martes, 28 de febrero de 2017

Sin máscaras…

Nuevamente nos reencontramos con el Tiempo de Cuaresma para iniciar, renovar o profundizar nuestra fe cristiana. Espiritualmente todos estamos llamados a  vivir con esperanza la preparación para la Pascua, siendo el ayuno, la oración y la penitencia la base triangular para avanzar en el compromiso de vida “Cara cara, Face to face, Sin máscaras”, ante Dios y el prójimo.

   Especialmente para estos días la Iglesia nos recuerda que todos somos Hijos de Dios y de acuerdo a nuestra realidad personal o social, también somos Cristianos Bienaventurados, con grandes oportunidades de sembrar frutos terrenales con transcendencia en la eternidad.

   Si con frecuencia oramos en la Liturgia de las Horas, pidiéndole a Dios “No me escondas tu rostro, ya que confío en ti¨. (Salmo 142, 1-11).  ¿Cómo podemos vivir con falsas posturas, enmascarados por temor a ser rechazados o lastimados, por anunciar y testimoniar la Buena Noticia de la Salvación, dejando de ser buenos hijos, padres, esposos, trabajadores y sobre todo buenos cristianos?

   Que diferente es la vida auténtica, sin apariencias, como muchos hombres y mujeres seglares o de vida consagrada que no les da vergüenza vivir plenamente su testimonio cristianos, gente que no necesita quitarse ni ponerse careta alguna. No tienen que ocultar nada, por ser gente sencilla y extraordinaria a la vez.

   Cuaresma es tiempo de verdadero cambio y renovación, tiempo para discernir el rumbo de nuestros pasos y esta decisión nos pone a la escucha de Dios, para dejarnos cambiar y guiar sólo  por él. Así como el Papa Francisco nos recuerda en su Mensaje para esta Cuaresma 2017, La palabra es un don. El otro es un don",  que los cristianos estamos siempre llamados a la conversión y a reconducir la vida hacia Dios, siendo presencia y regalo para el otro.

    Específicamente el Santo Padre centra el mensaje “en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (Lc 16,19-31)” y nos señala que la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo a través de la Palabra, los sacramentos y el amor al prójimo. El texto de la Parábola presenta a los dos personajes centrales, pero tal y como él subraya “el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada…Cf vv.20-21)”. Además no es un “personaje anónimo”, destaca, “el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente “Dios ayuda”. Y que, mientras que “para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido…y, como tal, es un don”.

   Entonces abramos “la puerta de nuestro corazón al otro”, como nos pide el Papa Francisco, pongamos nombre a tantos “Lázaros” que viven cerca de cada uno de nosotros, pongamos corazón a nuestra limosna. Una limosna, verdaderamente penitencial, de conversión, de “descubrimiento del otro como don”, de expresión del deseo y súplica de quien se sabe ha de ser él mismo, a semejanza del Señor, don para los otros.

   También reflexionemos en el inicio del camino cuaresmal con estas palabras de San Juan Crisóstomo; “Del mismo modo que, al final del invierno, cuando vuelve la primavera, el navegante arrastra hasta el mar su nave, el soldado limpia sus armas y entrena su caballo para el combate, el agricultor afila la hoz, el peregrino fortalecido se dispone al largo viaje y el atleta se despoja de sus vestiduras y se prepara para la competición; Así también nosotros, al inicio de este ayuno, casi al volver una primavera espiritual, limpiamos las armas como los soldados; afilamos la hoz como los agricultores; como los marineros disponemos la nave de nuestro espíritu para afrontar las olas de las pasiones absurdas; como peregrinos reanudamos el viaje hacia el cielo; y como atletas nos preparamos para la competición despojándonos de todo¨.

   Vivamos entonces la cuaresma elevándonos y acercándonos más a Dios, sin alejarnos mucho del hermano necesitado. Liberándonos del pecado, con sincero arrepentimiento, propósito de enmienda y amor solidario. Recordando las palabras de San Pablo a la comunidad de Corinto; “Examínense y vean si permanecen en la fe. Pruébense a sí mismos. ¿Están seguros de que Cristo Jesús está en ustedes? ¿Y qué, si no superan la prueba?”  (II Corintios 13,5)

   A partir de este Miércoles de Ceniza cuando el sacerdote nos diga; “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”, “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás" o “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”. Tengamos en cuenta que la imposición de la ceniza no es un rito mágico a través del cual  se borran nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación.

   La Ceniza es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión, con el cual iniciamos el camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde el desierto hasta su triunfo sobre el pecado y la muerte, en el Domingo de Resurrección. Ahora dice el Señor: 2,12: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. 2,13: Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad.” (Joel 2,12-18)

   Iniciemos el camino cuaresmal desechando las  máscaras o caretas, que quizás utilizamos con frecuencia. Renovemos y fortalezcamos nuestra fe clamando como el Salmista; ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,  por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa. Salmo 51(50)

   Pasemos la página para que de ahora en adelante Dios sea el autor de las líneas de una nueva vida  más transparente y auténtica, teniendo como base firme su palabra, los sacramentos y sobre todo ejercitando la caridad y la misericordia, tomando muy en cuenta la sabias palabras del Papa Francisco;



“La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor¨. (Mensaje Cuaresma 2017) 




Lcda. María Espina de Duarte

Twitter: @mabelespina

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