Cuarta Aparición
La cuarta aparición de la Virgen de Fátima,
fue posible el domingo 19 de agosto de 1917 y no el acostumbrado día 13, porque
Francisco, Jacinta y Lucía habían sido raptados por Arturo de Oliveira Santos, administrador
municipal y los llevó bajo engaño a Vila
Nova de Ourem.
El lunes 13 de agosto de
1917, miles de personas fueron a Cova de Iría y vieron algunos de los fenómenos
registrados en las apariciones anteriores, como truenos, relámpagos, un halo de
luz blanca, pero Lucía ni sus primos estaban allí y el encuentro no se pudo
concretar.
Los tres pastorcitos fueron raptados y
posteriormente encarcelados con la intención de obligarles a decir los secretos
que la Virgen María les había revelado, pero el encierro fue en vano porque no
dijeron nada, así que tuvieron que liberarlos.
Pese a su corta edad los tras pastorcitos
fueron amenazados, torturados psicológicamente y encarcelados con delincuentes
comunes e incluso el Administrador del Consejo trato de
sobornarlos, pero los niños defendieron valientemente su fe mariana.
“Les ofreció los más valiosos presentes si
descubrían el secreto. Los pequeños videntes respondieron: -No lo decimos ni
aunque nos den el mundo entero. Los encerró en el calabozo. Los presos les
aconsejaron: -Pero diganle al Administrador ese secreto. Que os importa que esa
Señora no quiera? - ! Eso no, respondió Jacinta con vivacidad, antes quiero morir!
Y los tres niños rezaron con aquellas personas el rosario, delante de una
medalla de Jacinta colgada en la pared.
El día 15 de agosto, fiesta de la Asunción, los tres pastorcitos salieron del calabozo y seis
días después en los Valinhos alrededor
las 4 de la tarde, sucedió la aparición en la cual la Santísima
Virgen María respondió las dudas de los pastorcitos:
¿Qué es lo que quiere usted?
-Deseo que sigáis yendo a
Cova de Iría en los días 13, que sigáis rezando el rosario todos los días. El
último mes haré el milagro para que todos crean.
-Yo
quisiera pedirle la curación de algunos enfermos.
-Si, a algunos curare
durante el año.
Y tomando un aspecto muy
triste, la Virgen añadió: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los
pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique
y rece por ellas”. Y la Virgen empezó a subir hacia Oriente, como de
costumbre”.
Hace cien años Lucía, Jacinta y Francisco
Marto, de diez, seis y nueve años respectivamente, brindaron un hermoso
testimonio de valentía y fe. Aun siendo niños no cedieron ante las amenazas de
la autoridad municipal.
Mucho menos dudaron de las palabras de la
Virgen María y aun presos en el calabozo municipal perseveraron en la oración del Rosario y
prefirieron la cárcel, contentos de sufrir por amor a Jesús, por la conversión
de los pecadores y para desagravio de las ofensas al Corazón de María, como la
Virgen les había dicho.
Después de la cuarta aparición de la Virgen
de Fátima, los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles
por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.
Recordemos que los dos pastorcitos de
Fátima, Jacinta y Francisco Marto, no fueron canonizados el pasado mes de Mayo
por el Papa Francisco por haber sido videntes de las apariciones de la Virgen
María en Fátima, sino por su testimonio
de vida y fe, pese a las amenazas, ofensas y hasta castigos sufridos a tan
corta edad.
Según relatos de su prima Lucía -monja de
clausura que murió en 2005, a los 95 años y que también está en proceso de
beatificación-, los niños rezaban, ayunaban, hacían sacrificios y meditaban.
Además, sabiendo que morirían prematuramente, como les anunció la "Señora"
en uno de sus mensajes, no se quejaban, sino que seguían rezando, felices de "ofrecer
su vida a Dios para la conversión de los pecadores".
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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