Una vez más es Navidad, la Buena Nueva sale a nuestro encuentro
para renovar la fe, el amor y el gozo en “Dios
con nosotros”, un Dios cercano,
humano, Indefenso como un niño, que nace pobre pero fortalecido con el calor familiar, de la naturaleza y de los hombres de buena voluntad que acoge
el llamado de los ángeles desde esa maravillosa noche.
La Palabra de Dios nace en un pesebre de Belén, para iluminar la historia de la salvación, para
enseñarnos la riqueza del amor divino, la fuerza del amor humano y la
importancia de la fe.
Navidad es el mejor
regalo de Dios para toda la humanidad, como lo afirma San Pablo; “En distintas ocasiones y de muchas maneras
habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en
estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero
de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo. El Hijo es el
resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas
las cosas con su palabra poderosa”. (Hb 1, 1-6)
Así celebramos que Jesús, se hace hombre para compartir nuestros
sufrimientos y esperanzas, y como reza el Prefacio de Navidad III: “resplandece ante el mundo el maravilloso
intercambio que nos salva; pues al revestirse el Hijo de nuestra frágil
condición, no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que
por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos”.
En cualquier rincón del mundo y con la diversidad de idiomas y culturas
resuena intensamente la frase de “FELIZ NAVIDAD”, porque de eso se
trata de vivir con gozo y felicidad la bendición del amor de Dios, que se hace
hombre para nuestra salvación, porque nos ama y nos invita a cambiar de vida,
que nos abramos a Él y a los demás hombres, como una gran familia de creyentes,
eliminando los focos de violencia, odio y
muerte, que están al acecho de la paz, la justicia, la prosperidad y la
fraternidad de los pueblos y de la civilización del amor.
Hace ya más de dos mil años recibimos el mejor de los regalos en Jesús,
el Emmanuel, como afirma el Papa Emérito
Benedicto XVI “El Dios con nosotros,
nacido en Belén de la Virgen María es la Estrella de nuestra vida”. (21-12-2005). Y ahora nos
corresponde a nosotros seguir compartiendo ese regalo, como testigos de la luz,
(Jn 1), portando la antorcha de la oración, la caridad, el compromiso, el testimonio
y la evangelización.
En esta Navidad pese a las
dificultades sociales, políticas y económicas de cada país, hagamos la
diferencia con el esfuerzo por conservar viva nuestras celebraciones y las tradiciones
que fortalecen el amor familiar y la fe en el Niño Dios, quien al nacer en la
pequeña Belén nos invita a vivir como verdaderos hermanos misericordiosos,
sobre todo, con los más pobres.
Cada Navidad, celebramos
la Buena Noticia que Dios se hace solidario con los hombres y mujeres de buena
voluntad;
“Les anuncio una gran alegría. Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor”. (Lc 2, 10-11)
El pregón de los ángeles a los humildes pastores de Belén se une al
júbilo del salmista; “Toda la tierra ha
visto al Salvador”. (Salmo 97). Y así también para nosotros hoy en día la Navidad no sólo es un hecho histórico
aislado sino el motivo clave para consolidar nuestra fe cristiana católica en
el Dios Salvador, el Dios infinitamente amoroso, misericordioso y muy cercano a
todos sus hijos.
“Esto nos ayuda a comprender mejor el tema de
la luz que prevalece sobre las tinieblas. Es un símbolo que evoca una realidad
que afecta a lo íntimo del hombre: me refiero a la luz del bien que vence al
mal, del amor que supera al odio, de la vida que vence a la muerte. Navidad hace pensar en esta luz
interior, en la luz divina, que nos vuelve a presentar el anuncio de la
victoria definitiva del amor de Dios sobre el pecado y la muerte. (Benedicto
XVI; (21-12-2005).
Más allá del bullicio externo de la actividad comercial y de las
vanidosas celebraciones, dejemos que renazca en nuestro interior el amor de
Dios hecho hombre en Jesús, nuestro hermano mayor que desde Belén hasta
Jerusalén, nos enseñó el camino de verdad y vida, que debemos transitar hacia
la eternidad.
“Bendito sea el Señor Dios
de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo”. (Lc 1,68)
Celebremos siempre en familia, en oración y con mucho gozo, esperanza y
agradecimiento la Navidad, sin olvidar a quienes sufren por el pecado, la
soledad, la enfermedad, la injusticia, la opresión, la guerra y por quienes se
resisten a creer y dejarse amar por Dios.
Seamos el mejor regalo navideño a ejemplo de la Sagrada Familia de
Nazaret, protagonista de la primera navidad,
son fe, amor, humildad y sobre todo su confianza en la Palabra de Dios
porque “la Palabra se hizo carne y puso
su morada entre nosotros” (Jn 1,14).
Y en nombre de Producciones Católicas de Venezuela, una muy Feliz y muy
Santa Navidad para todos.
“Jesús yace en el pesebre, pero lleva las riendas del gobierno del mundo; toma el pecho, y alimenta a los ángeles; está envuelto en pañales, y nos viste a nosotros de inmortalidad; está mamando, y lo adoran; no halló lugar en la posada, y Él fabrica templos suyos en los corazones de los creyentes. Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza... Así encendemos nuestra caridad para que lleguemos a su eternidad».San Agustín (Sermón 190,4: PL 38,1009)
Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina
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