Alegrémonos,
regocijémonos
y demos gracias, porque el Señor,
nuestro Dios omnipotente,
ha
empezado a reinar.
Aleluya (Apoc 19, 7.6).
Continuamos celebrando la
Pascua, tiempo de alegría en el Señor,porque el gozo y la esperanza en Cristo
Resucitado sigue propagándose como una alegría expansiva, que no se puede
quedar únicamente en nosotros y se extiende para contagiar a todos, aunque
algunas veces no lo sabemos expresary por eso cada año en el tiempo pascual la
Iglesia Católica nos invita a cantar a viva voz con alegría ¡Aleluya
¡ Alabemos al Señor.
Aleluya, es la palabra clave
de la liturgia pascual y como una exclamación de júbilo, de alegría, de
alabanza, cantamos Aleluya y glorificamos al Dios de la vida y reconocemos su
amor misericordioso y eterno, en la persona de Jesús, nuestro salvador.O comodijo
San Francisco de Asís, “Dichoso quien no
tiene más gozo y alegría que las palabras y obras del Señor.”
Aleluya, es una palabra de origen hebreo que
significa sencillamente “Alabemos a Dios”.Está compuesta de dos elementos:
“hallelu"=alabanza y "yah"=Diosy es una forma de expresar la
certeza de nuestra fe, que Cristo vive y reina, luego de vencer a la muerte y
una muerte en Cruz y por eso aunque nos abrumen las pruebas, las dificultades y
hasta la tristeza, estamos invitados a Glorificar a Dios cantando Aleluya, con
la fuerza de nuestra fe,quizás muchas veces debilitada, pero nunca derrotada.
Hay detalles litúrgicos que
no podemos pasar por alto y por más sencillos que parezcan tienen su fundamento
e importancia, así como sucede con el Aleluya, litúrgicamente lo utilizamos
como estribillo en el tiempo pascual, acompaña a antífonas, responsorios, invocaciones
y moniciones, normalmente en la liturgia de la Palabra, antes del canto del
Evangelio y también va unido a un versículo de un salmo o de algún otro texto
bíblico.
Según la Enciclopedia
Católica, Aleluya es “una especie de aclamación y una forma de ovación que los
simples gramáticos no pueden explicar satisfactoriamente, motivo por el cual
los traductores del Antiguo Testamento lo han dejado sin traducir”. También aparece
en el Nuevo Testamento sólo en el Apocalipsis como alabanza de Dios en el
Cielo.
Igualmente expresamos
Aleluya para saludar a la Santa Virgen María en el tiempo pascual, el rezo del
“Ángelus” se sustituye por la oración “Regina Coeli” o Reina del Cielo, para
compartir el gozo, junto a la Madre de Dios, por la resurrección de su Hijo
Jesucristo.
Reina del cielo, alégrate, AleluyaPorque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, Aleluya.Ha resucitado según su palabra, Aleluya.Ruega al Señor por nosotros, Aleluya.Gózate y alégrate Virgen María, Aleluya.Porque en verdad ha resucitado el Señor, Aleluya.
Viático para el cielo
Para San Agustín la Pascua era la fiesta de
la vida, para la cual el creyente está
llamado a morir a su vida de pecado, para resucitar con Cristo a una vida
nueva, a una vida plena y en uno de sus sermones San Agustín afirmó que la
Pascua es el tiempo litúrgico que nos adelanta el gozo de la vida eterna con
Dios, pues es el tiempo de cantar Aleluya. “Con razón, hermanos míos, mantiene
la Iglesia la tradición antigua de cantar el Aleluya durante estos cincuenta
días. Aleluya y alabanza a Dios son la misma cosa. Con él se nos anticipa
simbólicamente, en medio de nuestras fatigas, lo que haremos en nuestro
descanso”.
San Agustín también nos invita en el tiempo
pascual a ejercitar especialmente la fe y la esperanza, porque más allá de
nuestra realidad terrenal buscamos el gozo eterno del cielo donde el Aleluya,
es nuestro viático para llegar a la ciudad de Dios.“También en este tiempo de
nuestra peregrinación cantamos el Aleluya como viático para nuestro solaz; el
Aleluya es ahora, para nosotros, cántico de viajeros. Nos dirigimos por un
camino fatigoso a la patria, lugar de paz, donde, depuestas todas nuestras
ocupaciones, no nos quedará más que el Aleluya”.
La gracia propia del tiempo
pascual es la alegría, la anticipación de la vida celestial la esencia de la
Pascua, está en ver la acción de Dios, el paso de Cristo Resucitadoen todas las
cosas que acontecen en nuestras vidas. Tenemos la posibilidad de vivir la
alegría de Cristo, la alegría de la Pascua, si verdaderamente hemos salido del
sepulcro de la tristeza, del pecado, del pesimismo, del desaliento.“Aclama al Señor, tierra entera, servid al
Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores”. Salmo 99
Nuestra mejor opción es seguir celebrando este
tiempo pascual, particularmente con la intensidad del Año Santo de la Divina
Misericordia, sonriendo, amando, perdonando, haciendo actos de bondad y sobre
todo ejercitándonos con las obras de la misericordia y así como la llama del
Cirio pascual, que arda intensamente la llama de la alegría en nuestro corazón,
como discípulos de Cristo sin apagarse, como anticipo del gozo celestial.
Recordemos que Cristo
venció el mal y así como Él resucitó, nosotros también resucitaremos. Además nuestro
gozo es una emoción espiritual profunda y pensar en la obra de redención de
nuestro Dios y salvador, es motivo de alegría, y paz, pero no olvidemos que ante
todo debemos ser testigos y portadores del gozo pascual, también recordando las
palabras de Santo Tomás de Aquino; “Toda
persona que quiere progresar en su vida espiritual, necesita tener alegría”.
Finalmente compartimos del Papa Emérito
Benedicto XVI, una exhortación a cantar Aleluya
como respuesta gozosa ante la presencia de Cristo resucitado, pero sobre todo
como expresión de vida nueva, ante una humanidad constantemente azotada por las
sombras de la violencia, la muerte y las tragedias.
"Queridos hermanos y hermanas, dejemos que el
aleluya pascual se imprima profundamente también en nosotros, para que no sea
solo una palabra, sino la expresión de nuestra misma vida: la existencia de
personas que invitan a todos a alabar al Señor y lo hacen con el comportamiento
de 'resucitados'. 'Ruega al Señor por nosotros', le decimos a María para que
Quien, en la resurrección de su Hijo, nos ha dado la alegría al mundo entero,
nos conceda gozar de esta alegría ahora y en la vida sin fin". Benedicto
XVI(Homilía, rezo del Regina Caeli, 24 marzo 2008).
“En nuestro
corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es
nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con
nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo,
fieles a nuestro compromiso en este mundo. Benedicto XVI(Urbi Et Orbi. Pascua
2011)
Lcda. María Espina de
Duarte
Twitter:
@mabelespina.
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