domingo, 18 de septiembre de 2016

En ti confío…



 

“Dice el Señor; Cuando tú me invoques,
yo te escucharé y en tus angustias, estaré contigo, te libraré de ellas y te colmaré de honores”.  Salmo 90
 
Haciendo nuestras las palabras del salmista, aún en las circunstancias más difíciles de la vida, avanzamos con pasos firmes por el sendero de la vida, con la fuerza de la fe y con la plena confianza en Dios Uno y Trino.

Porque la confianza nace de un corazón convertido, enamorado y urgido de experimentar la cercanía del amor misericordioso de Dios, así mientras más confiamos en él, mayor será su respuesta, sobre todo en momentos de necesidad así como lo afirma San Pablo; “¿Si Dios está con nosotros,  Quien contra nosotros? ( Rm 8,31)

Nuestra confianza en Dios nos da el valor necesario para enfrentar los desafíos más complicados que puedan presentarse en nuestra vida, aunque es muy frecuente temer, dudar y hasta desconfiar de la voluntad divina, por tantas dificultades y problemas.

   Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de seguir confiando plenamente en él, como un ejercicio espiritual individual o comunitario en armonía con las principales virtudes de fe, esperanza y amor.Hasta el punto de reflexionar como el Papa Francisco; “Sólo la confianza en Dios puede transformar la duda en certeza, el mal en bien, la noche en alba radiante”. Pontifex_es (Twist del 11/04/2014)

A lo largo del este Año Santo de la Misericordia,hemos asimilado principalmente que Jesús es la expresión concreta del amor divino protector, sanador, redentor, que nos conduce a la salvación y también porqueJesús a través de nuestros pasos busca afanosamente curar a la humanidad, rescatar al pecador, sanar al enfermo, consolar al triste, acoger al forastero, liberar al cautivo, vestir al desnudo, alimentar al hambriento, perdonar al que ofende, aconsejar al necesitado, corregir  y tolerar al equivocado.

Mientras la desconfianza crece socialmente cada día a causa del pecado en Jesús tenemos la respuesta de confiar plenamente, así como él confió en el Padre Celestial con su entrega redentora en la cruz. Porquesólo quien realmente conoce y cree en el Señor, se ve impulsado por el Espíritu Santo a exclamar; “Jesús en ti confío”.





“El alma que confía en Mi misericordia es la más feliz porque Yo Mismo tengo cuidado de ella”. (Palabras de Jesús a Santa Faustina Kowalska - Diario #1273)



Confiados en las manos de Dios
   Hay una reflexión muy conocida pero seguramente muy poca asimilada, “El ayer ya pasó, el mañana no sabes si llegará”. Por lo tanto no hay razón para andar angustiado y agobiado, así como nos dice Jesús: ¨No andéis agobiados por el día de mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. Le basta a cada día su propio afán”. (Mt 6, 34)

Confiar en Dios es descansar en él, es dejar las preocupaciones a un lado,es creer que aún hay oportunidades a pesar de las adversidades y abandonarnos en sus manos. Pero esto no significa que todo lo que necesitamos nos caerá del cielo, se trata de enfrentar las pruebas de cada día con la certeza que pase lo que pase Dios nos protege, nos acompaña y sobre todo espera con misericordioso amorcomplementar nuestro esfuerzo diario.

Así como lo explica San Francisco de Sales: “No temas lo que puede suceder mañana. El mismo Padre amoroso que se preocupa por ti hoy te cuidará mañana y todos los días. Él te protegerá del sufrimiento, o Él te dará la fuerza inagotable de soportarlo. Estad en paz, entonces, y dejad a un lado los pensamientos e imaginaciones ansiosos”.

Aunque a veces tengamos la tentación de querer dominar el futuro y de ser autosuficientes capaces de logarlo todo sólo con nuestras fuerzas humanas, recordemos que en varias oportunidades Jesús advierte a sus discípulos que tienen que confiar y ser fieles sólo al Padre Celestial; " El que es fiel en las cosas pequeñas también, es fiel en las grandes y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes”. (Lc 16, 10). Asimismo Jesús en términos de confianzatambién afirma que no se puede servir a dos señores a la vez; “No pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. (Lc 16, 13)

El Señor nos invita a no estar pendiente de los bienes de este mundo simbolizados en el dinero y nos insiste en fijar nuestro futuro en las manos de Dios Padre, administrando los bienes materiales como lo que son; dones recibidos que se han de distribuir y no acumular únicamente para el propio provecho, porque el dinero no es cuestión de billetes sino de valores

   Al apegarnos al dinero olvidamos confiar en la Providencia Divina y de ser solidarios, por eso optemos siempre por creer en Dios, no como un ser lejano e indiferente, sino como el Buen Padre pendiente de sus hijos, el amigo que nunca falla y que está siempre dispuesto a ayudar o a perdonar, si es necesario.

“Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos sus oídos”.  Salmo 33


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina


 
 




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