jueves, 29 de junio de 2017

Ejemplos de Santidad



San Pedro y San Pablo

   Celebramos la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Pilares de la Iglesia y Heraldos del Evangelio de Dios”. Dos hombres ordinarios transformados en personas extraordinarias por la gracia de Dios y por su encuentro personal con Cristo.

   Así como lo indica el prefacio del día:

    “En los apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría. Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo el maestro insigne que la interpretó. Aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, éste la extendió a todas las gentes. De esta forma, Señor, por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo y a los dos, coronados por el martirio, celebra hoy tu pueblo con una misma veneración”.




  En este día la Iglesia católica vuelve sus ojos hacia el nuevo Pedro, también es el Día del Papa Francisco, que continúa el ministerio apostólico de confirmar en la fe a los hermanos y quien particularmente ha dicho sobre los dos apóstoles:” Solo quien vive en Cristo promueve y defiende a la Iglesia con la santidad de vida, a ejemplo de Pedro y Pablo”.

El pescador de Galilea

   Todo comenzó a orillas del Mar de Galilea, donde Jesús invitó a seguirle a dos hermanos pescadores, Pedro y Andrés: “Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres" (Mt 4,18-19)

    Desde ese encuentro fe y obediencia, caracterizan al humilde pescador de Galilea, sobre quien Jesús Resucitado fundamentó su Iglesia.  “Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” Jn. 21: 15-1

   Simón, nombre original de Pedro, aparece en los cuatro evangelios, donde también abundan los relatos donde se evidencia los distintos contrastes de su personalidad.

  Pedro es el discípulo que confiesa al Mesías (Mc 8, 27-30) y es agraciado con grandes promesas: "¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; .pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos". (Mt 16, 17-19; Lc 22, 31). Por otra parte, es el discípulo al que Jesús rechaza como «Satanás» (Mc 8, 31-33). También aparece como  “hombre de poca fe”. (Mt 14, 28-3), al caminar y hundirse en las aguas.   

   Según el santo Evangelio unas semanas antes de su Pasión y Muerte, subió Jesús a un monte a orar, llevando consigo a sus tres discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan quienes plenamente gozaron un anticipo del cielo: "Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. (Mt 17,4)

   Pedro es el que niega a Jesús (Mc 14, 29-31, 53-54, 66-72 par.). Aparece arrogante. «Aunque todos se escandalizan de ti, yo jamás me escandalizaré» (Mt 26, 33); Temerario: «Simón Pedro desenvainó la espada...» (Jn 18, 10), Cobarde pero también arrepentido «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces; y saliendo fuera, lloró amargamente» (Mt 26, 70) Y al resucitar el Maestro, Pedro fue uno de los primeros en correr desconcertado hasta el sepulcro vacío: "Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro; se agachó y no vio más que los lienzos. Así que volvió a casa preguntándose lo que había pasado." Lc 24, 12). 
 
    Este recorrido breve pero sustancioso sobre la vida de Pedro en los evangelios, nos enseña que a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a la santidad, porque nos conoce bien y sabe de los que somos capaces. A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir con su misión y guiado por el Espíritu Santo logró llevar adelante la obra de la evangelización, sin miedo a la muerte y al martirio, en el contexto social del imperio pagano. 

    Hoy más que nunca reconocemos a Pedro, como el primado de los obispos, Papa de la cristiandad quien ejerció su apostolado en términos de unidad, caridad, servicio y humildad. Ayer fue Benedicto XIV, antes Juan Pablo II, ahora Francisco, son los sucesores de Pedro que Dios ha colocado como guías y pastores para que su Iglesia  siga recorriendo las huellas de Jesús.

“Apóstol de los gentiles”

   De camino a Damasco cambió radicalmente la vida de Pablo, el mismo Saulo de Tarso, perseguidor de la Iglesia y asesino de cristianos. Era judío, hebreo de nacimiento y su nombre Saulo era en honor del primer rey de Israel, Saúl.

   A diferencia del pescador de Galilea, Pablo, no conoció a Jesús durante su vida terrena en Jerusalén o por los caminos de Galilea. Él fue conquistado por la gracia divina en el camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en Apóstol de los gentiles, viajando y predicando, fruto de su conversión luego de  encontrarse con Jesús Resucitado: “Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?". El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer". (Hch 9, 3-9)

   Incluso la Iglesia  contempla litúrgicamente la  Fiesta de la Conversión de San Pablo, cada 25 de enero. Porque fue Cristo  quien derrotó en él al fariseo y lo transforma para entregarse sin reservas a la causa del Evangelio. Además cuando Saulo se levantó estaba ciego, pero en su alma brillaba ya la luz de Cristo.

   El ciego Saulo fue instruido en la fe y al tercer día bautizado por Ananías, para luego ser constituido «apóstol» como los Doce  y poder afirmar, dirigiéndose a los Gálatas: «Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles» (Ga 1, 15-16).

   El llamado “Apóstol de los gentiles o de las gentes”, es decir, de las naciones era un ciudadano romano, lo que concedía tener derechos civiles únicos, era versado en el idioma y la filosofía griega. Por eso, Dios vio en él “un vaso escogido” (Hch 9:15) y logro recorrer toda Europa y Asia menor, pasando por Antioquía, Chipre, Éfeso, Listra, Derbe, Corinto, Filipos, Tesalónica, Jerusalén, Roma y muchas otras ciudades.

   Pablo predicaba que Jesús es el salvador de todos los pueblos, lo que fue motivo de mucho sufrimiento y persecución y gracias a su apasionamiento y compromiso con la predicación, el cristianismo se extendió hasta en los pueblos que no eran judíos. 



   “En el apostolado de Pablo no faltaron dificultades, que él afrontó con valentía por amor a Cristo. Él mismo recuerda que tuvo que soportar «trabajos…, cárceles…, azotes; peligros de muerte, muchas veces…Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué… Viajes frecuentes; Peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. (Pablo de Tarso, La Revolución de Dios, Benedicto XVI, 25 Octubre, 2006)


   Aprendamos de San Pablo ante todo la importancia de la conversión, dejando nuestra vida antigua de pecado para comenzar una vida dedicada a la santidad, a las obras de misericordia y al apostolado:
 “Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gal 2, 20)

   También asumamos su ejemplo de valentía y apasionamiento para cumplir la labor evangelizadora, porque en San Pablo tenemos una fuerte llamada a la oración, a la fe y al testimonio: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina”. (2 Tim 4, 2)

   Con San Pedro y San Pablo, estamos llamados a imitar sus ejemplos de fe y santidad, asumiendo el testimonio de sus vidas entregadas hasta el martirio para proclamar la Palabra de Dios. Recordemos que a Pedro lo crucificaron y a Pablo lo decapitaron, por ser un ciudadano romano no lo podían crucificar.

   Que al celebrar esta fiesta de la catolicidad, en honor de Pedro y de Pablo, sus ejemplos de santidad nos impulsen a una nueva evangelización,  practicando la Palabra de Dios, pero sobre todo como proclamadores de los valores del evangelio.

 

Pedro, roca; Pablo, espada.

Pedro, la red en las manos;

Pablo, tajante palabra.

Pedro, llaves; Pablo, andanzas.

Y un trotar por los caminos

Con cansancio en las pisadas.

                                           (Himno de la Liturgia de las Horas)

Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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