viernes, 10 de febrero de 2017

Salud de los Enfermos…



Con frecuencia invocamos en las letanías a la Virgen María como “Salud de los Enfermos”, por su maternal solidaridad con todo ser humano  afligido por el sufrimiento físico y espiritual, además por los relatos de las Sagradas Escrituras y por sus mensajes en las diferentes apariciones, la conocemos siempre sensible ante todo sufrimiento, compartiendo los gozos y las esperanzas, las alegrías y las tristezas de la humanidad.
   María es invocada en la Iglesia con títulos muy diversos, como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora: "Lo cual ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador" (LG 62).
   La Santísima Virgen, por ser Madre de Cristo y Madre de los fieles, socorre con amor a todos sus hijos en dificultades, sobre todo los enfermos que acuden a ella con frecuencia, muchas veces visitando los santuarios marianos, para recibir por su intercesión la salud. Así como particularmente en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en Francia.
  Según datos y testimonios hubo 18 apariciones entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, todas las apariciones se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen María y por presentarse una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados por científicos. 
   En las apariciones, María Santísima exhortó a Bernadette a rogar por los pecadores, invitó a la conversión y a la penitencia; pidió que edificaran una capilla y que fueran en procesión y le pidió a Bernadette besar la tierra, como acto de penitencia para ella y para otros. La Virgen había dicho: "Rogarás por los pecadores...Besarás la tierra por la conversión de los pecadores". Como la Visión retrocedía, Bernardita la seguía de rodillas besando la tierra.
 
    Desde entonces esta advocación mariana adquiere particular importancia  en los actos piadosos que preparan y celebran anualmente la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1992, y fijada para cada 11 de febrero, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, en esa oportunidad Juan Pablo II afirmó: ...”La celebración anual de la Jornada mundial del enfermo tiene, por tanto, como objetivo manifiesto sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos...”
   Para esta XXV edición el título del mensaje publicado por el Papa Francisco es "Confiar en Jesús misericordioso como María; hagan lo que Él les diga”. (Lc 1,49)". A través del cual se nos invita a “imitar el camino seguido por santa Bernadette hasta contemplar en María, a la Inmaculada, y después su vida de silencio y meditación”.
   Al honrar a María bajo la advocación de Lourdes, también se “renueva en la Iglesia la fuerza espiritual para realizar, de la mejor manera posible, esta parte esencial de su misión que incluye el servicio a los enfermos, a los que sufren, a los excluidos y marginados” señala el Papa Francisco.
   Especialmente en esta Jornada el Santo Padre nos pide que difundamos "una cultura respetuosa de la vida, la salud y el medio ambiente" y también nos recuerda que, en la Jornada instituida por San Juan Pablo II; “Constituye una ocasión para prestar especial atención a la situación de los enfermos y de todos los que sufren en general. Al mismo tiempo, es una llamada dirigida a los que se entregan en su favor, comenzando por sus familiares, los agentes sanitarios y voluntarios, para que den gracias por la vocación que el Señor les ha dado de acompañar a los hermanos enfermos”.
   Así también el Papa Francisco afirmó que en medio del dolor, debemos dar un "agradecimiento al Señor Jesús, que se hizo solidario con nosotros, en obediencia a la voluntad del Padre y hasta la muerte en la cruz, para que la humanidad fuera redimida". La solidaridad de Cristo, Hijo de Dios nacido de María, es la expresión de la omnipotencia misericordiosa de Dios que se manifiesta en nuestras vidas ―especialmente cuando es frágil, herida, humillada, marginada, sufriente".
   Estamos llamados a ser solidarios con nuestros hermanos enfermos, orando o visitándolos, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien a lo largo de su vida acogió y sanó a muchos enfermos, así como lo exhorta San Juan Pablo II; “En Cristo está la esperanza de la verdadera y plena salud; la salvación que él trae es la verdadera respuesta a los interrogantes últimos del hombre. No existe contradicción entre la salud terrena y la salud eterna, dado que el Señor murió por la salud integral del hombre y de todos los hombres (cf. 1 P 1, 2-5; liturgia del Viernes santo, Adoración de la cruz). La salvación constituye el contenido final de la nueva alianza”. (  Jornada Mundial del Enfermo del año 2005)
   No podemos ser indiferentes ante los rostros de muchas personas enfermas que encontramos en el camino de la vida, por eso la importancia de esta Jornada Mundial del Enfermo, la cual cada año busca involucrarnos y despertar las conciencias, ante la realidad del sufrimiento humano y la llamada a ofrecer un poco de alivio físico o espiritual a quien enfrenta la enfermedad.
   Asimismo la Iglesia siempre ha estimado la asistencia a los enfermos parte integrante de su misión y los considera como una vía privilegiada para encontrar a Cristo, para acogerlo y servirlo. Así como lo explica el Papa Francisco; “Cada uno de nosotros, está llamado a llevar la luz del Evangelio y la fuerza de la gracia a aquellos que sufren y a cuantos los asisten, familiares, médicos, enfermeros, para que su servicio al enfermo sea cumplido siempre con más humanidad, con dedicación generosa, con amor evangélico”. (Ángelus; 08-02-2015)
   Recordando el lema de este año; “El asombro ante las obras que Dios realiza: «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí (Lc 1,49)”, reflexionemos especialmente sobre nuestro compromiso solidario y bajo la maternal intersección de Nuestra Señora de Lourdes, Madre y Salud de todos los enfermos, pidamos que cada día como creyentes cristianos católicos, también seamos capaces de aliviar la pesada carga de los enfermos sean familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajos o desconocidos.
   Que sepamos cumplir con amor y humildad esta obra de misericordia,  recordando especialmente las palabras esperanzadoras de la Virgen María a Bernadette, que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro".
Oración del Enfermo;
   Señor, Tú conoces mi vida y sabes mi dolor. Has visto mis ojos llorar, mi rostro entristecerse. Mi cuerpo lleno de dolencias y mi alma traspasada por la angustia. Lo mismo que te pasó a ti cuando, camino de la cruz, todos te abandonaron.
   Hazme comprender tus sufrimientos y, con ellos, el amor que Tú nos tienes. Y que yo también aprenda que uniendo mis dolores a los tuyos, tienen un valor redentor por mis hermanos. Ayúdame a sufrir con amor, hasta con alegría.
  Si no es posible que “pase de mí este cáliz” te pido por todos los que sufren:
   Por los enfermos como yo, por los pobres, los abandonados, los desvalidos, los que no tienen cariño ni comprensión y se sienten solos.
   Señor, haz que estas dolencias que me aquejan me purifiquen, me hagan más humano,
Me transformen y me acerque más a Ti.  Amén. San Juan Pablo II




Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

No hay comentarios:

Publicar un comentario