Así como nos emociona la cuenta regresiva
esperando el campanazo y el abrazo por la tradicional llegada de un año nuevo, igualmente
para los cristianos católicos el inicio
de un nuevo año litúrgico nos invita a revestirnos de esperanza y gozo.

propio Jesús: “Estén despiertos y vigilantes: pues no saben ustedes cuándo llegará el momento”. (Mc 13, 33-34). Así en cada celebración litúrgica nos acerque y nos ayude a profundizar y compartir los misterios de nuestra salvación.
“Nosotros tenemos siempre poco tiempo; especialmente para el Señor no sabemos, o a veces no queremos, encontrarlo. Pues bien, Dios tiene tiempo para nosotros. Esto es lo primero que el inicio de un año litúrgico nos hace redescubrir con una admiración siempre nueva. Sí, Dios nos da su tiempo, pues ha entrado en la historia con su palabra y con sus obras de salvación, para abrirla a lo eterno, para convertirla en historia de alianza”. (Benedicto XVI, 30-11-2008)
Recordemos que el recorrido comienza por el
Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer Tiempo Ordinario, Cuaresma,
Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo Tiempo Ordinario y
termina con la fiesta de Cristo Rey.
La Madre Iglesia nos invita a lo largo de 52
semanas que comprende cada año litúrgico, a renovar la fe cristiana meditando, celebrando
y actualizando los misterios de la vida de Cristo, (nacimiento, muerte y
resurrección). En este ciclo también honramos a María, nuestra madre y a todos
los santos.
El Catecismo lo describe así: “El
tiempo litúrgico se revela así como el tiempo de la Iglesia, colocado entre la
Pascua histórica y la venida del Señor al final de los tiempos. El misterio de
Cristo, atravesando el tiempo, hace nuevas todas las cosas. Por lo que cada vez
que hacemos fiesta, recibimos la gracias que nos renueva y nos transforma”. (cf. CEC, 1164).
3…2…1… ¡Adviento!

“El adviento de cada año nos recuerda que la gracia, es decir, la voluntad de Dios para salvar al hombre, es más poderosa que el pecado”. (San Juan Pablo II; Meditación: 20-12-1978).
El tiempo de Adviento no
es un tiempo penitencial como la Cuaresma, porque tiene una doble
característica es tiempo de preparación a la solemnidad de Navidad, en la cual
se recuerda la primera venida del Hijo de Dios entre los hombres y
contemporáneamente es el tiempo en el cual, también nos preparamos para la
segunda venida de Jesucristo, la escatológica, al final de
los tiempos, como lo describe el Papa Francisco:
“En definitiva, el Adviento viene para
introducirnos en una dimensión más bella y más grande”…es una invitación a la
vigilancia, porque no sabiendo cuando vendrá Él, se necesita estar siempre
preparados… La primera visita ocurrió con la
Encarnación, el nacimiento de Jesús en la gruta de Belén; la segunda en el
presente: el Señor nos visita continuamente, cada día, camina a nuestro lado y
es una experiencia de consuelo; y al final será la última, que profesamos todos
cada vez que recitamos el Credo: ‘Dios vendrá de nuevo en la gloria para juzgar
a los vivos y a los muertos”. (Ángelus: 27-11-2016)
Por lo tanto vivamos con intensidad el nuevo
año litúrgico con el tiempo de ADVIENTO no dejemos que lo opaquen otras cosas
pasajeras y superficiales, acerquémonos más bien al Evangelio, a la Eucaristía
y a todos aquellas actividades y símbolos que nos ayudarán a vivirlo de una
mejor manera, como lo son la Corona de Adviento, novenas, las posadas o novenas
navideñas, Belén o pesebres, todo esto
impregnado con la riqueza cultural y tradicional de cada ciudad o país.
“¿Cómo prepararnos para abrir el corazón al
Señor que viene? La actitud espiritual de la espera vigilante y orante sigue
siendo la característica fundamental del cristiano en este tiempo de Adviento.
Es la actitud que adoptaron los protagonistas de entonces: Zacarías e Isabel,
los pastores, los Magos, el pueblo sencillo y humilde, pero, sobre todo, la
espera de María y de José”. (Papa Benedicto XVI; 20-12-2006)
Cantemos con gozo y esperanza: “Ven,
ven Señor no tardes, ven que te esperamos. Ven, ven Señor no tardes, ven pronto
Señor”. Sin olvidar que estamos llamados a
preparar las nuevas sendas en el camino ya trazado por nuestro Salvador, en el
cual todos somos peregrinos y hermanos.
“Preparemos los caminos ya se acerca el Salvador y salgamos, peregrinos, al encuentro del Señor.Ven, Señor, a libertarnos, ven, a tu pueblo a redimir; purifica nuestras vidas y no tardes en venir.El rocío de los cielos sobre el mundo va a caer, el Mesías prometido, hecho niño, va a nacer.De los montes la dulzura, de los ríos leche y miel, de la noche será aurora la venida de Emmanuel.Te esperamos anhelantes ya sabemos que vendrás; deseamos ver tu rostro y que vengas a reinar.Consolaos y alegraos, desterrados de Sion, que ya viene, ya está cerca, Él es nuestra salvación.(Tomado de la Liturgia de las Horas, Tiempo de Adviento)
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina
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