Tres Personas y un solo Dios
verdadero, es la enseñanza básica que desde niños la Iglesia nos impartió y que
cada año nos invita a celebrar en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Nuestra vida cristiana gira
en torno a la familia trinitaria, fuimos bautizados en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo y desde entonces invocamos amorosa y
frecuentemente a la Trinidad en momentos importantes, cuando recibimos un
sacramento, al santiguarnos o cuando rezamos el Gloria o el Credo en la Santa
Misa y al final de la Plegaria eucarística.
Así también al iniciar la misa el sacerdote saluda
a los fieles, con las palabras que San Pablo dirigió los corintios
con la fórmula trinitaria;
"La gracia de Nuestro .Señor
Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con
vosotros". (2 Cor 13:14)
En la fiesta de la Santísima Trinidad contemplamos
el misterio de Dios que nos ama infinitamente, que nos acompaña siempre y que
nos llama a vivir en la unidad del amor
y la familia. “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y
de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente
de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. (Catecismo;
#234)
En Dios hay una sola esencia y tres
personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, cada una de las cuales es
Dios, sin ser tres dioses sino un solo y único Dios.
Este Misterio de la Santísima Trinidad es
una verdad que supera nuestra capacidad
intelectual, pero que aceptamos como verdad de fe en la esencia de la naturaleza divina:
“La Trinidad es una. No confesamos tres
dioses sino un solo Dios en tres personas: «la Trinidad consubstancial». Las
personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas
es enteramente Dios: «El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que
es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un
solo Dios por naturaleza»”. (Catecismo; #253)
Sobre la revelación del Misterio Trinitario, misterio central de la fe y
de la vida cristiana, podemos decir que ante todo se nos manifiesta mediante la acción de Dios
en la historia, el Antiguo Testamento es la revelación preferencial de un Dios
único, mientras que en el Nuevo Testamento se nos revela Dios en tres divinas
Personas.
Dios se nos revela como Padre enviando, a su
Hijo a nuestro mundo pecador para redimirnos y Jesucristo se nos revela como
Hijo en su íntima oración filial, en su perfecta obediencia a la voluntad del
Padre y para alcanzarnos la gracia de la salvación (Jn 3,16-18). Y
el Espíritu Santo se nos revela como enlace de Amor entre el Padre y el Hijo,
como don de comunión a los hombres a fin de que vivan a imagen de la Trinidad:
“La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad. Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel y Jesús ha caminado siempre con nosotros y nos ha prometido el Espíritu Santo que es fuego, que nos enseña todo lo que no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones”. (Papa Francisco; Ángelus; 26-05-2013)
San Juan también nos indica la importancia
de la unión trinitaria cuando al Ascender Jesús dijo a sus discípulos: “Vayan
pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo”. (Juan
28, 20)
Amor
Trinitario
En la
Trinidad encontramos una relación con
Dios-Padre que nos da luz y vida, una relación con Dios-Hijo que nos hace
hermanos y una relación con Dios-Espíritu que nos fortalece y guía por los senderos de la vida. O como afirma San Agustín, “Amante, amado y amor”.
La liturgia de la fiesta de la Santísima
Trinidad, es una invitación a reflexionar en este misterio que nos dice que
Dios, en su intimidad, es la perfecta unidad siendo comunidad de amor.
Bajo la acción de este amor trinitario se
fundamenta nuestra fe cristiana católica, en la esencia gloriosa
del Padre, siguiendo los pasos por el camino de verdad y vida que nos indica
Jesús como Hijo, y dejándonos guiar por la fuerza inspiradora del Espíritu
Santo, con sus dones y frutos.
“Dios, que para nosotros es incomprensible, ha querido revelarse a Sí mismo no sólo como único creador y Padre omnipotente, sino también como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En esta revelación la verdad sobre Dios, que es amor, se desvela en su fuente esencial: Dios es amor en la vida interior misma de una única Divinidad. Este amor se revela como una inefable comunión de Personas. (San Juan Pablo II, Audiencia General; 09-10-1985)
El misterio de la Santísima Trinidad nos
invita a vivir el amor fraterno y servicial y por lo tanto el amor es también
nuestro mandamiento, nuestro ejemplo a seguir del Dios Uno y Trino.
En palabras del Papa Francisco el camino de
la vida cristiana es un camino esencialmente ‘trinitario’, en el cual se nos invita
a vivir principalmente el amor hacia el prójimo:
“Estamos llamados a vivir no los unos sin los
otros, sobre o contra los otros” sino “los unos con los otros, por los otros y
en los otros” ya que “esto significa acoger y testimoniar de acuerdo a la belleza
del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y
sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorizando los
diversos carismas bajo la guía de los pastores”. (Ángelus: 31-05-2015)
Al celebrar y reflexionar sobre la Solemnidad
de la Santísima Trinidad, abramos el corazón al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, porque la Santa Trinidad nos invita ante todo a creer y vivir la unidad
dentro de la diversidad para ser amados por el Dios tres veces santo y para compartir
ese amor en familia universal.
El
Dios, Uno y Trino
El
Dios uno y trino, misterio de amor, habita en los cielos y en mi corazón.
Dios
escondido en el misterio, como la luz que apaga estrellas.
Dios
que te ocultas a los sabios, y a los pequeños te revelas.
Padre
de todos, siempre joven, al Hijo amado eterno que engendras, y el Santo
Espíritu procede como el Amor que a los dos sella.
Padre,
en tu gracia y tu ternura, a paz, el gozo y la belleza, danos ser hijos en el
Hijo y hermanos todos en tu Iglesia. Al Padre, al Hijo y al Espíritu,
Acorde melodía eterna, honor
y gloria por los siglos canten los cielos y la tierra. (Himno Litúrgico)
Lcda.
María Espina de Duarte
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