domingo, 24 de abril de 2016

¡ Aleluya ¡


 



Alegrémonos, regocijémonos 
y demos gracias, porque el Señor, 
nuestro Dios omnipotente, 
ha empezado a reinar. 
Aleluya (Apoc 19, 7.6).   

     



Continuamos celebrando la Pascua, tiempo de alegría en el Señor,porque el gozo y la esperanza en Cristo Resucitado sigue propagándose como una alegría expansiva, que no se puede quedar únicamente en nosotros y se extiende para contagiar a todos, aunque algunas veces no lo sabemos expresary por eso cada año en el tiempo pascual la Iglesia Católica nos invita a cantar a viva voz con alegría ¡Aleluya ¡ Alabemos al Señor.

     Aleluya, es la palabra clave de la liturgia pascual y como una exclamación de júbilo, de alegría, de alabanza, cantamos Aleluya y glorificamos al Dios de la vida y reconocemos su amor misericordioso y eterno, en la persona de Jesús, nuestro salvador.O comodijo San Francisco de Asís, “Dichoso quien no tiene más gozo y alegría que las palabras y obras del Señor.”


  Aleluya, es una palabra de origen hebreo que significa sencillamente “Alabemos a Dios”.Está compuesta de dos elementos: “hallelu"=alabanza y "yah"=Diosy es una forma de expresar la certeza de nuestra fe, que Cristo vive y reina, luego de vencer a la muerte y una muerte en Cruz y por eso aunque nos abrumen las pruebas, las dificultades y hasta la tristeza, estamos invitados a Glorificar a Dios cantando Aleluya, con la fuerza de nuestra fe,quizás muchas veces debilitada, pero nunca derrotada.

     Hay detalles litúrgicos que no podemos pasar por alto y por más sencillos que parezcan tienen su fundamento e importancia, así como sucede con el Aleluya, litúrgicamente lo utilizamos como estribillo en el tiempo pascual, acompaña a antífonas, responsorios, invocaciones y moniciones, normalmente en la liturgia de la Palabra, antes del canto del Evangelio y también va unido a un versículo de un salmo o de algún otro texto bíblico.
Según la Enciclopedia Católica, Aleluya es “una especie de aclamación y una forma de ovación que los simples gramáticos no pueden explicar satisfactoriamente, motivo por el cual los traductores del Antiguo Testamento lo han dejado sin traducir”. También aparece en el Nuevo Testamento sólo en el Apocalipsis como alabanza de Dios en el Cielo.


Igualmente expresamos Aleluya para saludar a la Santa Virgen María en el tiempo pascual, el rezo del “Ángelus” se sustituye por la oración “Regina Coeli” o Reina del Cielo, para compartir el gozo, junto a la Madre de Dios, por la resurrección de su Hijo Jesucristo. 


   Reina del cielo, alégrate, Aleluya
   Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, Aleluya.
   Ha resucitado según su palabra, Aleluya.
   Ruega al Señor por nosotros, Aleluya.
   Gózate y alégrate Virgen María, Aleluya.                       
   Porque en verdad ha resucitado el Señor, Aleluya.


Viático para el cielo
  Para San Agustín la Pascua era la fiesta de la vida, para la cual el  creyente está llamado a morir a su vida de pecado, para resucitar con Cristo a una vida nueva, a una vida plena y en uno de sus sermones San Agustín afirmó que la Pascua es el tiempo litúrgico que nos adelanta el gozo de la vida eterna con Dios, pues es el tiempo de cantar Aleluya. “Con razón, hermanos míos, mantiene la Iglesia la tradición antigua de cantar el Aleluya durante estos cincuenta días. Aleluya y alabanza a Dios son la misma cosa. Con él se nos anticipa simbólicamente, en medio de nuestras fatigas, lo que haremos en nuestro descanso”. 

  San Agustín también nos invita en el tiempo pascual a ejercitar especialmente la fe y la esperanza, porque más allá de nuestra realidad terrenal buscamos el gozo eterno del cielo donde el Aleluya, es nuestro viático para llegar a la ciudad de Dios.“También en este tiempo de nuestra peregrinación cantamos el Aleluya como viático para nuestro solaz; el Aleluya es ahora, para nosotros, cántico de viajeros. Nos dirigimos por un camino fatigoso a la patria, lugar de paz, donde, depuestas todas nuestras ocupaciones, no nos quedará más que el Aleluya”.

     La gracia propia del tiempo pascual es la alegría, la anticipación de la vida celestial la esencia de la Pascua, está en ver la acción de Dios, el paso de Cristo Resucitadoen todas las cosas que acontecen en nuestras vidas. Tenemos la posibilidad de vivir la alegría de Cristo, la alegría de la Pascua, si verdaderamente hemos salido del sepulcro de la tristeza, del pecado, del pesimismo, del desaliento.“Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores”. Salmo 99

      Nuestra mejor opción es seguir celebrando este tiempo pascual, particularmente con la intensidad del Año Santo de la Divina Misericordia, sonriendo, amando, perdonando, haciendo actos de bondad y sobre todo ejercitándonos con las obras de la misericordia y así como la llama del Cirio pascual, que arda intensamente la llama de la alegría en nuestro corazón, como discípulos de Cristo sin apagarse, como anticipo del gozo celestial. 

     Recordemos que Cristo venció el mal y así como Él resucitó, nosotros también resucitaremos. Además nuestro gozo es una emoción espiritual profunda y pensar en la obra de redención de nuestro Dios y salvador, es motivo de alegría, y paz, pero no olvidemos que ante todo debemos ser testigos y portadores del gozo pascual, también recordando las palabras de Santo Tomás de Aquino; “Toda persona que quiere progresar en su vida espiritual, necesita tener alegría”.

       Finalmente compartimos del Papa Emérito Benedicto XVI, una exhortación a cantar Aleluya como respuesta gozosa ante la presencia de Cristo resucitado, pero sobre todo como expresión de vida nueva, ante una humanidad constantemente azotada por las sombras de la violencia, la muerte y las tragedias. 

     "Queridos hermanos y hermanas, dejemos que el aleluya pascual se imprima profundamente también en nosotros, para que no sea solo una palabra, sino la expresión de nuestra misma vida: la existencia de personas que invitan a todos a alabar al Señor y lo hacen con el comportamiento de 'resucitados'. 'Ruega al Señor por nosotros', le decimos a María para que Quien, en la resurrección de su Hijo, nos ha dado la alegría al mundo entero, nos conceda gozar de esta alegría ahora y en la vida sin fin". Benedicto XVI(Homilía, rezo del Regina Caeli, 24 marzo 2008). 

      “En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo. Benedicto XVI(Urbi Et Orbi. Pascua 2011)
               

Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina.


                                   




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