miércoles, 31 de mayo de 2017

La Visitación de Santa María



   Con la Fiesta de La Visitación de la Virgen María, finalizamos litúrgicamente  mayo, mes dedicado especialmente a la Santísima Virgen María y como ejercicio espiritual evaluemos como la hemos honrado y qué lugar ocupa la devoción mariana en nuestro compromiso cristiano católico.

   La tradición religiosa que inició desde la Edad Media para consagrar el “mes de las flores” a la Virgen María para rendir culto a las virtudes de la Madre de Dios, toma como referencia la devoción de Alfonso X, “el Sabio”, rey de España, en el siglo XIII, quien ofrendaba sus “Cantigas de Santa María”,  porque quería “trovar en honor de la Rosa de las Rosas y de la Flor de las flores”. 

   También  de  Roma, San Felipe Neri en el siglo XVI, enseñaba a los jóvenes a hacer obsequios a la Virgen María, con flores, cantos y oraciones. Y como parte de la colonización en América los misioneros españoles, fueron los encargados de difundir y promover la tradición de dedicar el mes de mayo, como mes mariano. 

   Es decir que hasta hoy en día conservamos esta hermosa tradición donde lo más importante es honrar la Virgen María con fe y sincera devoción, confiando en ella e imitando sus virtudes, “para que seamos siempre discípulos dóciles y testigos valientes del Señor resucitado”.  (Papa Benedicto XVI: Regina Coelis,  30/04/3017)

   De tal manera que nos corresponde valorar el papel que la Virgen María desempeña en nuestra vida, sobre todo como Madre y Maestra y proclamar con certeza cono indica la Oración Colecta de este 31 de mayo: Dios todopoderoso y eterno, que inspiraste a la santísima Virgen María, cuando llevaba ya en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a Isabel, concédenos que, siguiendo las inspiraciones del Espíritu Santo, podamos con María proclamar siempre tu grandeza.
 
    Demos gracias a Dios por la devoción mariana que durante este hemos renovado y compartido, para que esos frutos nos permitan seguir delante de la mano de Nuestra Madre y Reina, María de Nazaret quien al conocer la voluntad divina sobre su vida, fue valiente pero sobre todo solidaria, servicial y presurosa visita a su

Prima Isabel para compartir su gozo y alabanzas.


   “Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen”. (Lucas: 1, 39-56)


   En este encuentro la Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios  y llenas del Espíritu Santo, nos regalan su testimonio definido por San Juan Pablo II como un “pequeño Pentecostés”. Que también nos ayuda a prepararnos para la gran fiesta del Espíritu santo que en los próximos días celebraremos: 

    “El encuentro entre la Virgen y su prima Isabel es una especie de "pequeño Pentecostés la Virgen santísima, que lleva en su seno al Hijo concebido por obra del Espíritu Santo, irradia en torno a sí gracia y gozo espiritual. La presencia del Espíritu en ella hace saltar de gozo al hijo de Isabel, Juan, destinado a preparar el camino del Hijo de Dios hecho hombre. Donde está María, allí está Cristo; y donde está Cristo, allí está su Espíritu Santo, que procede del Padre y de él en el misterio sacrosanto de la vida trinitaria”. (Homilía; 31-05-2001)

     En esta Fiesta de la Visitación e invocando al Espíritu Santo, digamos con amor y devoción: 


Santa Madre María de Nazaret gracias por amarnos y guiarnos por el sendero de verdad y vida que testimonió tu hijo amado Jesús.
 Implora para nosotros el perdón de Dios sobre nuestros pecados, falta de fe y desobediencias.
Eres la Bella Dama “puerta siempre abierta del cielo”, que una vez más nos recuerda como en las Boda de Caná;  “Hagan lo que él les diga”.
Acoge con amor maternal nuestras oraciones y enséñanos a cultivar en nuestras vidas tus virtudes  como la humildad, fe, caridad, amor, servicio, paciencia y sobre esperanza en la voluntad de Dios.
Para que todas estas virtudes florezcan y den frutos de gracia y santidad, en pro de una humanidad más fraterna y comprometida con la proclamación y defensa de la Buena Noticia de la Salvación.
Santa María, Reina y Madre, bendícenos y ruega siempre por todos tus hijos,  especialmente por los incrédulos, los oprimidos y más desamparados.


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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