“Dice el Señor; Cuando tú me invoques,
yo te
escucharé y en tus angustias, estaré contigo, te libraré de ellas y te colmaré
de honores”. Salmo 90
Haciendo nuestras las
palabras del salmista, aún en las circunstancias más difíciles de la vida,
avanzamos con pasos firmes por el sendero de la vida, con la fuerza de la fe y
con la plena confianza en Dios Uno y Trino.
Porque la confianza nace de
un corazón convertido, enamorado y urgido de experimentar la cercanía del amor
misericordioso de Dios, así mientras más confiamos en él, mayor será su
respuesta, sobre todo en momentos de necesidad así como lo afirma San Pablo; “¿Si Dios está con nosotros, Quien contra nosotros? ( Rm 8,31)
Nuestra confianza en Dios
nos da el valor necesario para enfrentar los desafíos más complicados que
puedan presentarse en nuestra vida, aunque es muy frecuente temer, dudar y
hasta desconfiar de la voluntad divina, por tantas dificultades y problemas.
Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de
seguir confiando plenamente en él, como un ejercicio espiritual individual o
comunitario en armonía con las principales virtudes de fe, esperanza y amor.Hasta
el punto de reflexionar como el Papa Francisco; “Sólo la confianza en Dios puede transformar la duda en certeza, el mal
en bien, la noche en alba radiante”. Pontifex_es (Twist del 11/04/2014)
A lo largo del este Año
Santo de la Misericordia,hemos asimilado principalmente que Jesús es la
expresión concreta del amor divino protector, sanador, redentor, que nos
conduce a la salvación y también porqueJesús a través de nuestros pasos busca
afanosamente curar a la humanidad, rescatar al pecador, sanar al enfermo,
consolar al triste, acoger al forastero, liberar al cautivo, vestir al desnudo,
alimentar al hambriento, perdonar al que ofende, aconsejar al necesitado, corregir
y tolerar al equivocado.
Mientras la desconfianza
crece socialmente cada día a causa del pecado en Jesús tenemos la respuesta de
confiar plenamente, así como él confió en el Padre Celestial con su entrega redentora
en la cruz. Porquesólo quien realmente conoce y cree en el Señor, se ve
impulsado por el Espíritu Santo a exclamar; “Jesús en ti confío”.
“El alma que confía en Mi
misericordia es la más feliz porque Yo Mismo tengo cuidado de ella”. (Palabras
de Jesús a Santa Faustina Kowalska - Diario #1273)
Confiados en las manos de
Dios
Hay una reflexión muy conocida pero
seguramente muy poca asimilada, “El ayer ya pasó, el mañana no sabes si llegará”.
Por lo tanto no hay razón para andar angustiado y agobiado, así como nos dice
Jesús: ¨No andéis agobiados por el día de
mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. Le basta a cada día su
propio afán”. (Mt 6, 34)
Confiar en Dios es descansar
en él, es dejar las preocupaciones a un lado,es creer que aún hay oportunidades
a pesar de las adversidades y abandonarnos en sus manos. Pero esto no significa
que todo lo que necesitamos nos caerá del cielo, se trata de enfrentar las
pruebas de cada día con la certeza que pase lo que pase Dios nos protege, nos
acompaña y sobre todo espera con misericordioso amorcomplementar nuestro esfuerzo
diario.
Así como lo explica San
Francisco de Sales: “No temas lo que
puede suceder mañana. El mismo Padre amoroso que se preocupa por ti hoy te
cuidará mañana y todos los días. Él te protegerá del sufrimiento, o Él te dará
la fuerza inagotable de soportarlo. Estad en paz, entonces, y dejad a un lado
los pensamientos e imaginaciones ansiosos”.
Aunque a veces tengamos la
tentación de querer dominar el futuro y de ser autosuficientes capaces de
logarlo todo sólo con nuestras fuerzas humanas, recordemos que en varias
oportunidades Jesús advierte a sus discípulos que tienen que confiar y ser
fieles sólo al Padre Celestial; " El
que es fiel en las cosas pequeñas también, es fiel en las grandes y el que es infiel
en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes”. (Lc 16, 10). Asimismo Jesús en términos de confianzatambién
afirma que no se puede servir a dos señores a la vez; “No pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. (Lc 16, 13)
El Señor nos invita a no
estar pendiente de los bienes de este mundo simbolizados en el dinero y nos
insiste en fijar nuestro futuro en las manos de Dios Padre, administrando los
bienes materiales como lo que son; dones recibidos que se han de distribuir y
no acumular únicamente para el propio provecho, porque el dinero no es cuestión
de billetes sino de valores
Al apegarnos al dinero olvidamos confiar en
la Providencia Divina y de ser solidarios, por eso optemos siempre por creer en
Dios, no como un ser lejano e indiferente, sino como el Buen Padre pendiente de sus hijos, el amigo que nunca falla y que está
siempre dispuesto a ayudar o a perdonar, si es necesario.
“Confía en el Señor y saltarás
de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de
los pobres y los libra de todas sus angustias. Los ojos del Señor cuidan al
justo y a su clamor están atentos sus oídos”.
Salmo 33
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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