sábado, 13 de mayo de 2017

María del Rosario de Fátima



Cien años después…

   En el tiempo de Pascua Nuestra Madre María también ocupa un lugar muy especial y sobre todo actualmente, cuando celebramos el Año Jubilar Centenario de la Virgen de Fátima, que terminará el 26 de noviembre de 2017.

   Ciertamente la Pascua es un tiempo eminentemente cristológico, pero no faltan motivos para recordar a María, como guía e intercesora para conservar nuestra vida unida a  Cristo Resucitado.

    Recientemente el Papa Francisco dijo;  «Aprovechemos este mes de mayo para encontrar en la oración, más a menudo a María, nuestra Madre. Ella nos guía a su Hijo Jesucristo y está cerca de nosotros con su protección materna….Iré como peregrino a Fátima, para encomendarle a la Virgen los destinos temporales y eternos de la humanidad y suplicarle sobre sus caminos las bendiciones del Cielo.” (Audiencia; 10-05-2017)

   La Virgen María como peregrina de Dios y especialmente bajo la advocación de Fátima entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, visitando  a un pequeño prado portugués, situado a 130 km al norte de Lisboa, en revelación a tres pastorcitos dijo:  
 



«No tengáis miedo… Soy del cielo… Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora… ¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de desagravio por los pecados con que es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores? –Sí, queremos… –Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra”.


   Lamentablemente cien años después poco ha cambiado el panorama  mundial, que tanto preocupó a la Virgen María en ese momento, porque gran parte de la humanidad sigue de espaldas al amor y la misericordia de Dios. Por ejemplo cien años después los conflictos en Siria y Corea del Norte, representan una amenaza de una nueva guerra mundial y además seguimos ofendiendo gravemente a Dios, con el libertinaje sexual, el fundamentalismo religioso, genocidios, el mal llamado “feminismo” que justifica el aborto, el terrorismo, la eutanasia, los desplazados, el narcotráfico y las dictaduras modernas entre tantas calamidades, que profundizan la triste realidad de confrontación entre el bien y el mal, que existe en cada país y a escala internacional.

    Por lo tanto el mensaje de Fátima, sigue vigente y nos interpela a cada uno de nosotros así como lo expresa Mons. Antonio Marto, Obispo de Leiría-Fátima (Portugal), en la Proclamación del Año Mariano Jubilar Centenario; 


 “El milagro más importante de Fátima no es propiamente la danza del sol, sino la conversión del corazón y de vida de tanta gente que sucede aquí sin que se vea…Debemos vivir este año como un tiempo favorable de acción de gracias por el don de la visita y del mensaje de la Virgen, por las gracias recibidas y por la experiencia de ternura y misericordia de Dios; de devoción al Inmaculado Corazón de María; de conversión y compromiso con Dios a favor del prójimo y por la paz en el mundo, siguiendo el ejemplo de los tres pastorcitos”. 


   De tal manera que aprovechemos este Año Jubilar Centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima, para profundizar que la salvación de la humanidad y la paz mundial, dependen en definitiva que se cumpla el deseo de Dios, de establecer en el mundo la devoción del “Inmaculado Corazón de María”.

    A ejemplo de los santos pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, seamos creyentes fieles y sobre todo obedientes a la voluntad de Dios, aún en las circunstancias más difíciles de la vida, recordando especialmente  las palabras de Nuestra Madre;


 «Rezad, rezad mucho y haced sacrificio por los pecadores, que muchas almas van al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellos. Y tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza».


    Como también lo afirmó en Fátima el Papa Juan Pablo II, un año después del atentado registrado el 13 de mayo de 1981;  “El Mensaje de Fátima es más relevante y más urgente hoy, que cuando Nuestra Señora se apareció por primera vez. Y cuánto nos duele que la invitación a la penitencia, a la conversión y a la oración no haya encontrado aquella acogida que debía. ¡Cuánto nos duele que muchos participen tan fríamente en la obra de la Redención de Cristo”.

    Encaminados en la quinta semana de Pascua y al cumplirse este 13 de mayo cien años de la primera aparición de Nuestra Madre del Rosario en Fátima, como mediadora ante Dios y la humanidad  reflexionemos con su mensaje revelado a lo pastorcitos las palabras del salmista; “El Señor es compasivo y misericordioso, él ama la justicia y el derecho y su misericordia llena la tierra.” Salmo 32.

    Y ante el momento difícil que se registra  en la historia de la humanidad, hoy más que nunca los católicos debemos estar unidos al Papa Francisco, a nuestros Obispos, siendo fieles a la doctrina de la fe y de la Iglesia. Pero ante todo, fieles y unidos a Cristo Resucitado, recordando especialmente sus palabras; «No se angustien; crean en Dios y crean también en mí…Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo han visto». (Jn 14, 1-12)

    Así finalmente compartimos parte de la oración especial que el Papa Francisco rezó este viernes 12 de mayo, en la Capilla de las Apariciones del Santuario de Fátima en Portugal.

Virgen María, Reina del Rosario de Fátima
Bendita entre todas las mujeres, eres la imagen de la Iglesia vestida de luz pascual, eres el orgullo de nuestro pueblo, eres el triunfo frente a los ataques del mal.
Profecía del Amor misericordioso del Padre, Maestra del Anuncio de la Buena Noticia del Hijo, signo del Fuego ardiente del Espíritu Santo.
Enséñanos, en este valle de alegrías y de dolores, las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector. En tu Corazón Inmaculado, sé el refugio de los pecadores y el camino que conduce a Dios.
Unido a mis hermanos, en la Fe, la Esperanza y el Amor, me entrego a Ti.
Unido a mis hermanos, por ti, me consagro a Dios, Oh Virgen del Rosario de Fátima. Y cuando al final me veré envuelto por la Luz que nos viene de tus manos, daré gloria al Señor por los siglos de los siglos. Amén.


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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