domingo, 31 de julio de 2016

P A Z




  
  En tan sólo tres letras se concentra una de las necesidades más complejas y anheladas por la humanidad de generación en generación. La PAZ como don de Dios, desde la individualidad de cada ser humano hasta en los términos de sus relaciones sociales, de espacio y territorio, representa un invalorable tesoro que parece diluirse peligrosamente por los recientes y constantes hechos violentos.



 Generalmente la “Paz”, es definida como; “situación en la que no hay guerra ni enfrentamientos entre dos o más países o partes enfrentadas. Acuerdo para poner fin a la guerra. Situación de tranquilidad y buena relación entre los miembros de un grupo. Dar por terminado un asunto. Estado de una nación. Tranquilidad o silencio.”

   Pero según el Catecismo de la Iglesia Católica; “La paz no es solo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas .La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos,el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad. Es obra de la justicia y efecto de la caridad.  (#2304)

   Por eso la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la “Bondad Divina” nos libre de las atroces consecuencias de la guerra y asimismo nos enseña que. La paz terrenal es imagen y fruto de la paz de Cristo, el “Príncipe de la paz”mesiánica”. (Isaías 9,5). (#2305)

 Ante los diversos conflictos, la humanidad clama por “hombres y mujeres de buena voluntad”, cristianos católicos que movidos por su fe y esperanza, trabajen por la paz, promoviendo la reconciliación y una sociedad más justa, porque “Felices los que trabajan por la paz, serán reconocidos como hijos de Dios”. (Mt 5,9)

Alreflexionar sobre la paz como fruto del don espiritual de Dios sembrado en nuestros corazones, no podemos pasar por alto la oración de San Francisco de Asís; “Señor hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio lleve tu amor, donde haya ofensa, lleve yo perdón, donde haya discordia lleve yo la unión”.Porque al estar en paz con Dios somos capaces de compartir y trabajar en armonía  con toda la creación, como  artífices de la paz aún en las situaciones más difíciles.

   Pero muchas veces a causa del pecado o la tentación, nuestra conciencia nos acusa y nos sentimos intranquilos, perturbados, nerviosos o preocupados.  Entonces necesitamos volver a recuperar esa paz en nuestros corazones y así recordamos especialmente las palabras de Jesús; “Lapazlesdejo, mipazlesdoy, Lapazqueyolesdoynoescomolaqueda elmundo”, (Jn14, 27).Y así lo reitera la Iglesia invocando la pazen el saludo inicial, después de la consagración eucarística y en la bendición final de cada misa yespecialmente a través del sacramento de la reconciliación y  la comunión.

Como dice el poema; “Paz, virtud divina, la que el mundo anhela.La que con sus fuerzas trata de obtenerla.Por más que te esmeres, por más que lo intentes jamás de esa forma podrás poseerla.La paz no es palabras, ni ausencia de guerra.La paz no se crea, tampoco se inventa.Ni aun con tu vida, podrás obtenerla.La paz la da Dios, regalo del cielo Por gracia infinita que no merecemos. Para los humildes, para los honestos.Dádiva divina que no tiene precio.Sólo hay un camino, único sendero. Príncipe de paz, Jesús, el Cordero. (Zaida de Ramón)

“La paz don de Dios, confiado a los hombres”

   La verdadera paz como don esencial de Dios, no puede limitarse al plano personal, debe reflejarse en la convivencia cotidiana de la familia o de la sociedad en general.Así como lo ejerció durante su Pontificado San Juan Pablo II, quien se caracterizó por siempre tener palabras y acciones concretas en pro de la paz personal y mundial.

   Con motivo de la XV Jornada Mundial de la Paz, San Juan Pablo II afirmó;“Si, la paz es un don de Dios y al mismo tiempo una tarea de todos porque la paz verdadera, exige el respeto y el cultivo de la verdad, de la justicia, del amor y de la libertad, auténticos pilares de la paz. El don divino de la paz es pues, siempre a la vez una conquista y realización humana porque es propuesto al hombre para ser recibido libremente y puesto en práctica progresivamente con su voluntad creadora”. (Enero 1982)

A través de un efecto multiplicador en términos de tolerancia, respeto mutuo y fraternidad, podemos construir un mundo mejor y bajo nuestra responsabilidad, lo importante será continuar teniendo fe, sin perder la esperanza y la voluntad de trabajar de sumar esfuerzos, porque Dios es amor pero también es paz, como dice San Pablo;“El Dios que da la paz.” (Ro 15, 33)

En el preámbulo de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, el Papa Francisco afirmó que actualmente “elmundoestá en guerra, porquehaperdidolapaz” En su opinión se trata de “Una guerra por el dinero, por los recursos, por la naturaleza, por el dominio de los pueblos, pero no es una guerra de religiones, porque todas las religiones quieren la paz”.

Así tambiénel Catecismo de la Iglesia Católica plantea sobre las causas de las divisiones, guerras o enfrentamientos que; “Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia, la desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan guerras”. (#2307). A lo que podemos añadir los fanatismos ideológicos, políticos y religiosos. 

Por lo tanto estamos llamados a orar y sobre todo a trabajar por la reconciliación personal, familiar o social, aportando el mejor bien posible y aunque muchas veces el esfuerzo parezca en vano, perseveremos con fe,sembrandoespecialmente el testimonio de cara a los jóvenes que el día de mañana, serán los encargados de tomar las grandes decisiones como generación de relevo. Para que la paz siga propagándose como don de Dios, como fruto del Espíritu Santoen la diversidad y sin diferencias de sexo, edad, condición social, credo o raza y para que siempre sea más fácil “construirpuentes, quelevantarmuros”.

Oremos por la paz del mundo.
Señor Jesús, tú guías sabiamente la historia de tu Iglesia y de las naciones
Escucha ahora nuestra súplica, nuestros idiomas se confunden como antaño en la torre de Babel.
Somos hijos de un mismo Padre que tú nos revelaste y no sabemos ser hermanos, y el odio siembra más miedo y más muerte.
Danos la paz que promete tu Evangelio, aquello que el mundo no puede dar.
Enseñanos a construirla como fruto de la Verdad y de la Justicia.
Escucha la imploración de María Madre y envíanos tu Espíritu Santo, para reconciliar en una gran familia a los corazones y los pueblos.
Vengan a nosotros el Reino del Amor y confirmanos en la certeza de que tú estás con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Amén.

Autor: Padre Ignacio Larrañaga


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina








No hay comentarios:

Publicar un comentario