Segunda aparición de la
Virgen María, miércoles 13 de junio de 1917, a los tres pastorcitos Lucía,
Jacinta y Francisco:
«Quiero que recéis el Rosario todos los días y que aprendáis a leer». Y a Lucía: «A Jacinta y a Francisco los llevaré pronto [al cielo]. Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrazase, le prometo la salvación… No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios». Fue entonces cuando la Virgen les hizo ver su «corazón, rodeado de espinas. «Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la Humanidad, que pedía reparación».
Cien años después contemplamos la
importancia del amor maternal de
Nuestra Señora de Fátima, en su segunda aparición donde claramente expresa la importancia de rezar el Rosario por la paz mundial y la promesa de morar en el cielo para Jacinta y Francisco, y por voluntad divina la necesidad de reparar los pecados de la humanidad que ultrajan su Inmaculado Corazón, según relato de Sor Lucía, la mayor de los videntes:
“En ese momento abrió las manos y nos
comunicó por segunda vez el reflejo de la luz inmensa que la envolvía. Jacinta
y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se eleva hacia el cielo y
yo en la que se esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano
derecha de nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían
clavarse en el. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado
por los pecados de la humanidad, y que quería reparación”.
Su mensaje no está dirigido a una comunidad
o nación, sino a toda la Iglesia, por eso acojamos con fe y esperanza el
mensaje de Nuestra Madre de Fátima para practicar y propagar el rezo del Santo
Rosario sobre todo podo por la paz de tantos países en dificultades y conflictos
como Siria, Medio Oriente, Corea del Norte y Venezuela.
Al venerar el Inmaculado Corazón de María
honramos sus virtudes y méritos, su constante fortaleza, su ejemplo de santidad.
Pero María, como Madre de Cristo, también nos enseña desde su corazón que la gracia
es más grande que el pecado y que la misericordia de Dios supera el mal, recordemos
a San Lucas quien describe como un “relicario” el corazón de María, en su
Evangelio: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su
corazón”. (Lc. 2,19
Así también venerar el Inmaculado Corazón
de María nos lleva a tomar muy en cuenta su promesa: “A quien le abrazare prometo la
salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para
adornar su Trono."
Antes
de la revelación de la Virgen María en Fátima a los tres pastorcitos el 13 de
junio de 1917, día Fiesta de San Antonio de Padua, Patrono
de Lisboa, sobre la devoción al Inmaculado Corazón, previamente varios santos
propagaron este culto tales como; San Bernardo, Santa Matilde, Santa Gertrudis,
Santa Brígida, San Bernardino de Siena, San Francisco de Sales y San Antonio
María Claret y Juan Eudes.
Posteriormente pero en complemento al
establecimiento de la Devoción al
Inmaculado Corazón, en diciembre de 1925 la Virgen María se le apareció
a Lucía Martos, una de las tres pastorcitas vidente de Fátima, y le dijo:
"Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte del Rosario, con intención de darme reparación". Junto con la devoción a los nueve Primeros Viernes de Mes, ésta es una de las devociones más conocidas”.
La fiesta del Corazón Inmaculado de María
fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de
mayo de 1944, para obtener por medio de la intercesión de María "la
paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los
pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes". Y se celebra el sábado después de Corpus
Christi y del viernes anterior a la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Para finalizar nuestra reflexión sobre el
centenario de la segunda aparición de Virgen María en Fátima el 13 de junio de
1917, compartimos el relato de Sor Lucía sobre Jacinta, algún tiempo antes que
su prima marchara al hospital donde moriría, ésta afirmaba:
“–Ya me falta poco para ir al Cielo. Tú te quedarás aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción del Inmaculado Corazón de María. Cuando sea preciso decirlo, no te escondas. Di a todo el mundo que Dios nos concede las gracias por medio del Corazón Inmaculado de María; que se las pidan a Ella; que el Corazón de Jesús quiere que se venere a su lado al Corazón Inmaculado de María; que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María; que Dios se la entregó a Ella. ¡Si pudiese meter en el corazón de toda la gente la lumbre que tengo aquí en el pecho quemándome y haciéndome gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María!
Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina
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