Uno de los términos de computación con mayor
popularidad es "en tiempo
real", que significa cuando se trasmite un evento o se descarga una
información, con apoyo de sonido y video para ser visto en vivo por internet u
otra red.
De tal manera que al hablar de Familia en
tiempo real, reflexionamos sobre la realidad de la familia en la hostil
sociedad actual, donde el modelo tradicional familiar es directamente atacado con
fines de minimizar o debilitar la trascendencia de sus valores.
Siempre la Familia ha sido un tema álgido y
conflictivo para muchos, pero para otros
es una bendición y fundamento de su fe cristiana y realización personal, como
afirmó San Juan Pablo II en la Exhortación apostólica Familiaris Consortio:
Ciertamente el tiempo real de la Familia, es
vulnerable, está en crisis y necesita de la protección y defensa de cada uno de
nosotros, independientemente de la experiencia particular que podamos tener.
Lo importante es asumir su defensa desde el
compromiso cristiano católico, con el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret
y sobre todo tomando en cuenta el amor hacia la familia transmitido por el
mismo Dios, quien quiso nacer en el calor de un hogar.
“La santidad de la familia es el camino real y el recorrido obligado para construir una sociedad nueva y mejor, para volver a dar esperanza en el futuro a un mundo sobre el que pesan tantas amenazas. Por eso, las familias cristianas de hoy han de saber aprender de ese núcleo de amor y de entrega sin reservas que fue la Sagrada Familia”. (San Juan Pablo II; Ángelus; 30-12-1984)voluntad
En la
escuela aprendimos que la familia es la “base de la sociedad”, pero con fe entendimos
que la familia es la unidad fundamental
de la sociedad y por naturaleza es una comunidad de fe, esperanza y
caridad, pese a las adversidades y desafíos como dice el Papa Francisco: “Sólo
Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios,
también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se
apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la
comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para
toda la sociedad”. (Homilía:
28-10-2013)
La Iglesia siempre ha enseñado que la
familia cristiana es una comunidad creyente y evangelizadora, para testimoniar
la presencia salvadora de Cristo en el mundo a través de la unidad y fidelidad
de los esposos, la conservación y transmisión de la fe a los hijos.
“La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera”. (Catecismo; #2205)
Comprendemos así porque la familia progresiva
y constantemente es blanco de muchos ataques, buscando su disgregación y entre los flagelos
que atentan contra la unidad familiar están el aborto, poligamia,
machismo, eutanasia, ideología de géneros, entre muchos otros.
Recordemos entonces que en la familia se
forja el futuro de la humanidad y por lo tanto debemos sumar esfuerzos por su
defensa, porque si la familia en tiempo real, sigue debilitándose, se degrada o
se redefine en algo distinto a lo que Dios creó, el orden social
colapsará:
“La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad (Cf. GS 47, 1) entraña una responsabilidad particular de ésta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y de la familia. La autoridad civil ha de considerar como deber grave “el reconocimiento de la auténtica naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad doméstica” (GS 52, 2). (Catecismo; #2210)
Entre las iniciativas conocidas internacionalmente
en pro de la familia, destaca el ejemplo de la Conferencia Episcopal Venezolana
que desde hace 27 años y cada segunda semana del mes de noviembre, trabaja en la jornada especial del Abrazo
en Familia, con la finalidad de recobrar los valores morales, cristianos
y familiares.
El lema de este año es, “El Evangelio de la familia,
siempre es alegría para todos”, y con toda esta iniciativa se busca
fortalecer que el abrazo simultáneo entre esposos, hijos y hermanos es la
máxima expresión de amor y de comunicación, diálogo y reconciliación.
El abrazo en familia es una invitación
permanente a querer, cuidar los afectos; es un llamado a cultivar la pareja,
comunidad y sociedad dentro de condiciones que garanticen estabilidad y
crecimiento al amor de pareja, sobre todo en tiempos de crisis.
Oremos y actuemos para que la tendencia
sobre la “Familia en tiempo real”, sea de superar los grandes desafíos
sociales, económicos y políticos que atentan contra su dimensión natural y
eclesial.
Estamos llamados a defender y fortalecer la
familia, sobre todo desde la perspectiva de preservar el matrimonio en su
esencia natural, cuando un hombre y una mujer se entregan de forma recíproca y
total, dispuestos a acoger el don de los hijos que consoliden la sociedad.
Además la familia cristiana, que tiene su origen en el sacramento del
matrimonio, se edifica –como la iglesia- a imagen de la Santísima Trinidad
“El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente "Iglesia doméstica", comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana”. (Catecismo; #1666:)
En el tiempo real o la situación actual de
la familia urge volver la mirada sobre la institución familiar como un factor
fundamental para alcanzar un mayor grado de bienestar para el ser humano y
mayores índices de desarrollo social.
Con leyes y políticas públicas en el
contexto de la obra creadora de Dios y no en
apoyo de acciones de sectores poderosos que busquen disgregar la familia.
“Amar a la familia significa saber estimar sus valores y posibilidades, promoviéndolos siempre. Amar a la familia significa individuar los peligros y males que la amenazan, para poder superarlos. Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo. Finalmente, una forma eminente de amor es dar a la familia cristiana de hoy, con frecuencia tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades crecientes, razones de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia, en la misión que Dios le ha confiado: “Es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Es necesario que sigan a Cristo” (San Juan Pablo II; Exh. Apost. Familiaris consortio, 86).
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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