Nuevamente nos reencontramos con el Tiempo de Cuaresma para
iniciar, renovar o profundizar nuestra fe cristiana. Espiritualmente todos
estamos llamados a vivir con esperanza
la preparación para la Pascua, siendo el ayuno, la oración y la penitencia la
base triangular para avanzar en el compromiso de vida “Cara cara, Face to face, Sin máscaras”, ante Dios y el prójimo.
Especialmente para
estos días la Iglesia nos recuerda que todos somos Hijos de Dios y de acuerdo a
nuestra realidad personal o social, también somos Cristianos Bienaventurados,
con grandes oportunidades de sembrar frutos terrenales con transcendencia en la
eternidad.
Si con frecuencia
oramos en la Liturgia de las Horas, pidiéndole a Dios “No me escondas tu rostro, ya que confío en ti¨. (Salmo 142, 1-11). ¿Cómo podemos vivir con falsas posturas,
enmascarados por temor a ser rechazados o lastimados, por anunciar y
testimoniar la Buena Noticia de la Salvación, dejando de ser buenos hijos,
padres, esposos, trabajadores y sobre todo buenos cristianos?
Que diferente es la
vida auténtica, sin apariencias, como muchos hombres y mujeres seglares o de
vida consagrada que no les da vergüenza vivir plenamente su testimonio
cristianos, gente que no necesita quitarse ni ponerse careta alguna. No tienen
que ocultar nada, por ser gente sencilla y extraordinaria a la vez.
Cuaresma es tiempo
de verdadero cambio y renovación, tiempo para discernir el rumbo de nuestros
pasos y esta decisión nos pone a la escucha de Dios, para dejarnos cambiar y
guiar sólo por él. Así como el Papa Francisco
nos recuerda en su Mensaje para esta Cuaresma 2017, “La palabra es un don. El otro es un don", que los cristianos estamos siempre llamados a
la conversión y a reconducir la vida hacia Dios, siendo presencia y regalo para
el otro.
Específicamente el Santo Padre centra el mensaje
“en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31)” y nos señala
que la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo
a través de la Palabra, los sacramentos y el amor al prójimo. El texto de la
Parábola presenta a los dos personajes centrales, pero tal y como él subraya
“el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una
situación desesperada…Cf vv.20-21)”. Además no es un “personaje anónimo”,
destaca, “el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que
significa literalmente “Dios ayuda”. Y que, mientras que “para el rico es como
si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido…y, como tal, es un don”.
Entonces abramos “la
puerta de nuestro corazón al otro”, como nos pide el Papa Francisco, pongamos
nombre a tantos “Lázaros” que viven cerca de cada uno de nosotros, pongamos
corazón a nuestra limosna. Una limosna, verdaderamente penitencial, de
conversión, de “descubrimiento del otro como don”, de expresión del deseo y
súplica de quien se sabe ha de ser él mismo, a semejanza del Señor, don para los
otros.
También
reflexionemos en el inicio del camino cuaresmal con estas palabras de San Juan
Crisóstomo; “Del mismo modo que, al final
del invierno, cuando vuelve la primavera, el navegante arrastra hasta el mar su
nave, el soldado limpia sus armas y entrena su caballo para el combate, el
agricultor afila la hoz, el peregrino fortalecido se dispone al largo viaje y
el atleta se despoja de sus vestiduras y se prepara para la competición; Así
también nosotros, al inicio de este ayuno, casi al volver una primavera
espiritual, limpiamos las armas como los soldados; afilamos la hoz como los
agricultores; como los marineros disponemos la nave de nuestro espíritu para
afrontar las olas de las pasiones absurdas; como peregrinos reanudamos el viaje
hacia el cielo; y como atletas nos preparamos para la competición despojándonos
de todo¨.
Vivamos entonces la
cuaresma elevándonos y acercándonos más a Dios, sin alejarnos mucho del hermano
necesitado. Liberándonos del pecado, con sincero arrepentimiento, propósito de
enmienda y amor solidario. Recordando las palabras de San Pablo a la comunidad
de Corinto; “Examínense y vean si permanecen en la fe. Pruébense a sí mismos.
¿Están seguros de que Cristo Jesús está en ustedes? ¿Y qué, si no superan la
prueba?” (II Corintios 13,5)
A partir de este
Miércoles de Ceniza cuando el sacerdote nos diga; “Concédenos, Señor, el
perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”,
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" o “Arrepiéntete y cree
en el Evangelio”. Tengamos
en cuenta que la imposición de la ceniza no es un rito mágico a través del
cual se borran nuestros pecados, para
ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación.
La Ceniza es un
signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión, con el
cual iniciamos el camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde el
desierto hasta su triunfo sobre el pecado y la muerte, en el Domingo de
Resurrección. “Ahora dice el Señor: 2,12: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno,
llantos y lamentos. 2,13: Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan
al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico
en fidelidad.” (Joel
2,12-18)
Iniciemos el camino
cuaresmal desechando las máscaras o
caretas, que quizás utilizamos con frecuencia. Renovemos y fortalezcamos
nuestra fe clamando como el Salmista; ¡Ten
piedad de mí, Señor, por tu bondad, por
tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa. Salmo
51(50)
Pasemos la página
para que de ahora en adelante Dios sea el autor de las líneas de una nueva
vida más transparente y auténtica,
teniendo como base firme su palabra, los sacramentos y sobre todo ejercitando
la caridad y la misericordia, tomando muy en cuenta la sabias palabras del Papa
Francisco;
“La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor¨. (Mensaje Cuaresma 2017)
Lcda. María Espina de
Duarte
Twitter: @mabelespina
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