En la etapa final de la NAVIDAD, tiempo litúrgico corto pero intenso en su
riqueza espiritual, una vez más Dios sale al encuentro de la humanidad, desde
Belén y con la ternura de un niño sigue atrayendo hacia a él a todos aquellos
hombres y mujeres de buena voluntad, los más humildes, los marginados e incluso
nos indica la Sagrada Escritura que también cautiva a los sabios, a los
científicos de la época que detallando la hermana naturaleza y sorprendidos se
dejan guiar por la luz de una resplandeciente estrella que indicaba que algo
maravilloso estaba sucediendo, que ya nada sería igual para la historia de la
humanidad.
Por eso según nos
relata el evangelista Mateo; “Jesús nació
en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron
entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que
acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a
adorarlo". (Mt 2, 1-2)
Así surge la
Epifanía, el encuentro entre el Niño Dios y los Magos de Oriente, porque Dios
revela a su Hijo a todos los pueblos, Jesús no es sólo el Mesías de Israel, es
la Luz para toda la humanidad, como afirma San Casimiro;
En esta celebración,
los Magos de Oriente representan al pueblo gentil, no judío, que se encuentra
con el Mesías en Belén, junto con José y María. El Rey tan esperado y anhelado,
llega a su pueblo con humildad, en pobreza pero con mucho calor y amor
familiar.
Con la adoración de los Reyes Magos,
aprendemos que Jesús vino a salvar a todos los hombres y mujeres de diferentes
razas y que en nuestro camino particular de apostolado también hay una estrella
que nos guía y dóciles, obedientes a ese llamado, debemos seguir en el duro
trajinar de la fe y al igual que los Magos de Oriente perseveremos sobre todo cuando
la estrella se pierda, ellos nunca dudaron y siguieron a pesar de las
dificultades hasta llegar a su encuentro: “Al
ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y
vieron al Niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos
durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro
camino”. (Mt 2, 10-12)
Así nosotros quizás también
tengamos que valorar la importancia de la adoración a Dios y sobre todo de ofrecerle
cada día nuestros mejores regalos, tal y como lo explica San Gregorio Magno,
que el oro, es la sabiduría; el incienso, es la virtud de la oración y la
mirra, es la mortificación de la carne: “Ofreceremos,
pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz de la
sabiduría; el incienso, si por medio de la oración con nuestras oraciones
exhalamos en su presencia olor fragante; y mirra (es como el bálsamo para los
difuntos) si con la abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad”.
Dios también se manifiesta en el Bautismo de Jesús, en el Río
Jordán, con el profeta Juan de testigo, litúrgicamente se trata de una fiesta
con la cual finaliza el Tiempo de Navidad, a través de la cual la Iglesia nos
invita, a reflexionar para reconocer nuestros pecados y así arrepentidos renovar esa gracia de Dios, que recibimos en
nuestro Bautismo, para poder optar por el Reino de los Cielos.
Nos relata el
Evangelio que “al salir Jesús del agua,
una vez bautizado, se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que
descendía sobre Él en forma como de paloma
y se oyó una voz desde el cielo”, la voz del Padre que lo identificaba como su Hijo, el Dios-Hombre. (Mt. 3, 16-17)
El bautismo en el
Río Jordán fue para Jesús dejar la vida silenciosa de Nazaret y el comienzo de
su misión mesiánica, por eso el Papa Francisco recientemente afirmó que a
imitación de Cristo todo bautizado debe asumir con fe y valentía su misión
evangelizadora:
“Anunciar el Evangelio
con dulzura y firmeza, sin arrogancia o imposiciones, ese
es el estilo misionero de los discípulos de Cristo. A imitación de Jesús,
pastor bueno y misericordioso, y animados por su gracia, estamos llamados a
hacer de nuestra vida un testimonio alegre que ilumine el camino, que aporte
esperanza y amor”. (Ángelus; 08-01-17)
Lcda. María Espina de
Duarte
Twitter: @mabelespina
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