La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se resume
en agradecer, rendir culto al gran amor que DIOS tiene por nosotros y de reparar los ultrajes que recibe de
tantos pecadores, especialmente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Al celebrar cada año la Solemnidad del
Sagrado Corazón de Jesús, reflexionamos especialmente las palabras de Jesús: “Vengan
a mí todos los que están afligidos y agobiados que yo los aliviaré. Tomen mi
yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontrarán descanso”. (Mt 11, 28-30).
Pero también la Iglesia nos
invita a profundizar en la importancia y valor del amor de Dios revelado en Jesús
para nuestra salvación:
“Por esta razón, el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), “es considerado como el principal indicador y símbolo…del amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres. (Pío XII, Encíclica”Haurietis Aquas”)
El corazón humano simboliza por excelencia
los sentimientos y afectos del ser humano y más aún el Corazón de Jesús,
revela
el amor infinito de Dios que tiene por todos nosotros, hasta ser creados a su
imagen y semejanza, incluso en la capacidad de amar.
Como afirma San Juan; “Nosotros hemos conocido el amor
que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor y quien permanece
en el amor; permanece en Dios y Dios en él”. (1Jn. 4,16)
Fuente de Amor y Misericordia
En la pasión de Nuestro Señor Jesucristo
según San Juan, Cristo al morir crucificado y al ser traspasado su corazón por
la lanza del soldado romano brotó agua y sangre (Jn 19,31-37). Sacramentalmente significan bautismo y eucaristía,
pero también reconocemos agua y sangre,
en señal de amor, vida y misericordia.
“El relato de la muerte de Cristo según Juan
es fundamental. Este evangelista testimonia de hecho aquello que vio en el
Calvario, o sea que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el
costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. Juan reconoció en aquel
signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de
Jesús, Cordero inmolado sobre la cruz, brota el perdón y la vida para todos los
hombres”. Papa Francisco (Audiencia
General; 03-06-2015)
El Corazón de Jesús es el símbolo por
excelencia del amor y la misericordia divina, así como lo reveló el propio
Jesús en 1675 a la religiosa Margarita María Alacoque, cuando estaba adorando
al Santísimo Sacramento:
'Mira este Corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, no recibe de la mayoría más que ingratitudes, por sus faltas de respeto, sacrilegios y pecados. Pero lo que más me duele, es que obran así hasta los corazones, que de manera especial se han consagrado a Mí. Por esto te pido, que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta particular para honrar a mi Corazón, comulgando en dicho día y reparando las ofensas que he recibido en el Sacramento del Altar. Te prometo que mi corazón derramará abundantes bendiciones sobre los que hagan esto".
La devoción al Sagrado Corazón posteriormente
se complementa para las nuevas generaciones a partir de 1931 con las
revelaciones de Jesús sobre su Divina Misericordia a Sor Faustina;
“Hija mía di que soy el Amor y la Misericordia en persona”. “Deseo que mi
Misericordia, sea conocida y venerada, le doy a la humanidad la última tabla de
la salvación, es decir, el refugio en MI Misericordia”. (Diario, #374y #998)
El Sagrado Corazón de Cristo es la
fuente inagotable de la Divina
Misericordia, que se acerca al hombre a pesar del pecado y de su fragilidad
humana. Como dijo Santo Pío de Pietrelcina: “Recordemos que el Corazón de
Jesús nos ha llamado, no sólo para que nos santifiquemos, sino también para que
santifiquemos a los demás. Él quiere que le ayudemos a salvar las almas”.
Celebremos esta fiesta con
gozo y esperanza, proclamando sin cesar: “Sagrado Corazón de Jesús en ti Confío”.
Pero también como un desafío porque estamos llamados a testimoniar como
cristianos católicos un corazón semejante al de Cristo capaz de amar, luchar y
sobre todo de brindar amor a los hermanos mediante un servicio humilde y manso.
Recordando igualmente que
junto al Corazón de Jesús, late intensamente el corazón de la Madre; «Dirijámonos
a la Virgen María: su corazón Inmaculado, corazón de madre, compartió al máximo
la «compasión» de Dios, especialmente en la hora de la pasión y de la muerte de
Jesús. Que María nos ayude a ser mansos, humildes y misericordiosos con
nuestros hermanos». Papa Francisco
(Ángelus; 09-06-2013)
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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