En la extraordinaria personalidad de la
Virgen María y ante los ojos de nuestra fe abundan las manifestaciones del amor
misericordioso propios de su ser y repotenciadas desde la encarnación de Jesús.
“María
es Madre de Misericordia porque Jesucristo, su Hijo, es enviado por el Padre
como revelación de la Misericordia de Dios “. (Juan 3, 16-18).
Desde su respuesta incondicional al anuncio
del Arcángel Gabriel hasta hoy en día, entendemos que la mediación de María, en
favor de todos los hombres está unida a su maternidad y por ello con frecuencia
la invocamos diciendo, “Dios te Salve Reina y Madre de Misericordia, vida ,
dulzura y esperanza nuestra…”
A medida que avanzamos como iglesia en el
camino del Año Jubilar de la Divina Misericordia, no podemos pasar por alto su
ejemplo y modelo a seguir, por ser ella,
la llena de gracia, la fecunda en
virtudes y la sierva de Dios.
María, según afirma San Bernardo, “Se ha
hecho toda para todos y a todos abre el seno de su misericordia a fin de que
todos reciban la gracia que necesitan: el esclavo, el rescate; el enfermo, la
salud; el afligido, el consuelo; y el pecador, el perdón. Porque en ella no hay
nada de severo, nada de terrible; todo es dulzura”.
San Juan Pablo II nos dejó una gran
enseñanza sobre María Madre de misericordia, en la Encíclica "Veritaris
Splendor", afirmando que María fue siempre toda del Señor, y que ninguna
imperfección disminuyó la perfecta armonía entre ella y Dios. Su vida terrena,
por tanto, se caracterizó por el desarrollo constante y sublime de la fe, la
esperanza y la caridad. Por ello, María es para los creyentes signo luminoso de
la Misericordia divina y guía segura hacia las altas metas de la perfección
evangélica y la santidad”
Asimismo al proclamar llena de amor y gozo el Magníficat,
María también nos hace herederos de la misericordia divina."Mi alma proclama
la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha
mirado la humildad de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las
generaciones”.
Así lo afirma el Papa Francisco en la Bula de convocatoria del Jubileo
Extraordinario de la Misericordia. “María, custodió en su corazón la divina misericordia
en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el umbral de
la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende « de
generación en generación » (Lucas 1,50). También nosotros estábamos presentes
en aquellas palabras proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de
consolación y de apoyo mientras atravesaremos la Puerta Santa para experimentar
los frutos de la misericordia divina”.
Nos corresponde entonces como parte de
nuestra devoción mariana, lograr que María sea también "puerta santa" a través de la
cual los hermanos más necesitados, pasen
y se colmen de la misericordia de Dios. Nos
toca hacer el bien al prójimo, haciendo más llevadera la carga de los que
caminan a nuestro lado, como nos enseña María, trabajando con un ferviente y
perseverante testimonio cristiano, en la
sincera práctica de las obras de la misericordia y de los mandamientos.
A pocos
días de la primera visita del Papa Francisco a México y en la peregrinación de
este año jubilar; que nos reconforte el mensaje de amor misericordioso de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, en su
primera aparición. “Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él
mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra
piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a
los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos
y remediar todas sus miserias, penas y dolores”.
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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