domingo, 9 de octubre de 2016

Vivir por la FE



 
Guiados por el Evangelista San Lucas continuamos “de caminoa Jerusalén” y en esta oportunidad con el signo milagroso de,“la Curación  de los diez leprosos”,Jesús nos enseña que la fe hay que vivirla, compartiéndolacon el servicio a Dios y al prójimo.


     Jesús de paso por la zona fronteriza entre Samaria y Galilea, “cerca de un pueblo”, atiende el clamor de un grupo de enfermos de lepra necesitados de sanación, pero sobre todo de misericordia;quienes“se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían, Jesús maestro, tencompasión de nosotros”. (Lc  17, 12-13)
   
       El grupo de leprosos cuando vio a Jesús, seguramente por su enfermedad y exclusión socialreconoce al “Maestro” que predica y hace curaciones y por eso al borde del camino distanciados físicamente, pero muy cerca de él por su necesidad interior, buscan ser liberados y sanados..
   
      Al grupo de leprosos no les venció el desaliento, ni la enfermedad,ni el rechazo social y al salir al encuentro de Jesúsllegó su tiempo de gracia, porque quien invoca al Señor en su sufrimiento y enfermedad, está seguro que su amor misericordioso no le abandona, por más difíciles que se presenten las circunstancias.
  
   “Dios por medio de su Hijo, no nos abandona, en nuestras angustias y sufrimientos está junto a nosotros nos ayuda a llevarlas y desea curar nuestro corazón en lo más profundo”.  (Benedicto XVI, Jornada Mundial de Oración por los Enfermos 11-02-2012)

   Según la narración bíblica Jesús se compadece de los diez leprosos y les indica que cumplan con lo prescrito por la ley de ir alos sacerdotes quienes tenían la responsabilidad de diagnosticar la lepra y revisar si había alguna curación, por eso Jesús les dice: “Vayan a los sacerdotes y aconteció que mientras iban, fueron sanados” (Lc 17, 14)

   Así ocurrió el milagro y por acción de la misericordia divina el grupo de leprosos cumpliendo la orden del Maestro quedó sano, pero uno sólo regresó para agradecer, los otros nueve se conformaron con la sanación física, con su nueva vida social.“Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios, a gran voz y se postró en tierra a sus pies, dándole gracias y éste era samaritano” y Jesús le preguntó: “¿No son diez los que fueron limpiados? y los nueve ¿Dónde están?”. (Lc 17, 15-17).

  Una vez más Jesús nos reitera con sus palabras y acciones  que no ha venido para condenar, sino para perdonar y salvar, para dar esperanza incluso en la oscuridad más profunda del sufrimiento y del pecado, para darnos vida en abundancia y porque además;  “el Señor siempre está cerca de quien le invoca”. (Salmo 145)

   Con este pasaje narrado por el evangelista Lucas, tenemos claro que al tener fe vemos a Dios en todos los acontecimientos de la vida y quizás por eso del grupo de diez leprosos, uno sólo reacciona ante la acción de Dios y regresa alabando y agradeciendo por su sanación, por su conversión, porque no hay mejor salud que la espiritual, la salud del alma, La Salvación y por eso Jesús responde;  “Levantate, vete, tu fe te ha salvado”. (Lc 17,19)

   Según el Catecismo de la Iglesia Católica; “La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras. (Catecismo; #176)   

   A lo largo de la vida muchas veces nos encontramos al borde del camino esperando una señal una respuesta la intervención de Dios, incluso también enfermos de la “lepra” del pecado, de las dificultades, de la crisis de fe, clamamos al “Maestro”, que tenga compasión de nosotros, que nos sane y nos oriente e indique el nuevo rumbo que debemos emprender en pro de la salvación y para que nuestra fe de muchos frutos, .así como lo afirma el Apóstol Santiago es su carta “mis obras son fruto de mi fe”. (St.2:14)

Pero también es oportuno preguntarnos;¿Somos agradecidos con los dones que Dios diariamente nos otorga gratuitamente?

Así como la Iglesia nos recuerda lo vital que es para nuestra fe ejercitarnos constantemente con la oración, frecuentando los sacramentos,  asistiendo a misa, meditando las escrituras, también debemos incluir la dosis diaria del agradecimiento a La Santa Trinidad; “Dad gracias a Dios, porque él es bueno, porque eterna su misericordia”. Salmo 136 
Fruto de una sanación, de la conversión o de un sencillo acto de perseverancia, reconocerse necesitado del amor divino nos lleva a fortalecer la fe, muchas veces son un sencillo pero profundo agradecimiento a Dios, así como ocurrió con los leprosos, eran diez hombres que tenían en común la enfermedad,entre los diez había un samaritano, pero al ser sanados por Jesús, sólo uno el extranjero, se diferenció del grupo, por su fe agradecida al Dios que le sana y concede la salvación, mientras los nueve hebreos no volvieron ante Jesús.

   Sigamos adelante con nuestro peregrinaje terrenal en plena confianza con Dios, reconociendo que en cada momento de la  vida recibimos su amor misericordioso, su protección. Porque su gracia renueva nuestras fuerzas y nos colma de bendiciones cada día,aún en los momentos más difíciles y oscuros, sólo así podemos experimentar su respuesta al suplicar, Creo Señor, pero aumenta mi fe o clamar como el Salmista: 

“El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, su diestra y su santo brazo le han dado la victoria”.Salmo 97



Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina


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