domingo, 23 de abril de 2017

FIESTA PASCUAL.... DIVINA MISERICORDIA



Cada segundo domingo de Pascua renovamos el gozo y la esperanza de Cristo Resucitado con la Fiesta de la Divina Misericordia, instituida oficialmente  en el año 2000 por San Juan Pablo II, en lo que definió como una contribución personal, en el cumplimiento de la voluntad de Cristo.

   Como sabemos la devoción de honrar la Divina Misericordia fue propagada por la religiosa polaca Santa Faustina, quien en oración contemplativa recibió varias revelaciones de Nuestro Señor Jesucristo y las recopiló en un Diario, entre el 22 de febrero de 1931 y hasta su muerte en 1938, en las cuales se describe la importancia de la misericordia y del amor de Dios.

   “Esta Fiesta surge de Mi piedad más entrañable...Deseo que se celebre con gran solemnidad el primer domingo después de Pascua de Resurrección....Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y abrigo para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores. Las entrañas más profundas de Mi Misericordia se abren ese día. Derramaré un caudaloso océano de gracias sobre aquellas almas que acudan a la fuente de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas”  (Diario, #699)

   Las prácticas devocionales propuestas en el diario de  Santa Faustina están relacionadas con las enseñanzas de la Iglesia Católica y su raíz está firmemente  contenida en los cuatros Evangelios, por citar algunas:

·         “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36) 
 ·         “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,7)
 ·         “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber ...”  (Mt. 25, 31-46) 
 ·         “Nos acompañará la gracia, la misericordia y paz de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, con la verdad y el amor”.    (2Jn 3)  

    De tal manera que a través de la devoción de la Divina Misericordia, principalmente Dios quiere que nos acerquemos a él por medio de la oración constante, arrepentidos de pecar y pidiéndole que derrame su Misericordia sobre nosotros y sobre el mundo entero. Y sobre todo que seamos misericordiosos con el prójimo, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales.  

    Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte… “Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo; la primera -la  acción, la segunda- la palabra y la tercera-la oración. En estas tras formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia mí”. (Diario, #742).

   Y finalmente que confiemos completamente en Jesús, de cuyo cuerpo crucificado traspasado por una lanza brotó Sangre y Agua, que representan respectivamente los sacramentos de la Eucaristía o Comunión y de la Penitencia o del Perdón: Por lo tanto, la presencia de los dos rayos en la Imagen de la misericordia es una clara invitación a que participemos con frecuencia en los Sacramentos.


   "Los dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fue abierto por una lanza en la Cruz... Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí". (Diario, #299).

« ¡Señor mío y Dios mío!».

   La devoción a la Divina Misericordia se enriquece con la liturgia del segundo domingo de Pascua. El Señor Resucitado se presenta ante nosotros como Misericordioso, lleno de gracia y de amor para todo aquel que a la luz de la fe, es capaz de proclamar como el Salmista; “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Salmo 117

  El evangelio que se proclama este segundo domingo de Pascua nos recuerda que después de la Crucifixión, los discípulos permanecen encerrados por miedo a los judíos. Pero quizás como nos ocurre con frecuencia al igual que los apóstoles,  Jesús llega y traspasa los muros de la inseguridad y el temor humano,   para manifestarnos los frutos de su Resurrección, como don del Espíritu, la paz y el perdón. (Jn 20, 19-31)

   Primeramente « ¡La paz contigo!», nos dice el Señor también a nosotros, invitándonos a acoger el don de la paz que él nos otorgado por su Pasión, Muerte y Resurrección y nos invita a convertirnos en agentes de reconciliación familiar y social. 

   “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en eso entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado”. (Jn 20, 19-20)
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   Jesús Resucitado exhala su aliento sobre sus discípulos para transmitirles el Espíritu Santo,  para fortalecerlos y encomendarles la misión de comunicar la Buena Noticia del Perdón, como gracia de la Misericordia Divina. 

   “Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes ustedes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”. (Jn 20, 20-23).

   Así también en el diario de Santa Faustina, encontramos la especial exhortación de Jesús sobre la necesidad de los sacramentos de Reconciliación y Comunión.  
 
    Quiero conceder un perdón completo a las almas que irán a la Confesión y recibirán la Santa Comunión en la Fiesta de Mi misericordia”. (Diario, #1109)
   “¡Oh! ¡Cuánto me duele que muy rara vez las almas se unan a Mí en la Santa Comunión.  Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí.  Las amo con tanta ternura y ellas no confían en Mí.  Deseo colmarlas con gracias y ellas no desean aceptarlas.  Me tratan como una cosa muerta, y Mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia”. (Diario; 1447).


   Retomando el evangelio de esta segunda semana de Pascua con el testimonio de Tomás, el incrédulo que  necesito ver para creer, así como nos sucede frecuentemente ante las pruebas de fe.

   “Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes. ‘‘ Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree. "Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto." Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. (Jn 20, 26-31)

   Las palabras de Jesús resucitado reflejan la importancia y la dicha de creer en él en la grandeza de su misericordia, por eso aprovechemos las gracias que nos ofrece en esta fiesta y sobre todo aprendamos con esta devoción, a imitarlo siendo misericordiosos y fortaleciendo la fe, así como lo afirma San Pedro; 

 Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego”. A Cristo Jesús ustedes no lo han visto y, sin embargo, lo aman; al creer en El ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe. (1Pe 1, 7-9)

    No basta que colguemos y veneremos la imagen de la Divina Misericordia en nuestros hogares, que recemos la Coronilla todos los días a las 3 de la tarde o recibamos la Comunión el segundo domingo de Pascua, Jesús nos exige poner la Misericordia en acción. 

    Así también dejemos entrar a Jesús  Resucitado  en nuestras vidas, para que nos regale su paz y misericord

ia y siempre podamos proclamar con devoción y certeza

¡JESÚS YO CONFIO EN TI!

  “Que el alma débil y pecaminosa no tenga miedo de acercarse a Mí, ya que aunque tuviera más pecados que grano de arena en el mundo, todos se ahogaran en las profundidades inconmensurables de Mi misericordia”. (Diario, #1059)
   “A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa (protege) a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso. En esa última hora, un alma no tiene nada con que defenderse excepto mi misericordia. Feliz es el alma que durante su vida se sumergió en la Fuente de la Misericordia, porque la justicia no la tendrá”. (Diario, #1075).



Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina.

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