domingo, 12 de junio de 2016

Eucaristía, Amor y Misericordia


     Banquete pascual, Fracción del pan, comunión, Pan de ángeles, asamblea o celebración eucarística, son algunas de las definiciones que comúnmente utilizamos para describir nuestro sacramento de salvación,el tesoro más valioso que nos dejó Jesús; “La Eucaristía”
   
  Cada vez que comulgamos Jesús se une a nosotros y nos alimenta con su amor y misericordia. “Quien como mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él” (Juan 6,56)
El pan eucarístico es el Cuerpo de Cristo no sólo porque  mediante la fe, así lo creemos y afirmamos, sino además porque Dios hace posible que Cristo esté presente realmente.“La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, “no se conoce por los sentidos, dice Santo Tomas, sino sólo por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios”. (Catecismo, #1381)

     La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación, realizada por Cristo en la cruz, es también una alabanza y acción de gracias por toda la creación, como obra del amor divino.
“Es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios, por todos sus beneficios.por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. Eucaristía significa, ante todo; acción de gracias”. (Catecismo, #1360)
  
    Para el Concilio Vaticano II también la Eucaristía “contiene todo el tesoro espiritual de la Iglesia, es la fuente y la cima de toda la evangelización”. (LG, 11)
La Eucaristía también es el sacramento de la unidad porque al recibir a Cristo como alimento, no podemos ser iguales algo debe cambiar en nosotros y uno de los efectos más evidentes de la sagrada comunión, tiene que ser la solidaridad y el amor como fuente de unión y el fundamento para impulsar en nosotros el compromiso de trabajar en pro de una sociedad más fraterna. Sobre todo en este Año Santo de la Divina Misericordia,donde la Iglesia nos propone a todos,practicar las obras de misericordia,siendo Eucaristía para los demás.
  
    Así como nos dice San Pablo, “Esa copa de bendición que bendecimos. ¿No significa solidaridad con la sangre del Mesías? Ese pan que partimos, ¿No significa solidaridad con el cuerpo del Mesías? Como hay un solo pan, aun siendo muchos formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese único pan”. (1Cor 10,16-17)
    
     Siempre estamos invitados al gran banquete eucarístico donde Jesús se nos da como sacramento, para alimentamos en la vida cotidiana y en preparación para la eternidad, así como lo expresó Santa Faustina,“Debemos ver con ojos de fe en cada Hostia, al Salvador misericordioso derramándose como una fuente de misericordia para todos. (Diario, #441)

Al amor de los amores”

   
     “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llenos de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo”. Diciendo“Creyendo, esperando y amando, te adoramos”.  Santo Juan Pablo II
  
   El cristiano tiene que caracterizarsepor ser un hombre de oración, de contemplación, de escucha, porque en la oración, “el amor es el que habla”, como dijo Santa Teresa y por lo tanto las visitas a “Jesús Sacramentado”, con sus  exposiciones y bendiciones han de ser un momento para profundizar nuestra fe y renovar el compromiso cristiano.

   Si adoramos confesamos su presencia real y verdadera y así nos ejercitarnos en el silencio, la meditación, la alabanza, la contemplación  y sobre todo en la oración. Porque no hay una oportunidad más perfecta de adoración, de acción de gracias y para pedir al Padre, que a través de Jesús, en la Eucaristía.
   
    Santa Faustina, por ejemplo, se caracterizó por su devoción  a Jesús Sacramentado y como tal reflexionaba; “Un día sabremos lo que Dios hace por nosotros en cada santa misa y que don prepara para nosotros en ella: y “Oh Hostia Viva, mi única Fortaleza, Fuente de amor y su Misericordia, abraza al mundo entero fortifica a las almas débiles. Oh bendito sea el instante y el momento en que Jesús nos dejó su misericordiosisimo corazón”. (Diario, #914,223)

     Cada vez que adoramos, entramosen íntima relación con Jesús, Dios y Hombre  presente  verdaderamente en el santísimo sacramento. Reparamos nuestros pecados y los de la humanidad y además oxigenamos nuestra fe y amor hacia  Jesús, el hermano mayor y salvador, quien eligió la Eucaristía, para quedarse con nosotros hasta el fin del mundo.
   
    San Agustín dijo; “Nadie coma de esta carne sin antes adorarla…pecaríamos si no la adoramos”. Además recordemos las palabras de Jesús en la última cena con sus discípulos;  “Haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19): (1Co 11.24).
Perseveremos entones orando, adorando, alabando y sobre todo amando, a quien siendo Dios, no se cansa de amarnos y de esperarnos para brindarnos un caudal de bendiciones desde su presencia eucarística, donde permanece para acompañarnos, guiarnos y sobre alimentarnos.
  
     Sólo él nos conoce plenamente, por eso nos escucha, nos levanta, nos renueva, sana, libera, fortalece y sobre transforma nuestro llanto en una cálida canción, y así renovados podemos exclamar como San Juan Pablo II;“Tu eres nuestra esperanza, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives, “siempre intercediendo por nosotros”. (Hebreos 7,25)

“De corazón a corazón”
      En el transcurso de la historia de alguna maneraDios ha dado a conocer su infinito amor hacia la humanidad y a su Iglesia. En Jesús, por ejemplo, además de la Eucaristía también manifestó su deseo de acortar distancias buscando llegar al centro del corazón del hombre, revelando la riqueza y la fuerza de su sagrado corazón, como fuente de salvación y de misericordia.

     La oración de la Iglesia venera y honra al Corazón de Jesús, como invoca su Santísimo Nombre, adora al Verbo encarnado y a su corazón que, por amor a los hombres, se dejó traspasar por nuestros pecados. (Catecismo, #2669)
   
     En una breve retrospectiva mental, seguramente coincidimos en recordar dela infancia ola adolescencia que en nuestras casas, en la de los abuelos o de algún familiar,era común observar en un lugar especial, el cuadro del Corazón de Jesús, quizás, muchos de nosotros crecimos observando la emblemática imagen donde Jesús con destellos de divinidad pero humildemente con sus vestimentas azul y rojo, nos bendicecon la mano derecha y con la mano izquierdaseñala su sagrado corazónherido y coronado de espinas, pero refulgente de amor por sus hermanos y por su  Iglesia.

    Con este simple detalle podemos entender el arraigo del Culto al Corazón de Jesús que por muchas generaciones se ha propagado y conservado con respeto y devoción, entre otras razones porque la Eucaristía y el culto al Corazón de Jesús, guardan una gran relación, no solamente porque se trata de Jesús, vivo en el sacramento con efectos redentores.Sino también porque su Sagrado Corazón, es símbolo de redención, consuelo, vida, redención, misericordia, protección, paz, pero sobre todo de AMOR.
Así como afirma San Juan;“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor y quien permanece en el amor; permanece en Dios y Dios en él”. (1Juan 4,16)

    Sobre  las manifestaciones del Corazón de Jesús,en 1675 la religiosa Margarita María Alacoque, precisamente estaba en adoración al Santísimo Sacramento cuando Jesús en una revelación le dijo; “Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio no recibe de la mayoría, más que ingratitudes”.

  Desde entonces y paulatinamente se propagó esta devoción para satisfacer las necesidades de la Iglesia y de toda la humanidad, porque Jesús ofrece su humano corazón como fuente de unidad,salvación, paz y misericordia. “Creer en ese amor significa creer en la misericordia pues, es esta la dimensión indispensable del amor de su corazón”. San Juan Pablo II

   Toda esta devoción se complementa para las nuevas generaciones a partir de 1931 con las revelaciones a Sor Faustina; “Hija mía di que soy el Amor y la Misericordia en persona”. “Deseo que mi Misericordia, sea conocida y venerada, le doy a la humanidad la última tabla de la salvación, es decir, el refugio en MI Misericordia”. (Diario, #374y#998)
   
   En definitiva el Sagrado Corazón de Cristo es la fuente  inagotable de la Divina Misericordia, que se acerca al hombre a pesar del pecado y de su fragilidad humana.Como dijo Santo Pío de Pietrelcina, “Recordemos que el Corazón de Jesús nos ha llamado, no sólo para que nos santifiquemos, sino también para que santifiquemos a los demás. Él quiere que le ayudemos a salvar las almas”.

   En ambas manifestaciones, la Eucaristía ocupa un lugar muy importante así como debe ser en nuestra vida .diaria. Por eso el Papa Francisco afirma que, “La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles y para los pecadores. De tal manera que esta reflexión permita motivarnos para frecuentar los sacramentos, dejándonos bendecir y guiar por Jesús Sacramentado, quien siempre nos dice; “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. (Mateo 11, 29)
    
   Además en las devociones del Sagrado Corazón y la Divina Misericordia, Jesús nos bendice dejando caer sobre nosotros, torrentes de su gracia y amor, para que compartamos esa unción con nuestros hermanos más necesitados y como parte del año jubilar y como hijos valiosos ante los ojos del Padre, recordemos oportunamente las sabias palabras de San Juan Pablo II, “El hombre del año 2000 necesita del Corazón de Cristo, para conocer a Dios y conocerse a sí mismo; lo necesita para construir la “Civilización del Amor”.

Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina








No hay comentarios:

Publicar un comentario