Quiero referirme a un iluminador texto de un escritor cristiano del
tercer siglo de nuestra era, llamado Lactancio. Él nos enseña que la
virtud de la humanidad es el fundamento de la sociedad. Esto es
importante porque actualmente a muchos de nuestros activistas políticos
les falta humanidad. Es decir, correcto sentido de lo humano. A veces se
quedan en las simples estrategias y cálculos para obtener el poder.
Pero, sin un sentido humano de la política, ésta se convierte en
instrumento destructor.
Ciertamente, como lo refiere Lactancio, nuestra naturaleza humana es débil, mientras que los animales son más fuertes para adaptarse a este mundo. Sin embargo, Dios nos hizo seres en relación. La fortaleza de la humanidad es que nosotros podemos organizarnos para una convivencia más pacífica y con responsabilidades mutuas de servicio para el bien común. Todos tenemos la misión de cuidar los espacios y permitir que todos podamos habitarlos con dignidad.
Sencillamente,
"porque si el hombre se enfureciera a la vista de otro hombre, como vemos que hacen los animales salvajes, no podría existir sociedad entre los hombres, ni orden, ni seguridad en las ciudades. No habría ninguna tranquilidad en la vida humana si la debilidad de los hombres estuviese expuesta no sólo a los ataques de los demás animales, sino también se combatieran unos a otros continuamente conforme hacen las bestias" (Lactancio)
De ahí que la política no puede ser una batalla donde el más fuerte somete a los más débiles.
P. Andrés Bravo
Director del Centro Arquidiocesano de Estudios de la Doctrina Social de la Iglesia UNICA
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