Para el cristianismo la dignidad de la persona humana se fundamenta en
su condición de ser creado a imagen y semejanza de su Creador.
Esto
consiste en que Dios nos hace participar de su condición divina. Esta
dignidad se debilita por el pecado. Pero, con la entrega amorosa de
Jesucristo en la cruz, nos redime y recrea nuestra condición de criatura
elevando aún más nuestra dignidad haciéndonos hijos de Dios en el Hijo
amado.
Por eso, quien ofende, de cualquier modo, al humano, ofende al mismo
Dios. Por eso también, a Dios se le ama amando al ser humano y
respetando su dignidad.
Aún más, todo régimen opresor del pueblo, que sumerge a la persona
humana al hambre, a la violencia, a la privación de la salud, en fin, en
la inhumana miseria y sufrimiento, es un régimen contrario al designio
de Dios y crea una situación de pecado estructural o pecado social.
Todo esto significa que lo que vivimos en Venezuela es pecado y debe ser
superado. El régimen imperante en nuestro pueblo es inhumano y
anticristiano. Y la lucha contra esa situación es cristianamente
legítima y obligatoria. Ningún cristiano podemos estar indiferentes,
porque si no queremos ser participe del pecado opresor.
En el Evangelio según San Lucas, capitulo 4 versículo 16 y siguiente,
Jesús dice, entre otras verdades, que él ha sido enviado a liberar al
oprimido. También nosotros estamos llamados a liberar a nuestro pueblo.
P. Andrés Bravo
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