viernes, 8 de septiembre de 2017

El primer paso…



   “Demos el primer paso” es el lema de la visita pastoral del Papa Francisco en Colombia, con la finalidad de sembrar en el corazón del pueblo colombiano la semilla, para que germinen finalmente los frutos de paz y de reconciliación tan anhelados  por la nación neogranadina.  

   El pueblo creyente colombiano recibe esperanzado la visita de Su Santidad Francisco, en primer lugar por el proceso de paz que adelanta el gobierno con los grupos rebeldes y en segundo lugar por ser el Papa Francisco, Vicario de Cristo peregrino de esperanza y de paz, tal y como lo resumió días previos al viaje;


  "Dar el primer paso nos anima a salir al encuentro del otro y a extender la mano, y darnos el signo de paz. La paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla. Una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos". (Video Mensaje; 04-09-2017)


   El Santo Padre dirige su mensaje “Demos el primer paso”, al pueblo colombiano en términos de la reconciliación nacional, pero también podemos asumir esta invitación para dar el primer paso para la conversión o reconciliación ante las circunstancias particulares que nos corresponda vivir, ante una enfermedad, crisis familiar, enemistades, prueba de fe, fracasos o tentaciones.

   Al dar el primer paso, nos corresponde tomar la iniciativa sobre todo, para salir al encuentro del prójimo y para reencontrarnos con Dios, reconociendo que somos pecadores necesitados de amor y misericordia, por eso debemos frecuentar el Sacramento de la Confesión.

   El Sacramento de la Reconciliación confesión o penitencia, es uno de los regalos más valiosos que Dios ofrece a través de la Iglesia a sus hijos, para reconciliarlos y devolverles a la gracia y tiene su origen en la Pascua del Señor cuando Jesús sopla sobre los discípulos y dice:


 “La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Juan 20,19-23).


   Particularmente a través del Sacramento de la penitencia, la Iglesia nos invita siempre a dar el primer paso hacia la reconciliación con Dios, asumiendo el anuncio de perdón y reconciliación proclamado por Jesús.

    El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que: “la Confesión de los pecados, incluso desde el punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la Confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro”. (Catecismo; #1455)

    Jesús, no vino para condenar, sino para perdonar, salvar y dar esperanza incluso en la oscuridad más profunda del sufrimiento y del pecado, “pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.”  (Lc 19, 10). 

   Frecuentar el Sacramento de la Reconciliación confesión o penitencia  indica que reconocemos la necesidad que tenemos de Dios, para purificar nuestra alma y de la gracia necesaria para evitar las ocasiones de pecado,  porque es importante que el corazón esté abierto al perdón y a la misericordia,  con el propósito de reparar el mal cometido y cumplir fielmente voluntad de Dios 

   Sobre todo cuando reconocemos con fe y obediencia que el Sacerdote, tiene la autoridad conferida desde los primeros apóstoles para perdonar nuestros pecados, como administrador del perdón y servidor de Dios, para el bien de los hombres.

   Por eso demos el primer paso para avanzar firmemente en nuestro compromiso cristiano, frecuentando el Sacramento de la Reconciliación, confesión, o penitencia, no sólo por formalidad o costumbre, sino como un acto de humildad, confianza y esperanza.

   Porque no basta pedir perdón al Señor sólo  con pensarlo y sentirlo, sino que es necesario confesar los pecados al Sacerdote, para reconciliarnos con la Iglesia, con los hermanos y con nosotros  mismos, escuchando  las palabras: "Tus pecados han sido perdonados".





   “El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado”. En la celebración de este Sacramento, el sacerdote no representa solamente a Dios, sino a toda la comunidad, que se reconoce en la fragilidad de cada uno de sus miembros, que escucha conmovida su arrepentimiento, que se reconcilia con Él, que lo alienta y lo acompaña en el camino de conversión y de maduración humana y cristiana”. (Papa Francisco; Audiencia general; 19-02-.2014)
Padre de misericordia


Lcda. María Espina de Duarte
Twitter: @mabelespina

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