Esta sentencia es, a mi juicio, uno de los testimonios de
transmisión de la fe más consistentes e inspiradores que se pueden
encontrar en el corpus paulino.
No desfallece San Pablo, ni se asusta,
ni negocia su conciencia, ni vende su dignidad al mejor postor, aún a
costa de su propia vida, porque confía plenamente en Aquel que le ha
llamado a su servicio y no le defraudará.
La fuerza de esta expresión alimenta incesantemente la espiritualidad cristiana enraizada en la predicación del Apóstol, porque se cumplió en él y se cumple en todos los que cerrando los ojos a las lisonjas del mundo se abren a una vida plena de confianza en Dios.
Parece fácil.
P. Alberto Gutiérrez.
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