Recientemente el Papa Francisco a través de
sus redes sociales dijo que
“Cuando nos abrimos a la gracia de Dios, lo imposible se hace realidad”.
Así como se refleja en el mensaje central de
la Pascua con la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el pecado
y de la esperanza sobre el dolor, todo esto lo representa el triunfo de Jesús
Resucitado, bajo la gracia del Padre.
Se trata de las bondades que Dios nos
concede inagotablemente, por su gracia y misericordia y que la Iglesia nos
invita a celebrar y compartir como parte de la fiesta pascual.
Todo esto es posible aprovecharlo en
nuestras vidas tan sólo creyendo y amando,
porque al ser bautizados nos unimos plenamente a Dios, bajo la acción
del Espíritu Santo y a medida que crecemos espiritualmente, esa gracia divina
nos va guiando y fortaleciendo.
Así como lo describe San Juan, quien además
plantea una importante interrogante que nos invita a profundizar en el misterio
pascual de Cristo en cuanto a nuestra relación con El y para que ese
amor no sea sólo de palabras, sino de verdad y con hechos concretos.
“Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado” (1Jn 3, 24)
Consultando el diccionario encontramos que permanecer
significa mantenerse en un mismo lugar, estado o calidad y nos indica
fidelidad, comunión plena.
De tal manera que en palabras de San
Juan, como discípulos de Jesús debemos vivir
unidos a él, en función del fruto que obtengamos con nuestro apostolado,
hacemos la voluntad de Dios (frutos), si permanecemos en Cristo y cumpliendo los
diez mandamientos, de los cuales este es el principal
“Y éste es su mandamiento: que creamos en el
nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo
mandó”. (1Jn 3, 23)
Ciertamente "permanecer en Dios", no es un compromiso pasivo, sino un programa dinámico de vida al ritmo de las exigencias
del Evangelio reveladas por Jesús y las necesidades del prójimo.
San Juan deja entrever la importancia de
“Permanecer en Dios o en el Señor”, al expresarlo en reiteradas oportunidades a
lo largo de sus escritos, razón por la cual ahondemos en la meditación de estos
a modo de ejercicio espiritual.
Pero además recordando la frase del Papa
Francisco
“Cuando nos abrimos a la
gracia de Dios, lo imposible se hace realidad”.
Entendemos también que si
permanecemos en Él como Dios Uno y Trino y cumpliendo su voluntad y
mandamientos, podremos cosechar los frutos terrenales con trascendencia
celestial.
Creyendo y amando, así en unión con Jesús Resucitado;
"permanecemos en Dios”, para
anunciar con la palabra y con la vida la resurrección de Jesús.
En
palabras de San Francisco de Sales:
«La rama unida y articulada al tronco da fruto no por su propia virtud, sino en virtud de la cepa: nosotros estamos unidos por la caridad a nuestro Redentor, como los miembros a la cabeza; por eso las buenas obras, tomando de él su valor, merecen la vida eterna»(Trattato dell’amore di Dio, XI, 6, Roma 2011, 601).
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina / Instagram: @mabelespina0906
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