domingo, 5 de junio de 2016

LA FAMILIA CATOLICA Y LAS RELACIONES FAMILIARES BAJO LA LUZ DE CRISTO


 



«El hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser una sola persona» (Gen 2, 24).







La Exhortación Apostólica “familiarisconsortio”, de su Santidad Juan Pablo II, al episcopado, al clero y a los fieles de toda la iglesia sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, habla sobre la familia y la comunión de personas. Esta expresa textualmente en el punto 15 que:
La familia es expresión primera y fundamental de la naturaleza social del hombre. «En el matrimonio y la familia se constituyen un conjunto de relaciones interpersonales -relación conyugal, paternidad-maternidad, filiación, fraternidad- mediante las cuales toda persona humana queda introducida en la «familia humana» y en la «familia de Dios» que es la Iglesia.

     La familia se inicia con la unión del padre y la madre, siendoéste el lugar perfecto para la generación de vida y para la transmisión de una cultura, en el sentido amplio de la palabra. En ella a través de la pareja, sesiembrala semilla del afecto que poco a poco va dando oportunidad al crecimientode la raíz de las responsabilidadescon la llegada de sus nuevos miembros y que en el transcurrir del proceso de la convivencia interna, se van madurando los lazos familiares, hasta la recogida de la cosecha, basada en un sólido compromiso y en la correspondenciamutua.

     Este artículo acerca de la familiacatólica y las relaciones familiares, es propio para acotar enprimer término sobre las relaciones entre los esposos;en lo sucesivo se tocará sobre los padres con los hijos, entre hermanos y finalmente otros familiares (abuelos, tíos…) 

     El matrimonio es el símbolo de la relación entre Cristo y la Iglesia y como tal hay  que vivirlo. Sin lugar a dudas, la primera relación familiar es entre los cónyuges o esposos. Es una correspondencia entre dos personas que, libre y voluntariamente, por amor, se eligieron y tomaron la decisión de unir sus vidas sacramentalmente para formar una nueva familiabendecida por el mismo Jesucristo.

     El Concilio Vaticano II, Const. Gaudium et spes, (1965), ofrece un método, que es de diálogo, en cual es aplicable también en los asuntos del matrimonio y de la familia. En la familia, los esposos “se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad, y la logran cada vez más plenamente” (GS 48).

     Igualmente en GS(50). “En el deber de transmitir la vida humana y de educar la prole, lo cual han de considerar los esposos como su misión propia, saben ellos que son cooperadores del amor de Dios creador y sus intérpretes”

     
Está en manos de los esposos la armonía familiar a través del amor. Si los esposos se aman, se comprenden y se apoyan mutuamente, la unión entre sí permanecerá. 

     En el matrimonio debe existir una actitud positiva y activa, donde cada uno alimentarásu relación con su riqueza personal, incluyendo el diálogo, la ternura,la comprensión, la aceptación, el perdón, la confianza yla entrega corporal y espiritual. 

     Este último aspecto de regalo conyugal, relacionado a la intimidad corporal de los esposos es un signo de la comunión espiritual en el matrimonio; En este tema, el Papa Juan Pablo II nos dice:La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. (FC,11).

     En este sentido, la pareja  toda expresa su amor de entrega, como un  don de sí, hacia a otra persona, que también se entrega, en la fusión de sus cuerpos que se convierten así, sin perder la individualidad, en una “sola carne”, como reitera Cristo citando al Génesis:“…Y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los dos uno solo. 
     
     De manera que ya no son dos, sino una sola carne”. “Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (MT 19, 5-6).


Mgr. Mary  Teresa Rojas Lares
Twitter @maryrojas930
Email  maryrojas930@hotmail.com










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