal manera que el trabajo ecuménico se fundamenta en Cristo, como raíz de nuestra identidad de fe más
profunda y a través de la experiencia
bautismal. Así la fe es una fuerza de paz y reconciliación en el mundo; la
lejanía ha sido superada, pues estamos unidos en el Señor. (Efesios 2, 13).
En este sentido entendemos que “el bautismo
nos abre a un nuevo y apasionante viaje de la fe uniendo a cada cristiano con
el pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. Asimismo la
conciencia de nuestra identidad común en Cristo nos empuja a trabajar para
superar las cosas que aún nos dividen como cristianos. Como los discípulos de
Emaús, estamos llamados a compartir nuestra experiencia para poder descubrir
que en nuestra común peregrinación Jesucristo está en medio de nosotros” (Mensaje
Consejo Pontificio 2016)
Los
cristianos tenemos una misión en común, luchar por la unidad superando el
“espíritu de división”, a pesar de las diferencias geográficas, culturales e
históricas Porque desde el punto de vista religioso si todos tenemos un origen
común, el Dios en el cual creemos y
proclamamos, debe unirnos.
Avancemos entonces por el camino de la
unidad cristiana, orando para que la
gracia de Dios, nos ayude a perseverar pese a las diferencias, a pedir perdón por los obstáculos que impiden
la reconciliación religiosa y para que el ejemplo de Cristo sea suficiente para
que desde las distintas confesiones
de fe, trabajemos comprometidos por el amor, la paz y el bien común. Hagamos de
la oración de Cristo nuestro tema: “Perfectos en unidad para que el mundo
crea”. (Juan. 17, 1-26)
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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