Si Jesús dijo a sus discípulos que perdonaran hasta “setenta
veces siete”
(Mt 18,22), es decir siempre…
(Mt 18,22), es decir siempre…
En cuanto al amor vale la pena preguntarle
al Señor ¿cuánto tenemos que amar? Y el
seguramente diría. Tan sólo amarás….
Con certeza esta respuesta la encontramos
en el evangelio de San Juan: 15, 12
“Éste es mi mandamiento: que se amen los
unos a los otros, como yo los he amado”.
De tal manera que el amor es un mandato que
debemos cumplir permanentemente en función de la relación propia de nuestra fe
en Dios y su incidencia directa con el prójimo.
Por eso la Sagrada Escritura, nos dice, que
Dios es amor y Jesús nos invita a amarnos
los unos a los otros, así como él nos amó hasta dar su vida por nuestra
salvación.
Por ejemplo el Mandamiento del Amor aparece
en el Antiguo Testamento, “Escucha
Israel: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con toda
tu mente, con todas tus fuerzas”. (Dt. 6, 4-5). Otro mandamiento de la Ley
dice: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. (Lv. 19, 18)
Ahora
bien compartimos un momento privilegiado en el Tiempo de Pascua, ya en la sexta
semana la liturgia dominical previa a la Ascensión del Señor, nos recuerda que
el fundamento de la fe cristiana, se resume en el amor a Dios y el amor entre
los hermanos, es decir, un Amor salvífico y fraterno.
En Jesús Resucitado entendemos que el hombre
ama a Dios y Dios ama al hombre, porque Dios es amor, un amor sincero, total y
universal. Para él no hay límites ni de tiempo ni de espacio, sólo el pecado
frena este sentimiento, pero como dice el Papa Francisco: «Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de
pedir perdón»
Hoy en
día Jesús Resucitado nos repite el mandato:
“Éste es mi mandamiento: que se amen los
unos a los otros, como yo los he amado”. (Jn 15, 12)
Porque vivimos en una sociedad, que a pesar
de hablarse tanto de amor, no se ama verdaderamente, al expresarlo sólo como un
sentimiento reciproco, erótico hasta egoísta, muy distante del concepto del
amor que Jesús nos invita a seguir cultivando como fruto de nuestra fe cristiana
y del compartir fraterno con el prójimo.
Así como lo expresa el Apóstol San Juan,
el
amor es comunión: “Queridos hijos: Amémonos los unos a los
otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios, y todo el que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor”. (Jn
4,7).
Pidamos a Jesús Resucitado ante todo que seamos obedientes, recordando
sus palabras; “si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor” (Jn 15, 10) y
“Esto les mando: que se amen unos a otros”. Jn 15,17)
Es decir “Amarás”… hoy, mañana y
siempre viviendo y compartiendo la
alegría de la Pascua y el amor de Dios y
del prójimo, como también lo expresa San Agustín:
"El amor de Dios es el primero como
mandamiento, pero el amor al prójimo es el primero como actuación práctica.
Aquel que te da el mandamiento del amor en estos dos preceptos, no te enseña
primero el amor al prójimo, y después el amor a Dios, sino viceversa. Pero como
a Dios no lo vemos todavía, amando al prójimo tú adquieres el mérito para
verlo; amando al prójimo tú purificas tu ojo para ver a Dios…Tú, por lo tanto,
ama al prójimo y mirando dentro de ti donde nazca este amor, en cuanto te es
posible, verás a Dios”. (Tratado sobre
san Juan Tratt. 17, 7-9).
Lcda.
María Espina de Duarte
Twitter:
@mabelespina / Instagram: @mabelespina0906
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